Gerard Gómez en el camino del campo de árboles felices

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Mientras tanto, el pequeño Gerard flotaba risueño ahora en otra dimensión.

Acababa de dejar atrás el espejo luminoso, para continuar asombrándose ante las sorpresas que le había traído aquella tarde de limpiar el polvo.

Gerard río con fuerza una vez que se adentró con confianza, y comenzó a correr entre el bosque dispersado, de árboles chaparros con hojas de color verde oliváceo.

A Gerard le gustó así mismo el olor resinoso despedido de las maderas de los árboles. De alguna manera, Gerard se sentía protegido, alegre, en medio de aquella arboleda, al parecer desierta, pues no se veía rastro de alguien.

"¿En qué clase de espejo se había mirado?", se preguntaba el pequeño Gerard. "¿A dónde lo había llevado? ¿Cómo era todo eso posible?"

Narración de lo que le ocurrió a Gerard Gómez: mi primera verdadera historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora