Park Jimin

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Caminaba todo lo rápido que sus delgadas piernas daban de sí. Agitado pero sin pausar su marcha.

El joven que rondaba los 28 años, era seguido por las miradas de enamoradas alumnas y alumnos que suspiraban en su pasar.

Profesor de artes visuales, Min Suga. Un profesor amigo de sus alumnos, dulce, conversador, risueño y alegre. Destacaba en el su pelo color menta además de su amplia sonrisa donde mostraba sus pequeños dientes y rosadas encías.

Alguno que otro intento interceder su camino, pero él no paraba en su apresurado paso.

Recorrió los largos pasillos de la academia "Los Girasoles" en tiempo récord, desde su clase hasta la sala de profesores.

Al llegar al ala oeste, se detuvo una milésima de segundos a los pies de las escaleras, recorrió los peldaños con sus ojos grises, inclinado un poco la cabeza, no pensó en sus saturados pulmones, comenzó una nueva carrera hacia su objetivo.

Llegando a la tercera planta, sonrió ampliamente al divisar la puerta de la sala de profesores, y sin darse cuenta, dejó su paso aligerado, para comenzar a correr hacia ella.
Abrió la puerta de dos hojas, de par en par, en una entrada más que dramática.

El grupo de profesores que allí se encontraban, giraron sus cabezas exaltándose, hasta la de baile moderno casi se cae de su silla, del susto que se dio, por semejantes golpes de las puertas contra la pared.

Se adentró unos metros y mira ve o hacia la mesa donde siempre se sentaban, por fin soltó el aire contenido.

Carraspeó en un intento de disimulo al darse cuenta del escándalo que había formado.

Pasó sus manos por su pelo, acomodándolos, al igual que su camisa y corbata. Era un pelín coqueto, y le gustan el detalle de ir bien combinado.

Mirando de reojo al profesor de arte de la caligrafía, pasó de largo, sabía que aún estaba esperando la respuesta de su invitación a mostrarle unos cuadros, de no sabía que cosa en no sabía donde.

Llegó hasta la mesa, que era su objetivo inicial desde que salió corriendo del aula donde impartía clase, y se sentó frente a los dos pares de ojos que lo miraban.

El rubio, con una ceja enmarcada, desfigurado un poco su seriedad nata y el de pelo negro con una pequeña inclinación de cabeza, cual cachorrito juguetón.

—Suga...¿Has ganado la lotería o algo? —preguntó el qué estaba a su derecha.

—Venga habla, di, ¿Qué pasa?

Los miró de hito en hito por unos segundos, tomando aire y presionando la mesa con sus dedos hasta que sus nudillos se volvieron blancuzcos por la falta de riego de sangre, abrió su boca sonriendo hasta hacerse daño.

—Ha aparecido...ha-ha aparecido... —dijo susurrando e inclinándose hacia sus interlocutores.—

Los otros dos se miraron primero entre ellos para luego interrogar con sus ojos a Suga.

—N-nuestro, lololoque...papá...él...yo lo vi...

—Suga, respira, tranquilo, nos estás preocupando. — se adelantó el rubio tomándolo del hombro.

El pelimenta tomó aire, cerró sus ojos e intentó relajarse y enfocar.

—Es él, lo he visto... Dios, es hermoso, joder, no saben lo hermoso que es, es él chicos, ha llegado por fin...acabo de conocer a nuestro soulmate.

Ahora los tres se encontraban en uno de los almacenes de limpieza. Suga había sido prácticamente arrastrado hasta allí. La bomba que les había soltado, no era sólo difícil de asimilar, si no casi increíble, esperaban, rogaban porque su hermano no estuviera equivocado.

Campo de Girasoles -YOONMIN-SUMIN-AGUSTMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora