*diez

1.7K 118 50
                                    

séptima semana de cuarentena

Durante el resto de la semana no pasó absolutamente nada especial.

Mauro sigue siendo un tiernito, pero también sigue sin pillar mis indirectas ah.

Estábamos en el salón, a punto de jugar a una partida del fifa.

- Tengo una idea - dijo Mauro con una sonrisa traviesa - Si yo gano, hacés lo que te pida, si vos ganas, hago yo lo que vos quieras, ¿trato? - dijo tendiendo su mano.

- Ay Mauro, ¿qué tenés en mente? - dije dándole mi mano, cerrando el trato.

- Ya verás, voy a ganar - dijo él con aires de superioridad.

Empezamos con la partida. Estaba nervioso, si yo ganaba, ¿qué le iba a pedir? ¿y qué me iba a pedir él?

Estaba re desconcentrado, así que acabó ganando él, tenía miedo.

- Y bueno, ¿qué querés? - dije una vez que dejé el mando en la mesa.

- No te asustes porfa.

- Claro que no Mauro.

- Emm, Matías, ¿me podrías dar un... em un beso? - dijo medio nervioso, ¿había escuchado bien?

- Espera, ¿qué? - dije, haciendo que agachara la cabeza, medio sonrojado. Posé mis dedos en su mentón, levantando su cabeza.

Me acerqué a él, quedando cara a cara.

- Mauro ¿Éstas seguro? - pregunté antes de juntar nuestros labios.

- Sí, por favor.

En un pequeño movimiento uní nuestras bocas, era tal y como me lo imaginaba, o incluso mejor.

Nos separamos poco después, fue un beso corto, pero lleno de emociones, tenía el corazón a mil.

- No digas nada, voy a... em a por algo de beber - dijo tímido y aún sonrojado, marchando hacia la cocina.

¿Cómo quería que no hablase de aquello? Es en lo único que pensaba ahora mismo.

Había besado al tan perfecto de Mauro Monzón.

Entré a la cocina y él estaba sentado en la encimera bebiendo de un vaso con agua.

Seguía todo rojito, se le ve tan tierno.

- Perdón - dijo cuando me vio aparecer.

- ¿Perdón por qué? - dije posicionándome entre sus piernas, para poder observar mejor su linda cara.

- Por obligarte a hacer eso - ay, más tierno.

- No pasa nada, me gustó - dije tratando de suavizar la cosa.

- ¿En serio? Pensé que...

- ¿Qué...? - dije tratando de que siga la frase.

- Que te negarías o te enfadarías.

- ¿Por qué haría yo eso?

- Y no se... - dijo rascando su nuca, jamás lo había visto tan tierno y nervioso - ¿Por qué me miras tanto? - dijo y puse mi sonrisa más tierna, Mauro me tiene loco.

- ¿Puedo? - dije llevando mi mirada a su boca y luego hacia él.

- Claro que sí.

Llevé mis manos a su cintura, y mis labios a los suyos.

Este tacto se sentía tan bien. Como si estuviese en el mismo olimpo, besando a uno de los dioses.

Él posó sus manos en mi nuca, empezando a acariciar mi cabello.

No comprendía exactamente todo esto que estaba pasando en este momento, lo único que tengo seguro, voy a disfrutarlo

- Sé que no somos de hablar mucho sobre sentimientos - habló Mauro después de separarnos por falta de respiración - Pero me hacés muy bien Matías, con vos soy muy feliz. Tenía miedo de arruinarlo todo. Vos sos todo lo que tengo Matías, si te perdiese, el mundo se me viene encima - dijo Mauro cabizbajo, murmurando.

- Mauro... - dijo haciendo que me mire - No te preocupes más por esas cosas, ahora estamos bien Mau, no nos va a pasar nada, siempre estaré acá con vos - dije ahora abrazándolo, de modo que podía escuchar sus latidos, acelerados.

- Gracias Matías - dijo aún escondido mi cuello, haciendo que su respiración choque en mi piel.

- No me las des bebito, te quiero - dije separándonos.

- Yo también, mucho - dijo poniendo pucherito.

Y las ganas de besarlo entraron de nuevo.

Esta vez dejé un cortito y fugaz beso en sus labios.

Haciendo que Mauro se sonrojara levemente.

- ¿Podemos ir a ver una película? - dijo acariciendo mi moflete.

- Vamos - dije agarrando su mano para volver al salón.

Nos sentamos juntitos, acurracados para ver la televisión.

A mi mente se vino lo ocurrido tres semanas atrás. Cuando se alejó de mí.

Capaz era momento de pedir explicaciones, saber lo que pasó.

- Mauro, perdón por molestarte, pero, te acordás de lo que pasó hace unas tres semanas? - él asintió bajando su cabeza, avergonzado - ¿podrías em... explicarme que pasó? porfa.

- Mm bueno. Yo pensé que... lo mejor sería alejarme de vos. Ya te dije, tenía miedo. Vos me gustás, tengo miedo de que no sea algo correpondido y todo se vaya a la mierda por mi culpa.

- Mauro, ¿me éstas jodiendo? - ¿de verdad no se había dado cuenta que él me gusta?

- Eh, no - dijo el dudoso debido a mi respuesta.

- Llevo dos años mandandote miles de indirectas y palos, pensé que ya te habías dado cuenta.

- ¿Darme cuenta de qué? - ay Mauro.

- De que me volás la bocha, me tienes re loquito Mauro.

- ¿Posta? Jamás pensé eso.

- ¿Puedo darte otro besito?

- Todos los que quieras Matías.

Esa respuesta fue lo único que necesité para besarlo. Son tan suaves y tan lindos.

Nos separamos rato después, nos miramos durante un tiempo. Tan perfecto ibas a ser Mauro Monzón.

- Podríamos, emm ya sabes, estar... juntos - dijo jugando con sus manitas.

- ¿Ser novios decís? - dije separando sus manos para unirlas con las mías.

- Sí, eso - dijo medio tímido.

- Mauro, ¿querés ser mi novio? - pregunté haciendo que la sonrisa de Mauro se anchara.

- Sí, Matías - dijo volviendo a unir nuestros labios, en un beso cálido, lindo y tierno.

Miles de sentimientos recorrían mi cuerpo, mi corazón iba a mil por hora.

Es tan perfecto.

Tan Mauro.

- Vamos a dormir porfi - pidió haciendo pucherito.

Asentí y subimos agarrados de la mano.

- Vení porfa - dije una vez que ya estábamos acostados, para poder abrazarlo mejor.

Nos acurrucamos, cara a cara, nuestras narices chocaban.

- Buenas noches bebito - dije acariciando su mejilla.

- Buenas noches novio.

cuerentena / litckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora