El accidente

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<<Una vuelta más y juro que moriré embriaga en sus brazos, con su mirada posando en mí rostro. Una mano envuelta en mí cintura, y la otra entrelazada con la mía; solo nos dejamos llevar por el sonido de la música y mí vestido se mueve al compás, cuan gratificante es sentirlo tan cerca; no puedo ver su rostro por el antifaz pero la profundidad de su mirada me lo dice todo, sé que es el hombre de mí vida. Sus labios se están acercando a los míos, es tan…>>

_Seleneeee!!!!

No sé muy bien donde estoy, solo sé que no es donde estaba hace un momento, pero ¿ por qué grita mí madre?.
Con el rabillo de un solo ojo veo mí reloj de media luna sobre la mesa de noche. Un grito que de seguro se escuchó a un kilómetro a la redonda sale de mí boca.

—Noooo!!! Es tarde! Llegaré tarde a la escuela! Y en el primer día.

Esto no está pasando, no puedo comenzar el año así, no otra vez. De un solo salto salgo de la cama, tengo tan solo un segundo para decidir entre bañarme o desayunar, decidido. Bajo a desayunar. Al poner el pie en el primer escalón de la escalera mí yo interior, siempre tan contrario a mí, me dice —no seas tonta Selene, antes muerta que cochina—  y tiene razón, puedo comer en el camino.

Me dispongo a bañarme cuando vuelvo a escuchar el grito ensordecedor de mí madre.

—Seleneeeee!!

—ya desperté mamá!

-Como es posible que tenga que estar pendiente de ti a estas alturas? ¿Cuándo te vas a volver una niña responsable? Quedamos en que te dormirías a un horario razonable.

Prendo la ducha y ya no la escuchó, aunque sé que seguirá hablando del tema incluso cuando ya me vaya. ¿Qué puedo hacer?, no fue mí culpa soñar a última hora con mí príncipe de la luna. Tampoco es mí culpa ser una romántica empedernida. Es suya.  Si señor, toda la culpa es suya por tanta historia y leyenda que me leía de niña.

Tengo exactamente, 10 minutos para llegar a tiempo a clases, lo cual se dificulta al tener que peinar mí largo y enmarañado cabello. Trato de cambiarme lo más rápido que puedo, por suerte mí adorada madre había preparado todo mí uniforme la noche anterior con la esperanza de que llegara por una vez en la vida temprano a la escuela. Ato mí pelo en un moño, retiro mí mochila del sofá y salgo a toda prisa.
Tal y como pensé mí madre seguía hablando ya con un pie fuera.

—Mira nada más cuanto me he retrasado yo por esperar a que tú salgas y asegurarme que vayas a la escuela. Tendré que avisar que llegaré un poco tarde.

- Lo siento mamá, ya ve a tu trabajo yo llego al colegio a tiempo si voy a toda prisa no te preocupes.

-—Suerte, te amo.

—Y yo a ti mamá.

Es histérica y refunfuñona, pero la amo.
Sigo corriendo pero al pasar la primera cuadra ya no puedo mas, me falta el aire, definitivamente tengo un pésimo estado físico. No importa, tengo que llegar a tiempo.
Doblo en la esquina y tropiezo con una baldosa, caigo de bruces y puedo sentir a demás de mí nariz echa pomada como se me quita mí zapato y sale volando frente a mí.
Esto no puede estar pasando, además de llegar retrasada voy a estar toda golpeada.

Qué desastre, no lo puedo evitar, sé que no debo hacerlo, tengo que aguantar, ya no puedo llorar por todo pero el escozor de mí nariz me supera y mis lágrimas comienzan a caer. De pronto salgo de mí sufrimiento al escuchar una voz quejándose también de dolor.

—Ay!!!! Mí nariz!! Niña tonta! ¿Cómo vas a lanzarme tu zapato en la cara?— su rostro luce rojizo y muy enfadado, habla con sus ojos cerrados agarrándose  su nariz— acaso lo haz hecho al propósito? Mí… — de repente al abrir sus ojos, me ve y se calla.

Creo que le di lástima. Se acerca, extiendo mí mano creyendo que él va a darme la suya para ayudarme pero lejos de eso solo vuelve a gritarme solo que más de cerca.

—cabeza de chorlito. Ten más cuidado la próxima vez.— pasa por mí lado siguiendo su camino.

Y ahí me quedé yo, toda tonta y confundida. Además de golpeada y dolorida, claro. -Qué chico tan guapo- pensé. Pero es un idiota!

Me levanto y consigo ponerme mí zapato olvidándome de mí dolor pero algo surge, una rabia interior que me supera y no puedo controlar. ¿Cómo pudo ser tan grosero? Antes de que doble en la esquina le gritó con mucho rabia.

—Ey tú! Idiota!!.

Él se detiene en seco y voltea a verme.  le lanzó una pequeña piedra que tome al alzar mí zapato. Le saco el dedo del medio y salgo corriendo en dirección a mí escuela.

Mientras sigo mí camino no puedo evitar pensar en ese chico, se que nunca antes lo había visto, sin embargo, tengo la sensación de conocerlo de alguna parte aunque, espero no volver a cruzarlo, me he portado como una niña y ahora siento mucha vergüenza.

Quiero ser tu HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora