44. Desmantelando planes.

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El desayuno en el Gran Comedor era un bullicio de conversaciones y risas que llenaban el aire, pero para Alice, aquel lugar parecía demasiado ruidoso esa mañana. Apenas había entrado con el único propósito de enviar un par de cartas, ambas cuidadosamente dobladas y protegidas con un lacre sencillo. Su atención no estaba en la comida ni en la gente, sino en el pájaro anaranjado que esperaba pacientemente en la mesa de Ravenclaw.

Sosteniendo las cartas, Alice se inclinó hacia el ave, sus movimientos ligeros pero precisos, como si tratara de no perturbar la energía a su alrededor. Sus dedos, delicados y hábiles, ataron las misivas con cuidado a las patas del ave.

—Vuela con cuidado, mon petit oiseau, —murmuró suavemente en francés, sus palabras cargadas de afecto.

El pájaro, como si entendiera, soltó un suave graznido antes de extender sus alas y elevarse en el aire. Alice siguió su vuelo con la mirada, una pequeña sonrisa curvando sus labios, hasta que desapareció en la distancia. Solo entonces soltó un suspiro y se giró para marcharse.

Pero su salida no fue tan sencilla como esperaba.

Justo cuando se acercaba a la puerta del Gran Comedor, una voz familiar y cálida llamó su atención.

—¡Alice! —Cedric Diggory la saludó con una sonrisa brillante, su postura relajada pero impecable como siempre. Con su altura de 1.85 metros, Cedric destacaba fácilmente entre la multitud, y su cabello castaño, cuidadosamente despeinado, parecía capturar cada rayo de sol que entraba por las ventanas del comedor. A su lado, Cho Chang lo miraba con una mezcla de disgusto y frustración apenas contenida, claramente incómoda con su entusiasmo hacia Alice.

Alice se detuvo, sus ojos grises brillando con sorpresa y una pizca de resignación. No era la primera vez que se encontraba en una situación como esa.

—Cedric, —saludó, sus palabras teñidas de cortesía, aunque su mirada se desvió rápidamente hacia Cho—. Cho... —Hizo una pausa, frunciendo el ceño ligeramente mientras buscaba las palabras correctas—. Changa... ¿Chon? No, tampoco...

—Es Cho, —corrigió la joven, su voz tan afilada como una navaja. Su expresión era una mezcla de incredulidad y disgusto, como si el simple hecho de estar cerca de Alice la hiciera querer girarse y marcharse.

—Sí, eso mismo, Cho. —Alice sonrió, pero el brillo travieso en sus ojos delataba que estaba disfrutando un poco de la incomodidad de la otra chica. Ignorando la mirada gélida de Cho, se dirigió a Cedric—. ¿Te importa si hablo contigo un momento? Será rápido.

Cho abrió la boca para protestar, pero Cedric respondió antes de que pudiera emitir sonido alguno.

—¡Claro que no, Alice! —Su tono era entusiasta, casi demasiado entusiasta, lo que no pasó desapercibido para Cho, cuya mandíbula se tensó visiblemente.

Alice inclinó ligeramente la cabeza, ignorando la evidente incomodidad de la situación. Aunque podía sentir la mirada perforante de Cho sobre ella, decidió enfocarse en su objetivo.

—Cedric, ¿te gustaría dar un paseo mañana? Necesito hablar contigo sobre algo importante. —Sus palabras eran directas, pero su tono se suavizó al final, mostrando una seriedad que no solía tener en sus interacciones casuales.

Cedric frunció el ceño, pensativo, mientras Cho lo miraba con los brazos cruzados y una ceja enarcada.

—Bueno... no estoy seguro. Cho no suele estar muy feliz si estoy lejos por más de una hora, especialmente sin chocolatinas cerca, —bromeó Cedric con una sonrisa despreocupada, aunque la tensión entre las dos chicas claramente comenzaba a afectarlo.

Alice rodó los ojos, cruzando los brazos y dirigiendo una mirada mordaz a Cho.

—Ah, claro. Las chocolatinas, —murmuró con sarcasmo antes de girarse hacia Cho—. Hablando de eso, quería presentarte unas chocolatinas de China que traje. Son realmente únicas. Estoy segura de que te encantarán. —Su tono era cortés, pero había una chispa de desafío en sus ojos.

Alice y el Prisionero de Azkaban [AIH #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora