Evidencias

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Otra vez estaban los tres juntos en comisaría, pero en esta ocasión no era por cometer algún delito ni nada parecido, sino que esta vez estaban esperando por una limusina que venía a recogerlos para dirigirse al tan famoso concurso de talentos que ya andaba por las bocas de toda la ciudad de Los Santos. Un evento nuevo que había surgido en el cuál demostrabas tu talento siendo juzgado por cuatro personas, estas obviamente eran el superintendente Jack Conway, Gustabo García y Horacio Pérez, nuevos reclutas en el cuerpo policial junto con un viejo amigo de la ciudad Jhonny. 

Los tres primeros se habían tomado la molestia de vestirse adecuados para la ocasión, Conway iba trajeado de blanco haciéndole ver lo mamado que estaba, Horacio iba con su estilo de glamour como siempre, resaltando todas sus facultades y Gustabo que ese día había optado por algo menos llamativo que se ajustaba más al cuerpo, con una  destacable pajarita que le hacía ilusión.  

Los menores eran quienes más demostraban sus nervios, iban de aquí para allá dando saltos, corriendo e incluso molestando al mayor como solían hacerlo con sobrenombres diciéndole viejo de todas las maneras posibles. 

Llegó un momento en el que pensaron que el vehículo ya no llegaría por lo cual se subieron al tan conocido Audi de color amarillento y neones morados, daban vueltas por los alrededores de comisaría, intentando que el tiempo pasara más rápido.

Cuando decidieron ir por su cuenta al estadio donde iba a ser el evento se cruzaron de cara  con el vehículo que los debería llevar, por lo cual volvieron y apenas estaban al lado de la gran limusina de color rosa, viendo como del interior salía el comisario Greco particularmente elegante para ese día.

Al subir, Conway y Gustabo se sentaron en la parte trasera, dejando a los otros adelante. 

Ya más en privacidad se dieron el lujo  de ponerse calientes como si fueran unos adolescentes, tocándose por sobre la ropa y rozándose. El castaño pudo contemplar como al superintendente se le marcaba algo grande en la zona baja, sin más comenzaron con besos rápidos y húmedos, el mayor ya no soportaba la presión así que le indicó al menor que se sentara en el suelo y se encargara de su problema, ya que según Horacio se los comían pues ahí tenía, y era uno muy grande.

Desabrochó la prenda inferior del peligris, bajando la ropa interior, teniendo en primera plana como saltaba el pene delante de su cara.

Poco a poco fue dejando besos en la punta que ya estaba mojada, lamiendo a los alrededores. Deleitando a su lengua por todo el tronco de aquel falo, no había rincón que se dejara. Al ver la impaciencia del otro, introdujo el miembro de una vez casi ahogándose en el  proceso y tosiendo, lo que llamó la atención del conductor preguntando si atrás todo se encontraba en orden. Por obvias razones Conway contestó diciendo que el otro se había atorado con un caramelo por los nervios. Mientras Gustabo seguía encargándose de su problema.

El menor iba succionando, notando como las mejillas se ahuecaban y su garganta abría paso a semejante tamaño. Hizo el mismo proceso e iba intercambiando en pasar sus labios sobre la punta. Con tiempo comenzó a utilizar las manos para ayudarse y hacer sentir más placer a su papu que parecía que iba a acabar en cualquier momento y sin más ni avisos lo hizo.

Se corrió en la boca del pequeño, dejándolo tragarse la esencia. En ese momento el chófer estaba abriéndoles la puerta trasera desde afuera debido a que los llamaron un par de veces y ninguno respondió por lo cual decidieron abrirla sin más. 

 Conway bajó del vehículo como si nada hubiera pasado tan tranquilo de la vida mientras que Gustabo bajaba y Horacio le preguntaba si todo iba bien porque decir que el menor estaba sonrojado es poco.

-Espera Gustabo, ven aquí.- Llamó Greco deteniendo el caminar del nombrado a la vez que sacaba un pañuelo de su bolsillos y se acercaba al más bajo de todos.

-La próxima traten de no dejar evidencias, menos cuando va a haber un evento en vivo.- Y con esa frase limpió la mejilla izquierda de Gustabo la cual contenía la esencia de Conway, haciéndolo sonrojar más si es que era posible.

Después de aquel altercado, Gustabo apresuró el paso hasta ir a un lado de  su amigo y el super, con el comisario siguiéndolos desde atrás, ingresando al lugar.

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Horny Time // IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora