¿Disculpas?

5.3K 331 383
                                    

Tiempo había pasado desde la tragedia con el oficial. En comisaría casi no se tocaba el tema, habían investigado sobre lo que sucedió, Gustabo y Horacio dieron sus testimonios. El superintendente incrementó aun más la seguridad en el lugar si era posible, estaba pendiente de cada uno de sus agentes al momento, obviamente no quería tener ninguna baja más en el cuerpo.

De un momento a otro se vió a Gustabo ingresando a comisaría con el bebé en un tipo de telar sobre el pecho y vientre a modo de envoltura para el recién nacido para mayor comodidad de ambos. Los pocos oficiales de turno miraban con incredulidad a los individuos, en la ciudad era más que conocida la nueva noticia a causa de diversos motivos: uno, fue el primer bebé concebido en Los Santos. Dos, estuvo en el vientre de uno de sus padres. Y por último, después del pasado del Superintendente, tuvo otro hijo y pudo formar una pequeña familia nuevamente. Con esto era más que llamativa la novedad. 

El pelirubio se pasaba por allí porque estar todo el día acostado sin hacer nada en su hogar no le llamaba mucho la atención, además aún no terminaba de creer que tenía un pequeño mocoso a su lado para siempre. La idea le aterraba, él nunca tuvo una figura paterna para guiarle y ahora él parecía encargarse de las cosas solo, ya que su novio desde que nació el pequeño solamente se mantenía alejado, lastimando a Gustabo de cierta manera.  

Estaba por ir en busca de alguien cuando simplemente apareció en su campo de visión, su mejor amigo. Con un poco de vergüenza se aproximó al de cresta pues no quería interrumpir lo que era una conversación con los comisarios, parecía importante. 

Los de alto rango miraron por sobre el hombro de Horacio, notando a los recién llegados. Con esta acción el de cresta giró en sí mismo notando a su amigo, con el pequeño envuelto en mantas. Los tres que anteriormente estaban hablando sobre algunos asuntos oficiales, caminaron en dirección de Gustabo y el bebé. Como era de esperarse, no dudaron en inspeccionar al infante. 

Luego de un rato conversando sobre como el rubio sobrellevaba el tema, confesando que poco sabía acerca este tema, investigando y viendo vídeos  sobre como manejar todas esas cosas nuevas. Si bien al tenerlo, Gustabo no era el más ilusionado, ahora se podría decir que daría la vida por su niño. Todo estaba saliendo bastante bien, hasta que llegó el Superintendente. A los cuatro mayores se les heló la sangre, sabían lo que ocurría con su superior, algo que ya llevaba tiempo lastimando al de menor estatura. La situación era que, Jack Conway aún no aceptaba la llegada de ese niño, ignorando a Gustabo y al niño en reiteradas ocasiones. Las miradas de la pareja cruzaron, ambos se mantenían firme, demostrando poder vencer al contrario. 

Horacio no quiso seguir siendo partícipe de eso, así que sin más sujetó el brazo de su amigo con cuidado y fueron hasta uno de los patrullas, el silencio reinaba, incluso el bebé se mantenía de la misma forma, agarrando los dedos de su padre y jugando con ellos. El más alto se ofreció a arrimar a su amigo hasta la casa de Conway para que vayan a descansar y que estuvieran más tranquilos. El coche arrancó y casi a mitad de camino la radio informó de una persecución cerca de la localización de Horacio. 

-Venga, déjame por aquí que ya me las arreglaré para ir hasta la casa-. Gustabo impuso la palabra antes de dejarle decir algo al conductor, el cual se negaba, la ciudad por las noches podía ser bastante peligrosa. Las voces en radio no se detenían, a gritos informaban agentes abatidos poniendo más presión en el supuesto héroe de la ciudad.  Al final Gustabo y su pico de oro lograron convencerlo y Horacio partió dejando a ambos a unas pocas cuadras de la residencia.

Iban tranquilamente por una de las calles, Gustabo se encontraba tarareando una dulce melodía al niño revoltoso que sujetaba y éste le miraba atento con los ojos bien abiertos, como si no quisiera perderse ningún momento el rostro de su padre. Unos pasos de oyeron detrás de el mayor, pero no queriendo ser víctima de las malas jugadas de su cerebro, siguió caminando. Sin más, aumentó los pasos, al igual que el sujeto que lo venía siguiendo. No tuvo tiempo a reaccionar cuando el hombre lo sujetó del brazo arrastrándolo hacia un callejón.  Los brazos de el pelirubio rápidamente rodearon al bebé, tenía miedo de lo que podría pasarles a ambos. El infante estaba haciendo pucheros amenazando con su llanto.  Por miedo Gustabo lo arropó contra su pecho, meciéndolo suavemente. Sintió como la punta de un revolver era colocada en su espalda baja. Aún así no podría permitirse hacer movimientos bruscos, cualquier cosa podría pasar.  

Horny Time // IntendenteplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora