XVII

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ACTUALIDAD

Alba se despertó ese día en medio de una casa fría y silenciosa. Por lo que pudo ver a través de la ventana del cuarto, todavía parecía temprano, pero ya sentía la necesidad de levantarse, sabiendo que no podría volver a dormir. Dejó un beso en la frente de su esposa que dormía profundamente antes de levantarse de la cama.

Ciertas partes de su cuerpo le dolían y no pudo evitar sonreír cuando recordó lo que ella y Natalia habían hecho anoche, aprovechando el hecho de que su hija se había quedado dormida en el momento en que su cabeza tocó la almohada y que sus padres la habían seguido de la misma manera. Una de las cosas que más amaba de su matrimonio era que a ninguna de las dos les importaba el hecho de haber estado juntas durante quince años, el deseo que sentían una por la otra era algo que parecía nunca terminar.

Se puso una blusa y pantalones cortos sobre su cuerpo desnudo y fue al baño, donde hizo sus necesidades y se echó agua fría sobre la cara pensando que necesitaba un café. Sus pies calzados con las zapatillas de gato que le había regalado su hija la Navidad pasada eran silenciosos contra el suelo frío. Llegó a la cocina se acercó hasta la cafetera y suspiró mientras dejaba hervir el agua.

El cielo al otro lado de la ventana ahora que comenzaba a aclararse, adquiriendo tonos de azul claro, rosa y naranja que la hicieron considerar la posibilidad de encerrarse en su estudio para moldear esa escena en uno de los lienzos blancos que había mantenido.

Estaba tan concentrada en este colorido paisaje, este cambio gradual de la noche a la mañana que no escuchó que alguien se acercaba. Rafi entró en la cocina, envuelta en una túnica lila que parecía protegerla de la brisa fresca que corría por la casa.

Por ser muy observadora, Rafi no había dejado de notar la mirada perdida que su hija sostenía en su expresión desde la cena del día anterior. Alba parecía estar luchando entre mostrarse presente y dejarse llevar por los pensamientos que la invadieron. Llevaba tantos años conviviendo con la mujer que podía identificar su estado de ánimo casi con tanta precisión como el de su padre.

- Hola Alba, buenos días. - la más joven se volvió hacia ella algo asustada y Rafi le dejó un beso en la mejilla que la otra le devolvió con una sonrisa. - Huelo café, ¿te importa si tomo un poco? Podemos beber afuera y ver el amanecer.

Alba asintió con una pequeña sonrisa en sus labios. Mientras tomaba otra taza del armario, Rafi repasó mentalmente la conversación que habían tenido en esa misma habitación el día anterior, podría haber sido breve, pero por las reacciones de la más joven, sintió que la había afectado más de lo que realmente demostraba.

Con el café ya en la mano, las dos salieron de la casa y sentaron en el pequeño columpio que había allí. El paisaje multicolor provocó un suspiro de la artista que vio la escena pensando en la mejor manera de darle forma en su próximo trabajo.

La mujer mayor sopló tranquilamente el contenido de su taza y luego tomó un pequeño sorbo de la bebida amarga. El líquido oscuro le cayó por la garganta y la calentó en esa fría mañana.

- Gracias de nuevo por invitarnos, sabes que tu padre se vuelve loco si se mantiene alejado de Angélica durante mucho tiempo.

La joven Reche se echó a reír, se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo de café.

- Ella también se vuelve loca sin él, pero no hay necesidad de agradecer Rafi, siempre serán bienvenidos en nuestra casa.

- Bueno, agradecer nunca está de más.

La mujer se encogió de hombros y volvió la vista hacia el jardín tratando de encontrar la manera de comenzar la conversación que quería tener con su hija.

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