Dos.

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La primera vez que veo a Kellin Quinn, mide un metro treinta y está manchado de barro por todas partes. Había llovido durante todo el día, y Kellin había aprovechado para prácticamente bañarse en uno de los charcos de su nuevo jardín.

"Vic, este es Kellin, nuestro nuevo vecino."

Su madre sonríe a la mía y después nos observan. Kellin intenta abrazarme, pero doy un paso atrás con el ceño fruncido porque tiene barro incluso en el pelo. Él no deja de sonreír. Aprendería más tarde que rara vez lo hace, y en las ocasiones en las que la sonrisa se borra de su cara, la tristeza es contagiosa.

"Soy Kellin." sonríe él.

Su madre invita a la mía a tomar café, y nos dejan solos en el patio. Si al principio es incómodo, Kellin hace que se me pasase. Me agarra del brazo, arrastrándome hasta el porche, y yo intento ignorar el hecho de que ha dejado marcas de dedos en mi sudadera. Me pregunta si me gustan los videojuegos, y cuando asiento, me pasa su Game Boy Color amarilla. Jugamos a Mario durante un par de horas, Kellin advirtiendo desde el principio que se le da bastante mal, y tiene toda la razón.

Cuando mi madre sale por la puerta trasera, nos despedimos de nuestros nuevos vecinos y yo corro hasta la entrada de mi casa, rezando por que Mike no se haya terminado las galletas mientras yo estaba fuera.

Mi yo de siete años no es consciente de lo importante que será Kellin Quinn para mí con el tiempo.

All The Small Things [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora