006. Accidente / Rosstrange

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Las relaciones entre heroes y humanos eran, por obvias razones, de las más eztrañas y casi siempre terminaban con un mal final para los dos bandos.
Strange lo sabía muy bien, sin embargo, le importaba poco; él tenía en cuenta que su pareja no era cualquiera, y que cuando se trataba de momentos de tensión, Everett controlaba el momento con tranquilidad, tomaba en cuenta también que era un increíble agente.
Aún así, existía entre sus constantes pensamientos ese miedo de un presunto enemigo que pudiera compararse con un peligro mayor a cualquier ser humano. Esos peligros dignos de avengers, sí, esos.

Hace unos meses habían comenzado a vivir juntos, no se veían casi todo el día desde el lunes hasta el sábado, y su único tiempo de charla era en la oscuridad de su espacioso dormitorio, y era suficiente. Con tan solo saber que tuvieron un buen o mal día era suficiente para estar contentos.
No eran una pareja muy romántica, los dos hombres estaban aprendiendo poco a poco el significado de qué era amar enserio.
Los domingos eran sagrados para los dos, podían quedarse en cama hasta tarde, solo mirandose mutuamente, curiosos. Veían películas o salían a caminar por un momento.
Olvidandose de sus cansados y pesados trabajos.

Exactamente en el comienzo del fin de semana Strange se dedicaba a cuidar el templo. Caminaba entre varios pasillos, —ya un poco aburrido— dirigiéndose hacia la biblioteca para leer un poco.
Hace unos minutos había recibido un mensaje de Ross, este mismo avisándole que llegaría temprano a casa. No podía evitar su expectación para llegar a su hogar.
Por ahora solo le quedaba concentrarse.
Elevó su cuerpo tomando un libro entre manos, sentandose en una silla cercana comenzó su lectura. Cada dos horas caminaba por el templo percatandose que todo estaba yendo por un buen camino.
Entre esas caminatas escuchó un estruendoso sonido desde afuera, como un golpe de algo cayendo. Se dirigió hacia la ventana apresurado; mounstros extraños caminaban entre las calles aplastando lo que estuviera adelante,  dirigiéndose hacia el norte.
Salió apresurado colocandose su capa, hacia afuera.

...

Abrió los ojos despacio, la luz del foco le caía directamente a su vista, su cuerpo pesaba, y estaba muy incómodo.
Pudo sentir los pitidos de las máquinas y el típico olor a café de su templo. ¿Qué había pasado?
Wong estaba al costado suyo, leyendo una revista sentado en un sofá. Cuando sintió la mirada de Strange elevó su rostro.

— ¿Qué paso? —preguntó Stephen. Tratando de recordar lo que había ocurrido. Cuando juntó cables, se sintió un poco avergonzado.

— Te aplastó — dijo su compañía con cierta algarabía, sonriendo de costado. Recordando el momento de la caía del hechicero supremo. Strange se había precipitado y acercado más de lo necesario a esos extraños mounstros, sin percatarse que habían muchos más de los que había contado— No fue tan grave, la capa de levitación te ayudó a no salir tan lastimado. No vi la necesidad de llevarte al hospital. Aun así, debes quedarte echado por unos días.

—¿Qué pasó con los mounstros?

—Ya nos encargamos de ello. Hubo un problema de algunos estudiantes al abrir portales—respondió tranquilo— Nos tomó unas horas.

Stephen asintió despacio, aún sintiendo esa incomodidad en sus brazos. Tenía alunos rasguños y moretones. Era una exageración tener tantas cosas conectadas, pero en ese instante no tenía muchas ganas de quejarse.
Unos segundos pasaron mientras se acomodaba en aquella camilla, llegandole el nombre de Everett a su mente. Se exhaltó buscando alrededor suyo su celular.

— Él está bien—comentó Wong, calmandole—Está aquí. Estuvo llamándote muchas veces. Fue a comprar algo para cenar, de seguro ahora regresa.

Después de explicarle se levantó, susurrandole un "descansa un poco", saliendo lentamente de la habitación.
El ex-cirujano agarró su celular que estaba en uno de los cajones de la mesa de noche.
Revisó las notificaciones y era verdad. Tenía aproximadamente diez llamadas perdidas.
Sonrió cálido por la preocupación del agente. Se supone que era él un héroe, no debería cometer un error parecido jamás.

Escuchó pasos acercándose hacia la puerta, y como un niño expectante observó como Everett entraba en la habitación con lo que se suponía que era la cena.
Cuando Ross se percató que su amado estaba mirándolo fijamente soltó unas risas.

— Hola—dijo el hombre mientras se acercaba al accidentado, sentandose en el sillón más cercano— ¿Cómo estás?

— Soy un asco de superhéroe.

El agente comenzó a reirse junto a Stephen, asintiendo burlesco.
Mientras tanto, abría la comida china que había traido. Por la oscuridad de la noche, se podía deducir lo tarde que ya era, y que muchos restaurantes estaban cerrados. Aun así, Everett consiguió algo para comer.

— Deberías jubilarte—agregó el agente sonriendo conteniendo su risa. Se escuchaba la adolorida risa de Stephen en todo el cuarto. Hablaban bajito por la hora, volviendo el lugar más hogareño. Ross hizo una señal al hechizero para que se acomodara para comer.

Stephen le hizo caso.
Cuando estuvo sentado, llevó los fideos a su boca, muy hambriento. Su pareja hacía lo mismo; Everett había salido de su trabajo solo hace unas horas, asi que tenían la misma necesidad de comer algo.

— Muchas gracias—murmuró Strange cuando estaba ya terminando. Mostrando una gran sonrisa al contrario. En sus ojos, podias notar el cariño y afecto que le tenía. Ah, Strange estaba totalmente enamorado. Y con razón.

— No hay de qué, Stephen —respondió, dejando el plato hacia un costado, mientras se inclinaba agarrando una mano y enrollandola en las suyas; colocandola al costado de su rostro. Mirandose mutuamente, con unas sonrisas de bobos— Solo no vuelvas a hacer algo así, ¿entiendes? Y si lo quieres realizar me mandas un mensaje diciendome que quieres suicidarte; yo estaré ahí.

Strange continuó riéndose, guardando la recomendación para otra ocasión.
Se acercó veloz hacia el rostro de su pareja, dándole un beso en la comisura de sus labios.
Así pasaron la mayor parte de la noche.
Cuando el agente sintió sus ojos comenzar a cerrarse, se echó en el sillón, dispuesto a soportar la molestia. Esperando el siguiente día. 

; 12  M e s e sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora