Estaban a punto de comenzar el evento en donde la gente se pasaría a demostrar su talento o simplemente para hacer el ridículo ya que no tenían otra cosa mejor que hacer con su vida. Apenas presentarse en la entrada fueron recibidos por más seguridad del cuerpo nacional de policía guiándolos hacia el interior, dejándolos afuera del cuarto donde se realizaría tan dichoso evento. Gustabo se hallaba muy nervioso e impaciente por el descuido que tuvo bajando el coche, desde entonces no paraba de mirar hacia todos inquieto e inseguro, de vez en cuando le daban leves temblores por el resto del cuerpo poniéndolo con las mejillas rebozando de un lindo y tierno color carmín.
Todos los jueces estaban hablando serenamente entre ellos junto a algunos encargados de que todo saliese como debía y sin ningún error. El castaño más bajo comenzando a aburrirse decidió echarle un vistazo al lugar donde calificarían a las habilidades de la población. No es como si la sala fuera la gran cosa, adentro había un telón con el logo del acontecimiento en medio y otro detrás de donde se podían apreciar sus correspondientes sillas y un escritorio.
Por una extraña razón se dispuso a inspeccionar todo lo que veía hasta que finalmente se decidió por sentarse en la silla proporcionada para él, era bastante cómoda a su parecer. En un momento de analizar el sitio, no notó cuando ingresó Conway con su imponente presencia. Éste se fue acercando lentamente hasta posicionarse en uno de sus lados y sentándose en el proceso. Cuando iba a dirigirle la palabra al contrario, entraron por la puerta los demás jueces con el presentador y el cámara indicando como iban a ser las cosas.
Ya llevaban un rato observando y escuchando las cosas que debían calificar para futuras rondas finales, hasta que llegó un momento que Gustabo estaba comenzando a cabecear, por lo que depositó su rostro en uno de los hombros del superintendente en señal de cansancio.
Lo que no se esperó fue que éste le comenzara a toquetear por debajo de la mesa, más concretamente en la zona de los muslos que, poco a poco, el roce iba subiendo hasta su entrepierna. Pero que demonios le pasaba a ese demente, es que acaso no sabía que media, por no decir toda la ciudad, estaba presenciando aquél show en la televisión e incluso internet. Sin más se acercó a la zona del oído comenzando a cuestionarle lo que hacía.
-¿P-pero qué te sucede..? ¿ A-acaso no te enteras que estamos en vivo?... Detente, p-por favor, luego lo continuamos.- Dicho esto apartó bruscamente la mano de su superior acomodándose su zona baja debido a que algo le estaba comenzando a incomodar.
El mayor no aceptó este rechazo de su amante de buena forma por lo que lo tomó con firmeza de la cintura acercándolo y asustándolo en el proceso ya que el otro no se lo esperaba.
- Mira, princesa.. Voy a dejarte las cosas claras una vez más, aquí el que manda soy yo por mis santos cojones como tantas veces te he dicho, ¿me oíste? .- Esas palabras lo hicieron removerse en su asiento, de verdad la situación lo estaba empezando a prender por decirlo de alguna forma, la adrenalina de que estaban rodeados de gente y miles los veían desde la comodidad de sus casas.
Conway con su única mano disponible volvió a dirigirla hacia las partes del menor, desabrochando el pantalón para toquetearlo sobre la ropa interior causando que se remueva en busca de más roces.
- ¿Y que tal les pareció jueces?.- Interrumpió su momento el presentador. Gustabo atinó a ponerse lo más rojizo posible como el abrigo de su amigo, mientras que su amor estaba de lo más tranquilo, pudiendo taparlo justamente con la mesa que estaba enfrente de ellos.
El mayor de todos sin dudarlo contestó:
- En mi opinión, no podría decir que estuvo mal pero la verdad habría unas cuantas cosas que mejorar en cuanto a tu voz, por lo demás bien. Mi respuesta es un sí.- Eso verdaderamente lo que pensaba ya que en parte si estuvo atento a lo que hacía aquella chica con tan melodioso canto. Ahora era el turno de Gustabo, el cuál estaba demasiado nervioso y tembloroso, todos se percataron de ello.