Capítulo 5

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Al día siguiente el chico se despertó sintiéndose un poco aturdido, se levantó mirando a su alrededor y se acercó a la ventana que daba hacia el Lago Hylia, el cual se veía claro y en calma, unos segundos después tocaron a la puerta –Link ¿Puedo pasar? –preguntó la voz de la princesa –adelante –respondió él sin apartar la vista de la ventana –¿Tienes hambre? –le preguntó ella, el muchacho se giró para mirarla –tú cara me dice que no… –comenzó Zelda, pero de la nada el estómago del muchacho gruñó, ella soltó una risita –…Pero tú estómago me dice que sí –Link esbozó una ligera sonrisa sin poder evitarlo –vamos a desayunar –lo animó la princesa mientras le extendía la mano y él la tomó sin pensarlo, ambos se dirigieron al comedor tomados de la mano.

Al terminar de desayunar, lo único que Link quería era estar solo, por lo que salió del castillo y se dirigió al Lago Hylia,


una vez allí se sentó afuera de la entrada a la Fuente de Lanayru, simplemente contemplando el lugar, unos cuantos Zoras nadaban cerca del lugar donde estaba la entrada al Templo del Lago, se quedó unos momentos recordando aquella travesía y la lu...

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una vez allí se sentó afuera de la entrada a la Fuente de Lanayru, simplemente contemplando el lugar, unos cuantos Zoras nadaban cerca del lugar donde estaba la entrada al Templo del Lago, se quedó unos momentos recordando aquella travesía y la lucha contra Morpheel, no pudo evitar sentir escalofríos al recordar que fue justo después de eso cuando Zant apareció transformándolo en lobo e hiriendo gravemente a Midna –me pregunto ¿Cómo estará? –se preguntó él –espero que bien –se dijo, inconscientemente miró su reflejo en el agua, algo que había evitado hacer, extrañaba su hogar, su trabajo en el rancho, a sus amigos, pero por sobre todas las cosas extrañaba a Ilia, era verdad que no sentía lo mismo que ella pero aún así la seguía queriendo y se preocupaba –pero al parecer ahora yo no le importo, seguro que ya se olvidó de mí –pensó el chico con tristeza –necesito comprobarlo por mí mismo –se dijo, volvió a donde estaba Epona y puso rumbo de nuevo a Ordon.

Al llegar a la fuente de Farone,


dejó allí a la yegua y él continuó a pie, al llegar al puente se sorprendió de no toparse con nadie, con forme se acercaba al pueblo su corazón latía cada vez con más fuerza, al llegar trató de mantenerse escondido para evitar que alguien lo viera...

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dejó allí a la yegua y él continuó a pie, al llegar al puente se sorprendió de no toparse con nadie, con forme se acercaba al pueblo su corazón latía cada vez con más fuerza, al llegar trató de mantenerse escondido para evitar que alguien lo viera, de pronto vio a Moy y al alcalde hablando cerca de donde él estaba, el chico se acercó sigilosamente para evitar ser visto o escuchado y aguzó el oído para descubrir de que hablaban –…Últimamente Link ya no se ha dejado ver por aquí –le decía Moy al alcalde –pues Ilia me ha dicho que a dejado el pueblo –respondió Rozzo, Moy lo miró con sorpresa –probablemente no pudo volver a adaptarse a su vida anterior –comentó con ligereza –mejor así, Ilia me contó que el chico causó todo lo ocurrido –dijo Rozzo, al oír eso Link sintió una fuerte puñalada en el pecho, se tapó la boca con la mano para evitar dejar escapar algún sonido –¿Te refieres a la aparición de los monstruos y el secuestro de los niños? –preguntó Moy –y el de mí hija –añadió el alcalde con enfado –nunca debimos aceptarlo, desde el principio me pareció extraño que un hyliano quisiera vivir aquí, yo sospechó que el chico huía de algo o lo habían desterrado –dijo Rozzo con desprecio –estoy de acuerdo –coincidió Moy –bueno, menos mal ya nos libramos de él, ahora podremos vivir en paz –los dos hombres miraron a su alrededor, los niños de Ordon jugaban cerca del río que cruzaba el pueblo e Ilia estaba con ellos –y esperemos que nunca vuelva –finalizó Moy y los dos adultos soltaron una carcajada al unísono y se alejaron de allí, el muchacho estaba aturdido, no podía creer lo que acababa de escuchar, Rozzo y Moy quienes siempre lo habían tratado con cariño ahora hablaban de él como si fuera un monstruo –¿Por qué? –era la pregunta que rondaba en su cabeza –¿Qué fue lo que hice? –se preguntó mientras lágrimas silenciosas comenzaban a caer por sus mejillas,

dejó allí a la yegua y él continuó a pie, al llegar al puente se sorprendió de no toparse con nadie, con forme se acercaba al pueblo su corazón latía cada vez con más fuerza, al llegar trató de mantenerse escondido para evitar que alguien lo viera...

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se escabulló en silencio y volvió a donde había dejado a Epona, aquella conversación no paro de darle vueltas en la cabeza, al igual que las lágrimas que seguían cayendo por su cara, durante todo el camino de regreso estuvo intentando calmarse hasta conseguir enterrar su tristeza y dolor, al menos por el momento, para que Zelda no sospechara nada.

Al llegar al castillo la princesa lo recibió en la puerta, él evitó mirarla y simplemente corrió hasta su habitación, cerró la puerta, se recargo en ésta unos segundos sollozando y sin poder contener más sus lágrimas se tumbó boca abajo en la cama llorando,


y todos los pensamientos y emociones que hasta ese momento había conseguido mantener a raya en lo más profundo de su ser se liberaron de nuevo, un rato después tocaron a la puerta –¿Link, puedo entrar? –preguntó la voz de Zelda, el chico no respon...

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y todos los pensamientos y emociones que hasta ese momento había conseguido mantener a raya en lo más profundo de su ser se liberaron de nuevo, un rato después tocaron a la puerta –¿Link, puedo entrar? –preguntó la voz de Zelda, el chico no respondió por lo que ella abrió la puerta lentamente y entró, el muchacho permanecía acostado boca abajo con el rostro hundido en la almohada,

la chica se sentó a su lado sin decir una sola palabra y simplemente acarició su pelo, allí estaba la princesa de Hyrule, sentada junto a él tratando de consolarlo, pasó un rato más hasta que el chico se calmó lo suficiente –¿Qué ocurrió? –le preg...

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la chica se sentó a su lado sin decir una sola palabra y simplemente acarició su pelo, allí estaba la princesa de Hyrule, sentada junto a él tratando de consolarlo, pasó un rato más hasta que el chico se calmó lo suficiente –¿Qué ocurrió? –le preguntó ella con preocupación, Link se sentó en la cama y le contó todo lo que había pasado –ya veo –dijo la chica con suavidad –eso debió dolerte mucho –el muchacho asintió –nunca imaginé que ellos pensarán eso de mí –dijo con voz ronca –siempre pensé que me querían… Pero ya veo que me equivocaba –ella lo miró en son de disculpa –tú no tuviste la culpa de lo que ocurrió, es injusto que te culparan por algo que no hiciste –dijo la princesa –la culpa fue mía, yo permití que todo eso pasara –explicó Zelda con tristeza –no tenías otra opción –protestó Link –era eso o enfrentar un destino todavía peor –los dos se miraron a los ojos, ahora era él quien la consolaba a ella –tienes razón –aceptó la chica –lamento que hayas tenido que pasar por eso –le dijo con sinceridad –sabes que puedes contar conmigo, no estás solo –le dijo abrazándolo –gracias –respondió el muchacho sintiendo las lágrimas caer de nuevo por sus mejillas.

Un Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora