7.Te Volví A Perder.

156 14 0
                                    

No podías hacer eso, tu no eras así...
Pero, lo hiciste, violaste a Ana, delante de mí y yo sé que lo hacías para verme sufrir, para hacerme daño, para hacerle daño a ella...
Efrén, dios mío, ¿en qué te has convertido? Nunca pensé que el hermano mayor que tanto me ayudaba con los deberes, que jugaba conmigo al fútbol, que me daba los besos de buenas noches y consejos maravillosos ahora estuviera haciéndome sentir tan inservible, no podía ayudar a Ana, mis manos estaban atadas, mis piernas también, gritaba, todo lo que podía, pero, nadie, absolutamente nadie me escuchaba, mi voz retumbaba en aquella vieja fábrica.

-Efrén, eres un cabrón -dije mientras le escupía en la cara.
¿Cómo has podido hacerme esto? Tu querías a Ana, pero Ana me quería a mí, joder, date cuenta de una maldita vez. Te odio, te odio con toda mi alma, ¿cómo le haces esto a Ana? Joder, Efrén, eres un maldito desgraciado...

Mis palabras parecían haberle causado algún efecto, se retiró de aquella habitación durante unos minutos, poco después volvió, volvió para hacerme daño a mi...
Yo tenía miedo, miedo porque Ana seguía inconsciente, había sido violada y encima no podía saber si estaba viva...
Efrén quería hacerme daño antes de matarme, quería herirme psicológicamente, quería destrozarme y parecía que lo estaba consiguiendo, llevaba horas sin beber, ni comer, me recordó a cuando seguía buscando a Ana y no la encontraba, me recordó a aquellos momentos en los que mi casa parecía un infierno sin su voz, mi felicidad era ella y ahora no sabía cómo protegerla, cómo cuidarla... Solo quería salir de aquel oscuro lugar, quería estar en casa, riendo mientras hacíamos recetas que casi nunca salían, cantando a las tres de la madrugada... Necesitaba oír su voz, saber que seguía conmigo. Tenía miedo, mucho miedo de perderla, de no volver a escuchar su risa, de no volver a trenza su pelo, de no volver a acariciar su espalda.

No sé cómo, ni cuándo, pero, me quedé dormida, a la mañana siguiente noté como Ana ya no estaba a mi lado, creí que era producto de mi imaginación, que era una pesadilla, pero era lo más real que había vivido nunca. No había rastro de mi canaria, Efrén se la había llevado y me había dejado una nota en el suelo, un poco de comida y agua, y una navaja que tenía el escudo de los americanos.
En la nota se podía leer lo siguiente:

"Ana ya no te pertenece, es mía, ya no la vas a volver a ver nunca, me la quedaré para siempre, como un tesoro. A ti no te queda salida, la nave está cerrada a cal y canto, no podrás salir nunca, así que ni lo intentes, morirás aquí dentro, como una sucia perra, que es lo que eres. Tu única salida es la muerte y tú eliges o comes y duras más días o te suicidas y tu dolor acaba rápido. Un beso hermanita, ojalá te pudras en el infierno."

Aquellas palabras que mi hermano me dedicó me hicieron llorar durante horas, sentía que era incapaz de hacer algo, sentía impotencia, seguía atada a la cama aunque parecía que los nudos estaban casi sueltos. Ana seguía corriendo peligro, tenía que luchar por salir de allí, fuera como fuera. Necesitaba encontrar una salida, algo que me diera un poco de esperanza para volver a ver al amor de mi vida.
Sabía que los cuervos se darían cuenta de mi ausencia, pero aún así, no las tenía todas conmigo.

La Búsqueda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora