XXXI

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Mis piernas se movían inconscientemente, el olor a café extrañamente me invadió, mareándome, sentí un líquido salival ácido, como cuanto estás a punto de vomitar deliberadamente

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Mis piernas se movían inconscientemente, el olor a café extrañamente me invadió, mareándome, sentí un líquido salival ácido, como cuanto estás a punto de vomitar deliberadamente.

Había tantas preguntas.

Tantas respuestas, que probablemente no fuesen suficiente para mí, porque quizá al saberlo solo me dejarían aturdida y poco cuerda.

—¿Por qué hizo esto? —cuestioné, tragué saliva porque mi voz salió apenas audible, para ser sincera no sabía a qué me refería en realidad, pero, cualquier respuesta estaría bien para mí.

—¿El qué? —Adam estaba tan confundido como yo, estas eran las primeras palabras que cruzábamos después de la llamada.

—¿Por qué Evander mando esas notas? —pausé—. También está el hecho de que Asher finge no conocerme en absoluto.

El moreno pareció pensarlo.

—Aun si te digo la verdad, tu corazón solo escuchara lo que cree conveniente, incluso si sabes que ambos pertenecen a la oscuridad, que son monstruos desalmados, seguirás creyendo en ellos...porque nublado el juicio, el corazón solo ve lo que le conviene.

Tenía razón.

Incluso si conocía la verdad simplemente me dedicaría a bloquear el dolor. Nada era real. Al menos no para mí.

—No se ha comprobado nada—dije de inmediato—sin embargo, no perdonaré a nadie si lastiman a Alexa.

—¿Aun si es Evander?

—Aun si es él, no pueden dañarla, ella es lo único que he tenido siempre—una sonrisa cargada de nostalgia cruzó el rostro del agente.

Le di un sorbo a mi café, los ojos de Adam se encontraron con los míos, noté una pizca de preocupación en su mirada que se desvaneció de inmediato.

—Asher Kerr dejo la vivienda, probablemente escapará en cuanto nos retiramos—parpadeó y meneó la cabeza, quizá por el cansancio—deberíamos irnos a casa.

Le di un tragó más largo al café americano, la cafetería estaba casi vacía a esta hora pero no importaba pasar la noche entera ahí, vislumbré la sombra de una sonrisa en el rostro fatigado del pelinegro.

—¿Te importa...sí?

Adam torció la boca y negó ligeramente, luego mi cerebro dio un vuelco mareándome, un mareo, otro más, los alrededores se volvieron borrosos, poco a poco el aire escaseó obligándome a jadear, de pronto dejé de visualizar a Adam, sabía que estaba ahí porque mencionó mi nombre.

Entonces todo sucedió muy rápido, el quejido gutural del moreno y el golpe seco tras de eso, los pasos precisos de alguien penetraron violentamente en mis oídos, en un síncope lioso me desvanecí en la oscuridad, lo ultimo que sentí fue como los brazos de alguien me sostenían, tal vez, Adam.

EL ASESINATO DE EVANDER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora