Muerte

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Como normalmente hacían estaban patrullando y deteniendo a las personas que sobrepasaban los límites establecidos, que eran los parquímetros andantes ese día, en pocas palabras. 

Al retomar el camino a comisaría vieron al superintendente exaltado y yendo hacia todas las direcciones, no entendían que sucedía, los demás oficiales estaban del mismo modo y todos equipados. 

Horacio fue el que interrogó la situación, obteniendo de información que una mafia había secuestrado a un compañero de trabajo, más concretamente a Leonidas. No sabían que hacer, era la primera vez que les pasaba eso estando ahí. Torrente de manera rápido les dijo que se prepararan y subieran a un patrulla, los tres partieron en un mismo vehículo comenzando a patrullar como hacía el resto de la malla. 

Una vez más tranquilos recorriendo la ciudad, pero a la vez revisando si ocurría algo fuera de lugar o si conseguían pistas acerca de la ubicación del agente desaparecido. 

Comenzaron a platicar de manera relajada de cosas que hacían por las tardes, sus turnos, vida más íntima pero sin pasarse. Todo iba bien, recibieron un llamado informando que encontraron a su compañero, sin más tomaron rumbo a comisaría hasta que de repente unas camionetas impactaron contra el coche, desestabilizando haciendo que derrapara de golpe. Una vez hecho eso, de los vehículos bajaron unos sujetos enmascarados, armados y cubiertos por prendas oscuras. Apuntaron a la cabezas de los tres oficiales y los hicieron bajar del auto para subirlos en las camionetas y atarlos por los brazos.

Lo único que se escuchó por radio fue el estruendo del coche junto con voces distorsionadas a los lejos. 

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Conway estaba ya en comisaría, se encontraba haciendo el recuento de los autos junto con los agentes que iban en ellos, con el tiempo vieron que no llegaban por lo que intentó localizarlos con la radio, necesitaba la ubicación sino se volvería loco. Las cosas parecieron detenerse en el establecimiento cuando se escuchó un estruendo sonando en todas las radios inclusive las voces de los secuestradores. 

El intendente no dudó ni un segundo en dictaminar nuevas órdenes a todos, peinando la ciudad nuevamente. No salían de una buena que ya tenían más problemas que antes.

Ya pasado un rato no había momento en el cuál el jefe no intentara comunicarse con sus oficiales. Habían recorrido toda la maldita ciudad y seguían sin información de las ubicaciones, llevaban así un buen rato. De pronto el celular del super comenzó a sonar.

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No se veía nada dentro del vehículo, solo escuchaba la voz de Torrente insultando a los encapuchados, no sabía donde estaba su amigo ni que pasaba y empezó a gritar su nombre, estaba aterrado hasta que lo oyó desde la otra camioneta, lo que hizo tranquilizarlo el resto del viaje.

Una vez frenados los vehículos, bajaron de ellos a tropezones y fueron escoltados hasta unas lanchas. Cuando subieron iniciaron un recorrido por el mar hasta arribar en una isla desierta.

Nuevamente los bajaron de allí para ponerlos de rodillas en el lugar con más personas de la mafia apuntándoles en la cabeza ante cualquier movimiento sospechoso. Horacio se encontraba llorando y rogando por su vida un buen rato, Torrente estaba todavía insultando a los secuestradores y Gustabo por su parte estaba en shock, hace tan solo unos minutos estaban tranquilamente hablando de la vida, sintiendo los brazos de Conway a su alrededor, esto parecía un sueño. 

Una voz se alzó y los tres prestaron atención, era el jefe de todo eso. El mencionado se presentó ante ellos, pero ninguno estaba realmente atentos a lo que decía, cada uno tenía sus propios pensamientos de los que preocuparse. Gustabo se alarmó cuando el señor enmascarado lo agarró fuertemente del brazo haciendo que se pare y susurrándole lo siguiente que debía hacer, ahora si que estaba totalmente con los ojos abiertos delante de sus compañeros.

Horny Time // IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora