III

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Corrí a levantar a Alex, si ella estaba ahí, todo sería mejor, me ayudaría a pensar claramente

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Corrí a levantar a Alex, si ella estaba ahí, todo sería mejor, me ayudaría a pensar claramente. No sabía porque hacía eso, pero tal vez el enigma que envolvía el caso de Evander fue lo que me dio un empujón a ayudarlo.

Probablemente ese sería el inicio de un problema, pero, no podíamos dejarlo solo, no después de volver de la muerte.

Salimos por la parte trasera de la clínica, subí a Evander en la parte trasera de la camioneta, papá tenía un vehículo blindado por lo cual era una ventaja para ocultarse. Alex seguía perpleja y tenerla ahí, me hacía sentir más tranquila, menos lunática.

—¿Dónde lo vamos a llevar, Isla? —cuestionó Alex con los nervios de punta y la histeria a punto de estallar, estaba tan impresionada como yo, y ambas alternábamos nuestras miradas en el suelo y Evander.

—En mi casa, después veremos qué hacemos.

—¿Por qué no llamamos a la fiscalía?

—Él no quiere. Evander tiene sus razones, y si alguien regresa de la muerte yo le creó.

Alex acomodo uno de los mechones rosas que salían de su trenza francesa y soltó aire por la nariz haciendo ruido.

—Morí—susurró Evander consternado, debía ser una completa locura para él.

—Tranquilo, ya tendremos tiempo para pensar, ahora trata de calmarte—respondí, pero realmente esas palabras las decía para mí.

—Hazle caso a la rubia, primero hay que calmar esos nervios—completó Alex con ese tono de dramatismo que la caracteriza.

Por el espejo pude ver que Evander observaba su cuerpo de una forma extraña, Liam y él no eran muy diferentes, tenían casi la misma edad, solo que Liam tenía más cuerpo. Llegué a casa, aparque en el garaje y espere a que la puerta se cerrará por completo. Alexa movía la pierna constantemente, sabía que estaba nerviosa.

Entramos a la casa, obviamente no había nadie, papá se había ido de viaje a un curso y llegaría en dos días más. Hoy fue mi primer día, no quiero imaginar lo que me espera en los siguientes dos, sin papá.

—¿Quieren café? —pregunté mientras Alexa caminaba de un lado a otro y Evander observaba todo con suma torpeza.

—No, hay que pensar en que haremos, no es normal esto—gesticuló Alex en tono neutral.

—Perdón, pero yo no soy capaz de procesar esto sin cafeína.

—Ven, te daré ropa—ofrecí mi mano a Evander, dándole una mala mirada a la morena que parecía no importarle el caso del pobre chico.

Evander asintió y sonreí dulcemente. Él me recordaba a Asher, mi hermano murió en un accidente. Por lo que tenía ropa de él guardada en su habitación, papá siempre quiso que todo siguiera igual. En ocasiones entraba en la habitación de Ash y lloraba en silencio por no tenerlo aquí, a veces papá hacía lo mismo.

EL ASESINATO DE EVANDER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora