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Recorría toda mi habitación con los ojos mientras caminaba de un lado a otro revisando que no me olvidaba nada. No iba a pisar este cuarto por mínimamente un año así que debía controlar que no dejaba nada importante.

Con mis manos atrás de la nuca iba y venía de pared a pared estresada. El morocho estaba sentado en la cama tratando de tranquilizarme y evitando que pierda el control.

—Eu Chanchi baja un cambio amor—se paró y me tomó de las manos—estás muy alterada y te va a hacer mal—dijo dando un suave apretón sobre estas.

—No me quiero olvidar nada Matu, sabes que si dejo algo cague porque no puedo venir a buscarlo—dije tratando de tranquilizarme aunque no había forma.

Estábamos a solo una hora de ir para el aeropuerto, mi viaje recién salía a las 10 de la mañana pero teníamos que estar tres horas antes más o menos por cualquier inconveniente que pudiéramos llegar a tener.

Terminando de revisar mi habitación por décima vez y mi vieja nos pego un grito desde abajo avisando que ya era hora de irnos. Con la ayuda de Mateo agarre todas las valijas y bajamos la escalera con cuidado.

—Mica dame las valijas así las cargo en el auto—me dijo mi viejo.

Asentí y le alcance todas para que pudiera guardarlas.
Ya esta todo listo, mi familia junto a Mateo están sentados en el auto esperándome a mi que todavía sigo en la casa mirando para todos lados con un par de lagrimas en los ojos.

"Solo es un año Micaela no te vas para siempre" me repetía mi subconsciente y es verdad pero así y todo no podía evitar ponerme mal. Voy a extrañar demasiado todo.

Salgo de la casa y ahí están mis personas favoritas mirándome desde el auto con una pequeña sonrisa.
Seco mis lagrimas y me dispongo a caminar hasta ellos pero un grito me detiene.

—Micaaa—escuchó gritar y rápidamente me doy vuelta hacia donde proviene el grito.

—Manucho—sonrío al verlo venir corriendo desde la esquina y me dispongo a caminar hasta él.

—beba pensé que no llegaba—me dijo con algunas lagrimas pero con su hermosa sonrisa que me aliviaba.—no sabes lo que corrí—dice agitado y ambos reímos.

—pensé que no venías—lo abrace fuerte apoyando mi cabeza sobre su hombro.

—¿como no voy a venir a despedirte?—dice en mi oído.

—Te amo tanto Manu, no te das una idea lo que te voy a extrañar—dije cuando nos separamos.

—Beba sabes que yo también, va a ser muy difícil no verte por un año—dice mientras las lagrimas recorren sus mejillas—me va a faltar mi mejor amiga, mi hermana, mi todo—hace una mueca—pero escúchame beba—me agarra la cara con ambas manos para que lo mire a los ojos—esto es lo que siempre quisiste, desde que te conozco que querías llegar a ser la mejor modelo y encima de una de las marcas más grandes del mundo—me sonríe—es tu sueño Mica y vas a cumplirlo.

Las gotas de agua salada caían por mi rostro hasta mis labios. Manu me miraba a los ojos también con sus mejillas mojadas y tratando de sonreír aunque solo parecía una mueca.
Ya es hora de irme así que rápidamente vuelvo a abrazarlo y llenar su carita de besos.

—Nos vemos Manucho—le digo con mis manos sobre sus hombros.

—Nos vemos Micucha—me sonríe—rómpela porque sino no te voy a perdonar haberme dejado—dice haciéndonos reír a ambos y cortando un poco el momento triste.

—Voy a hacer que valga la pena—le digo y dejo un rápido beso en su mejilla para volver hacia el auto.

Al subir todos me miran con una sonrisa. Me siento al lado de Mateo quien rápidamente pasa sus brazos por mi cintura atrayéndome más hacia él. Mi viejo arranca el auto y apenas este empieza a moverse giro mi cabeza para la ventanilla donde todavía se encuentra parado Manuel con una pequeña sonrisa saludándome con la mano.

¿Siempre juntos? //Trueno//Mateo PalaciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora