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Aunque Yoongi aparentase ser un felino muy arisco; en el fondo se consideraba una persona sensible, ser un gato no te hace un ser odioso como muchos creen, entre felinos está muy arraigado el sentimiento de manada. Por lo que es comprensible que al ver a su mejor amigo deprimido en la sala de estar mientras apestaba a miseria, se viese afectado por mera empatía.

—Jungkook...—. Intentó llamar la atención del lobo, sin embargo, fue recompensado por el silencio mismo—. Lobito—. Trató una vez más, en tono cantarín, una forma de mostrar su afecto, más el azabache permaneció indiferente.

Con un suspiro el omega desplomó sus hombros. Arrastró sus ojos por la estancia en busca de algo con lo que ayudar. Su mirada se detuvo en una pelota de goma, su color rojo vivo imposible de ignorar en medio de la sala monocromática sobre el piso de caoba oscura. Con una sonrisa felina se estiró para alcanzar la esfera con sus dedos huesudos, una vez en sus manos la lanzó en el aire y atajó diciéndose a sí mismo que esto era algo imposible de ignorar.

Los caninos aman estas cosas, incluso si él como gato no lo entiende del todo.

—Kook...¡Atrápala!—.Exclamó con entusiasmo mientras la hacía rodar por la alfombra.

Cruzó frente a los ojos caninos que instintivamente siguieron el movimiento. Hasta que el objeto desapareció de su vista, lo único que obtuvo Yoongi de esto fue un ligero movimiento de orejas que equivalía a nada para un depredador tan entusiasta como Jungkook.

Frustrado, Yoongi se echó de espaldas a la alfombra con un gruñido, sus ojos marrones vagaron por el techo pensando ¿cómo?, ¿Cómo levanto el ánimo de un depredador rechazado? . A duras penas supo qué hacer con su corazón roto en su momento. Y en todo caso, le debía a Jungkook un gran gracias por ser su mayor soporte emocional, él también estaba aquí para él, no por deber, si no por genuino cariño y preocupación.

El silencio se hizo eterno en tan solo cinco minutos, el ambiente cargado de feromonas tristes hizo todo aún más denso, el minino reflexionó algo en su mente y luego rodó sobre su costado en la suave alfombra afelpada.

No estaba frente a Jungkook, desde su posición solo tenía vista de las orejas caídas y el brillante pelo azabache que sabía es sedoso al tacto.

-Sabes...Odio verte así-. Dijo con los ojos fijos en las orejas peludas que aún no reaccionaban-. No me gusta que un omega inseguro apague tu estado de ánimo.

- Es mi destinado...-. Contestó.

-¿Es excusa? -. Lo cuestionó.

Jungkook no respondió, sus ojos trémulos vagaron entre las pelusas atrapadas en las suaves hebras de la felpa.

-En mi opinión, nadie, ni siquiera tu destinado debería hacerte sentir tan miserable...-. Expresó Yoongi sonando más brusco de lo que pretendía, pero el hecho de que la historia se repitiera, solo que en roles invertidos, activó una fibra sensible-. Yo no lo permití con Hoseok, tú no deberías con Jimin.

Silencio.

-...Es diferente-. Dijo Jungkook con voz temblorosa luego de un minuto callado, Yoongi sintió un tic en el ojo como muestra de estrés.

-¿Cómo es diferente? Es la misma mierda, mismo miedo, mismo prejuicio, mismas excusas-. Dijo mordaz, sin darse cuenta que su propia voz flaqueaba.

Las orejas puntiagudas inertes del lobo se irguieron de repente al percibir el sutil cambio de tono. Yoongi vigiló con el corazón en la garganta como el depredador se deslizaba sigilosamente sobre su antebrazo para mirarlo. Sus ojos oscuros y acuosos escudriñaron con detenimiento su expresión, como si estuviera buscando señales de tristeza, sin prestar atención a su propia carga emocional.

Sweet Bunny _ K O O K M I NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora