Inexplicable como su mirada

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Dárien

Todo ordenado y limpio. Cada cosa tiene su lugar en mí departamento y así me gusta que se mantenga. Si bien he salido temprano de la universidad, se ha hecho demasiado tarde y no lo había notado. Antes de recostarme por fin, algo me lleva a asomarme por la ventana de mí habitación. Desde aquí se puede ver con claridad gran parte del parque principal de la zona. De alguna manera y muy a mí pesar, espero verla. Verla pasear despreocupada, alegre y feliz con sus amigos a la par. Ya llevo varios días topándome con la misma imagen al asomarme por esta abertura pero hoy no es el caso. Y agradezco que no lo sea puesto que ya son altas horas de la noche.

Enciendo la radio y la dejo encendida en bajo volumen como cada noche. Si bien necesito silencio absoluto para estudiar, a la hora de dormir, la música es mí compañía. Es agradable tener tu propio espacio y gozar de privacidad, pero inevitablemente extraño a veces el vivir con gente a mi alrededor.

Horas después me encuentro despierto aún sin poder conciliar el sueño. Cansado de dar vueltas en la cama, me enderezo y prosigo a buscar agua en la nevera.

Camino hasta mí mesa de dibujo. Y comienzo a trazar líneas mientras creo escuchar su risa. Estoy volviéndome loco lentamente. Eso debe ser. No puedo quitar la imagen de sus ojos atormentados y esas lágrimas corriendo por su mejilla. Esa no es su facción habitual. Siento rabia de no haber sido capaz de hacer nada por evitarle tan mal rato.

¿Pero en que estoy pensando?

Nada de eso me incumbe. Absolutamente nada. Tampoco me interesa. ¿O sí?

***

Mí cuerpo se mueve, siento que lo hace pero, mí mente permanece estática. Ahí plasmada se encuentra su imagen. Finjo que no. Pero ahí está.

Me encuentro en su casa y es aún más perturbador porque sé que se encuentra aquí al igual que el resto de su familia.

— Dárien. Muchacho, ten cuidado con eso. Vas a perforarte un dedo. ¿Te sucede algo? Te veo disperso esta mañana. — cuestiona Ignacio con un tono algo preocupado. Y es que tiene razón. No puedo concentrarme ni un poco.

— Oh. Si. Lo siento. Tendré más cuidado.

De tanto que le he dado vueltas a este asunto, concluyo que si no hago algo al respecto perderé la cordura.

Hablar con sus padres sería no solo lo correcto si no lo más sensato. Sin embargo, ella no me lo perdonaría y no es que me interese, solo que ya no me tolera y menos lo haría si voy en contra de su pedido.

¿O sí importa lo que piense de mí? Mierda.

Solo debo averiguar en donde encontrar a ese imbécil y dejarle en claro que Selene no está sola y que no le saldrá gratis molestarla.

Eso haré. Y espero sea suficiente para que no volvamos a tener noticias suyas.

Procuro concentrarme en lo que me resta por hacer, cuando un grito ensordecedor me saca de auge. Proviene del piso superior. No puedo equivocarme. Se trata de ella.

Pensando lo peor y sin reparar en nada ni nadie, salgo disparado a toda prisa del taller, cruzo la sala en donde alcanzó a atisbar que Samuel y su madre se encontraban perplejos mirando en dirección a las escaleras. Subo por éstas saltándome escalones por la prisa y llego hasta la puerta de la habitación de Selene la cual se encuentra abierta. << Que no le haya ocurrido nada>>

Por detrás de mí, escucho subir a los familiares de Selene y al darse cuenta de que no se encuentra en el cuarto, su madre procede a abrir la puerta del baño.

Todos nos asomamos a mirar con preocupación cuando volvemos a escuchar ese grito que dejaría sordo a cualquier persona que se encontrase cerca.

Ella se encontraba tendida en el suelo sobre sus piernas de espalda a la puerta, cubierta en su bata, restregaba sus ojos en tanto profería susurros y lloraba.

— ¡Por Dios santo Selene! ¿Qué te sucedió? — cuestiona alarmada su madre.

— ¡Que aumente de peso! ¡Mira la balanza! — decía a voz de grito entre llantos.

Mí mandíbula quedó a kilómetros de distancia de mí labio superior. No me había dado cuenta de que todo el tiempo había estado conteniendo la respiración del susto que me había hecho llevar.

¡Y ella sale con estás cosas!

Va a terminar por volverme loco.

Supongo que la madre de Selene se dio cuenta de que estaba observando a su hija en escasa ropa porque se nublo mí visión tornándose negra. Había colocado su mano frente a mis ojos para cubrir mí vista.

— ¡Dárien, cariño! — pronunció en tono de sorpresa y leve reproche.

— Oh. Lo siento. Si, si. Yo, el grito, corrí, entonces. — hablé de forma estúpidamente apresurada y sin coherencia por los nervios y la vergüenza. — volveré al trabajo— conseguí decir de forma más o menos inteligible y corrí escaleras abajo.

¿Qué había sido eso? ¿Qué me estás haciendo niña?

Todo me resulta totalmente inexplicable, como su mirada. Su dulce e inocente mirada. A veces tan tierna y otras tan cargadas de rabia. Esa rabia que la hace ver tan linda.

Lo bueno es que no se dio cuenta de que estaba ahí, pienso que entre tanto llanto y grito no escucho cuando hablamos su madre y yo prácticamente en susurros desde el marco de la puerta.

Odio la manera en que hago el tonto por su causa. Yo no soy así. ¿Por qué me comporto de este modo con ella?

<<Es solo eso. Una niña, por ello necesita que alguien la ayude. Solo eso>>

Tiene que ser solo eso.

. . .

— Caray... que "caripela" cargamos hoy friend. — me suelta Ben al verme llegar al local y apoyar mis antebrazos en el mostrador.

— Tuve una noche fatal.

— ¿Una? Llevas varias así. ¿Ya vas a contarme o no?

— ¿Qué cosa?

— Cómo se llama mí abuelita. ¿Cómo que cosa? Lo que te trae así, ¿Qué más?

— Ah... no, nada... supongo que aún no me acostumbro al nuevo departamento.

— Ajan... supongamos que te creo. ¿Qué tiene de malo o raro el "depa"?.

— Nada. Cambiando de tema. Hoy si vas a trabajar toda la noche. ¿Verdad?

— Y todo el día también. Ya tuve libre el sábado anterior. ¿Recuerdas? Pero, ¿por qué preguntas?

— ¿Puedes decirme dónde podría encontrar a esos tipos de las motos?

Ben me mira sorprendido. ­

­­­— Y... ¿para que o que necesitas a esos tipos?

— Solo debo solucionar una cosa. — Ben entorna sus ojos con más asombro aún.

— No sé qué te traes pero nada bueno ha de ser. Con esos tíos no se jode Darien.

— Como sea... tengo que encontrarlos.

Con mucha insistencia, logre quitarle a Ben la información que necesitaba. Por más que insistió no le di el porqué de la situación. Nadie más puede involucrarse en esto, Podría resultar peor.

 . . .

Algo pequeño, desde la perspectiva de DARIEN.

Quiero ser tu HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora