La primaria

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A veces le gustaba lucirse, más si era en frente de niños, pero no al punto de parecer presumida. A Rumi Usagiyama le encantaban los niños, por eso, cuando le pidieron que se presentará a unas clases en una primaria, acepto con gusto. Se colocó alegremente su traje de héroe —ya que esas habían sido las condiciones del director—. 

Se vio el el gran espejo, que estaba incrustado en la puerta de su armario, le gustaba el color blanco de su traje, le recordaba algo. Sin embrago el color que más amaba era el azul, como esa bella flor llamada aciano, que la había secado y pegado en el borde superior derecho de su gran cristal reflector. Aquella hermosa planta azulada la tenía desde que era una niña, pero no recordaba el por qué. 

Hace mucho tiempo que había buscado el significado de esa flor: "Mi amor es puro y limpio" decía la página, también significaba: "No me atrevo a confesarte mi amor". ¿Por qué no podía recordar a la persona que le dio esa flor? ¿Por qué escuchaba tan lejanas las últimas palabras que rememoraba siempre? "Algún día nos encostraremos de nuevo, Rumi". Decidió dejar de pensar en eso e irse a la escuela.

El lugar era pequeño y lindo, lleno de árboles, arbustos, entre otras plantas. El director de la pequeña primaria la recibió. Era un hombre mayor, no tenía un quirk y le gustaban los niños, él no tenía hijos, por eso decidió crear ese colegio, el cual era muy reconocido por su buen rendimiento. Pasaron por las salas de primero, la case 1 A, la clase 1 B, la clase 1 C y la clase 1 D, después siguieron las de segundo.

Ya casi era la penúltima hora del día escolar cuando llegaron al último salón de sexto grado.

— Niños, ustedes ya la conocen — dijo el hombre mayor — ella es la heroína número cinco, Mirko.

— Hola, señorita Mirko — la chica conejo se enterneció ante el saludo de los niños.

— ¡Hola, chicos! — ella respondió alegremente — Díganme ¿quién quiere ser un héroe?

— ¡Nosotros! — gritaron al unisono con entusiasmo.

— Niños, antes de que hablen profundamente con la señorita Mirko, me podrían decir dónde está su maestra— interrumpió el viejecito.

— Sensei llevó a Nanase-kun a la enfermería.

Mirko hubiera deseado que todos los chicos de la última clases estuvieran presentes, ella sabía que es sueño de cualquiera ver de cerca a un héroe, decir que estuvieron junto a él o ella, tener un autógrafo, que le dijera por lo menos un "hola". Al terminar con ese curso, le pidió al dueño el favor de ir a la enfermería, quería ver a ese chiquillo. Toco la puerta del lugar y un "pasé" se escucho del otro lado. Adentro estaba templado, no estaba frió como el exterior, los muebles y los materiales estaban colocados perfectamente, había unas tres camillas, en la primera había un niño recostado, parecía enfermo, a su lado estaba una mujer de cabellos albinos con mechones rojos.

— Hola...— dijo en voz baja — ¿tú eres Nanase-kun?— pregunto la coneja.

— S-sí...— respondió débilmente.

— Un gusto, soy Mirko.

— ¿La heroína?

— La misma.

El chico se alegró mucho cuando pudo ver bien a la albina, habló lo que más podía, Mirko lo hacía reír, cuando el niño se durmió — mucho tiempo después de que la héroe había llegado a la enfermería— la otra mujer le pidió hablar.

— Muchas gracias por hablar con él, parece que lo ayudaste mucho.

Rumi la miro, por alguna razón se le hacía familiar, el cabello le llegaba un poco más abajo de los hombros, era — como ya dije— blanco con mechones rojos, tenía dos luceros de color turquesa que estaban cubiertos por unos lentes delgados, era un poco más alta que ella — ahora Rumi sí que se sentía baja— y ocupaba unas ropas un tanto formales.

— L-le agradezco mucho que hay venido por él, estaba muy emocionado por conocerla— su voz era suave — Muchas gracias y perdoné las molestias.

— Oh, no hay problema — le respondió, sintió su cara roja — No es ninguna molestia, pero por favor, trátame de "tú", somos como de la misma edad, esto...

— Todoroki, soy Todoroki Fuyumi — la chica se inclinó ante ella.

— Bien, un gusto en conocerte Todoroki-chan — sacó su reloj y vio la hora — Me gustaría seguir hablando, pero tengo trabajo.

— Yo igual — ambas se dirigieron a la salida — Muchas gracias de nuevo... Rumi — Lo último fue tan bajo que la coneja no escucho.

...

Estaba cansada cuando llego a casa, ese día hubo muchos robos, un intento de asesinato, entre otras cosas, había peleado con cientos de personas para encerrarlos, se merecía un buen baño de tina, cuando se iba a sacar su cinturón encontró algo. Una nota y una flor ¿cómo no se dio cuenta? Y más importante ¿cómo diablos no se rompió? Misterios de la vida. Vio la hermosa flor, era un Aciano azul, abrió la nota para leer lo siguiente:

"¿Me recuerdas, Rumi?"

¿Quién eres? Se preguntaba Mirko, me relacione con mucha gente el día de hoy, por no decir que siempre me relaciono con demasiadas personas ¿cómo sabes mi nombre?

...

Hola ¿cómo están? Bueno ¿qué les parece? ¿Cómo quedó? ¿Esta interesante? Déjenlo en los comentarios, recuerden de comentar, votar y disfrutar...

Nos vemos en otra historia...

Kurenai-kun...


Notas y flores a mi linda conejita [YURI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora