Capítulo 2

52 4 17
                                    

- ¡Annie corre y no mires atrás! - cuando lo escuché, intenté correr lo más rápido posible, pero era inútil, mis piernas me pesaban al hacerlo. Quería mirar hacia atrás, pero el miedo era mayor que la curiosidad que me invadía.

Mientras corría, sentí que una mano me agarró del brazo derecho fuertemente, con la intención de no soltarme. Intenté de zafarme del agarre de aquella sombra que aún no podía reconocer su rostro. Se acercó más a mí, intentando decirme algo, pero no oí su voz, no entendía nada. De repente sus ojos fueron visibles ante mis ojos, el color de sus ojos eran negros, pero era una mirada apagada, que trasmitía un tipo de ira. Mis manos temblaban mientras miraba sus ojos. Sentía que no podía escapar de aquel sujeto. Gritaba con todas mis fuerzas, pero nadie me oía y en ese momento todo se oscureció.

- Ya eres mía. - dijo aquel sujeto, riendo de una manera que me atemorizaba.

Escuchaba voces que me decían cosas que aún no entendía. Miraba a mi alrededor y no había nada, solo estaba aquella sombra sujetándome y yo, llorando de tanto temor que empoderaba mi cuerpo. Cuando su rostro iba ser visible ante mi por completo, desperté.

Mi madre estaba a mi lado, con sus manos en mis hombros agitándome asustada. Yo estaba llena de sudor por todo mi rostro, con mi respiración agitada y mis manos temblorosas. Mi madre me abrazó, diciendo que todo estaba bien y que solo era una pesadilla, pero yo lo sentí tan real. ¿Cómo podría ser una pesadilla? No dejaba de pensar de aquella mirada de esa sombra, aún me daba escalofríos al recordarlo.

- Annie, hoy tienes clases, es mejor que te vayas a lavar y organízate pronto, porque llegarás tarde. - mi madre acaricio mi mejilla, dejándome un beso en mi frente y dirigiéndose hacia la cocina.

Me senté en mi cama, mirando la entrada de mi habitación, como si algo pudiera ocurrir en ese mismo instante. Saliendo de mis pensamientos, me levanté e ingresé al baño. Mirándome en el espejo noté algunas marcas en mi cuerpo, que jamás había visto, justamente estaba en mi brazo derecho, donde aquella sombra me agarró fuertemente. Se me erizó la piel al recordarlo. Baje mi mirada intentando en no pensar sobre aquel sueño. Me quité la ropa, entré a la ducha, abrí la regadera, sintiendo las primeras gotas de agua pasar por todo mi cuerpo y disfrutando de ella, despejando mi mente y sintiéndome más tranquila.

Minutos después de haberme organizado por completo, bajé las escaleras, comí lo que mi madre me había preparado y me fui directamente a la preparatoria. Cada vez que caminaba por aquel sendero que me asustaba un poco, sentía que alguien me estaba siguiendo mis pasos y vigilándome. Yo intentaba mirar hacia atrás, cuando lo hacía, no veía a nadie, así que, me tranquilicé.

. . .

- Quiero que lean desde la página 139 hasta la página 150, por lo cual, deben de traer un informe sobre el tema. - cuando el profesor terminó de hablar, la campana sonó. Ya estaba exhausta de la clase de literatura, realmente era mi primera clase, así que, estaba un poco perdida de lo que habla aquel maestro. En ese momento pensé en buscar ayuda con alguno de mis compañeros, pero al parecer nadie quiere ayudarme. Cada vez estoy afirmando en que seré una solitaria.

Tenía que ubicarme donde me tocaba después. Aunque era un poco difícil, tenía que memorizar cada rincón de esta preparatoria. Lo que me subía de animo es que al menos había conocido a Isaac, pues, él fue mi salvavidas.

Caminaba por el pasillo con pasos lentos, hasta que alguien agarro mi cintura, provocando que diera un pequeño salto del susto. Volteando al instante, mi corazón latía más rápido. Era Isaac.

- ¡Isaac, me asustaste! - puse mi mano en mi corazón, sintiendo lo rápido que estaba.

- Lo siento. Te vi y quise saludarte. - ríe. - Te fui a buscar y no estabas. ¿Por qué no me esperaste para que me fuera contigo?

Voces ConfusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora