9.El Accidente.

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Creo que nunca le había dado tanta velocidad a mi moto, creo que nunca había acelerado de tal manera. Creo que nunca había recorrido tantos kilómetros, creo que nunca había incumplido tanto las normas de seguridad...
Y por eso pasó lo que pasó, lo que tenía que pasar, el maldito stop, la maldita moto, el maldito coche.
Porque sí, porque la vida está llena de coincidencias, malas y buenas y por desgracia me tocó la peor, se dio el momento justo en el que yo iba más rápido de lo normal, más nerviosa de lo normal y el coche que me llevó por delante también. Todavía recuerdo su color, azul, brillante, recuerdo mi moto destrozada y todo el mundo acercándose a mí mientras se tapaban la boca y grababan con sus móviles.

Un alma caritativa llamó a la ambulancia y gracias a ello estoy viva, unos minutos más y la sangre que corría por mi costado izquierdo me habría matado.

Todo fue tan rápido como mis 200km en moto en unas 5 horas, parando en cada nave a ver si aparecías por alguna, a ver si había una pista que me acercase más a ti, pero, nada, absolutamente nada. Solo sangre por mis manos, mi costado y algún rasguño un poco grave en las rodillas y eso sí, un dolor inmenso de cadera.

La mujer que conducía el coche azul no tardó ni un segundo en salir del coche para comprobar lo que acababa de suceder, gracias a Dios mi moto fue la peor parada junto a mí. Lo único que tenía en el cuerpo la mujer era un gran susto que recordaría para toda su vida, su coche tenía la parte delantera destrozada y la luna también, la había reventado.

Menos mal que gracias a mis carreras de motos podía permitirme un seguro a todo riesgo que cubría este tipo de situaciones.

Volví al maldito hospital en el que había estado meses atrás, aunque ahora estaba con la cadera descolocada y sangrando y con más peso.

No podía dejar de pensar en ti, la morfina me quitaba el dolor físico pero no podía con el dolor mental.

Menos mal que estabas con Efrén, porque si me llegas a ver en aquel estado no sé que hubiera sido de ti, siempre me dijiste que era raro que nunca hubiera tenido un accidente, ni en las carreras ni con mis colegas.
Y lo tuve, en el peor momento, cuando más me necesitabas, te fallé otra vez, no puedo evitar sentirme culpable, no puedo evitar sentirme inútil ante todo esto. Solo quiero cuidarte.

Debía recuperarme lo más rápido así que, tras pasar unas 2 semanas, pedí el alta voluntaria, mi cadera y rodilla izquierda no estaban del todo bien pero sabía que mi deber no era quedarme otra semana más en esa cama, mi deber era volver a buscarte aunque tuviera que recorrer otros 200km a pie, en taxi, o con algún colega.

Agoney me ayudó a buscarte, le dije todo lo que me había pasado, lo que vi aquella noche en la que mis manos y pies estaban atados.
Como siempre el me entendió y sin pedir nada a cambio me subió en su moto y nos recorrimos todas las fábricas de Pontedeume.

Iba a ser difícil buscarte donde no estabas, debí darme cuenta antes, seguro que Efrén te tenía retenida en la casa del campo, ¿cómo puedo ser tan imbécil?

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