Las luces y vestimentas caras, eso, solo eso era lo que podía observar. Personas frías, adineradas, y con un futuro muy aburrido por delante. No tenía sentido odiar, si en realidad él era parte de esos tantos.
Y por que bueno, era un invitado más.
Hace un par de horas se había realizado una ceremonia extraordinariamente lujosa en el palacio de la familia Holmes. El hermano mayor, estaba más cerca a su coronación, (como si a alguien le importara).
John no tenía idea de qué hacía allí, solo a su padre le llegó la invitación.
Al menos esperaba que la comida sea buena.Que buena suerte tienen los Watsons, que era una de esas fiestas de té. Con postres diminutos, y bueno, con té.
Movía su cabeza buscando en algun rostro de los invitados una muestra de decepción. Sin embargo, todos parecían con una aura de "ya me lo esperaba".
Se quedó con solo los hombros medios caidos, pues era la única forma, sin dejar de ser un caballero, de mostrar su disgusto. Su padre lo miró, frío.
Como todos los que estaba ahí.Sus ganas de irse acabaron cuando probó el postre, mismo que no duró mucho y no pudo con la cobardía para pedir más. Asi que se quedó sentado en esa redonda mesa, con otras personas con el mismo, o un mayor estátus que él hablando sobre nuevos cuadros, de nuevos terrenos. ¡Oh, te compró un nuevo anillo! ¿Sabías que tengo un pony?
Esperó el té, escuchando todo el ruido de cubiertos y de cuchicheos como si fuera una máquina encendiendose.No llegó.
Solo llegó la música clásica, invitando a todos a bailar. En un abrir y cerrar de ojos todos los de su mesa estaban en el centro del salón, con una persona que no habían visto en su vida.
Su padre le dijo que conoció a su madre en una fiesta como esas. Bailando.
John mismo se creó su incomodidad al verse como el único sentado; quiso ir al baño, pero, bueno, en ese castillo cualquiera se podría perder. No tenía idea de qué hacer.. . .
— ¡Maravilloso! — dijo John, que hace unos minutos había olvidado a donde se dirigía cuando se encontró con ese joven de ojos cristalinos en una esquina. Mismo que le había relatado casi toda su vida en tan solo unos minutos.
Aquel joven en realidad trataba de que se alejara, pero lo atrajo más.El hombre pálido movió un poco su cabeza al escuchar esa respuesta— ¿Disculpa?— se movió entre la sombras como una serpiente, poniendose de pie. Mostrando su traje caro y su porte de nobleza. John abrió un poco su boca al verle. Se había sorprendido, pensaba que era una clase de mendigo. No podía estar más equivocado.
— Eso, eso, estuvo increíble— soltó el rubio tragando saliva, pensando que habría dicho algo mal. Dispuesto a alejarse y regresar a su mesa— Con su permiso...
— Sherlock.
— Sí. Bien— dio un par pasos hacia atrás casi pareciendo que iba a correr— Un gusto, Sherlock— pensó en darle la mano. Pero en serio que todo estaba yendo muy rápido. Asi que solo sonrió y movió su cuerpo dispuesto a regresar por donde vino.
No escuchó respuesta del otro hasta unos minutos después.— ¿Té?
Supongo que lo había conseguido. Qué bien. Estaba sentado en una de las bancas del patio, fuera de la fiesta, junto a aquel misterioso chico; y una taza entre manos; de forma muy increíble, su acompañante supo lo del azúcar. Miraban el cielo.
Sherlock al parecer no era mucho de hablar, y él parecía un estúpido por intentar iniciar una conversación. De igual manera, el otro le había invitado.— ¿Cómo supiste de mi herida?— murmuro, no le gustaba hablar de aquello. Pero si era la única forma de tratar de iniciar una conversación...
— Tu mano está alerta de tu hombro. Colocas tu brazo en dirección a tu herida. Tus manos húmedas por guantes, y tus mangas con algunas gotas de alcohol, demuestran prácticas médicas. Es entonces que no te interesa del todo el uso de armas, entonces esa herida de bala fue causada en tu misma área. — tomó un respiro— Tu padre es reconocido y un trozo de hielo, de hecho, lo conozco. No dudó ni un segundo en meterte en esas prácticas, ¿no es así?
Sherlock dejó salir humo tras tomar un respiro de su tabaco. Pasaron segundos donde esperaba él una respuesta del pequeño rubio. No escuchó nada. Es ahí donde movió su cabeza disimuladamente para verle.
El chico estaba mirando el suelo.— Yo-
—No, está bien — John sonrió de nuevo, ocultando, claro, que alguien más sabía de cómo era su padre detrás de su mascara— fue, fue realmente increible.
El ambiente se había convertido más espeso, y a la vez, íntimo. Sin embargo, Watson no tenía idea del otro. Sabía que era de la realeza, no es tonto; sabía también que le gustaba la química por algunas partes de sus dedos con quemaduras y marcas de cortes. Además, que era muy, muy listo.
Tomaba sorbos cortos de su té, la música seguía con el mismo volumen, pareciendo no acabar. John suspiraba por el frío, era soportable, pero aún así quería entrar. Sherlock, en cambio, parecía estar midiendo el pasto, o leyendo algo en el vacío.
Casi escupió toda su bebida al sentir el brinco inesperado del ruloso hacia el frente, dispuesto a preguntar, vio la sonrisa ensanchada de Sherlock.
Se quedó expectante.— Dime, chico, si fueras capaz de robar una fortuna y aquello solo se haría en matar a tus hijastras, ¿cómo lo harías?
John aún sorprendido, quiso seguirle el juego, aeselistillo.
— Bueno, no lo haría.
— Eres mejor que eso.
— ¿Sicarios?
— En la misma casa.
— Veneno.
— ¡Exacto!
Sherlock olvidó que tenía unos zapatos nuevos y que los estaba malogrando debido a los pasos desordenados y erráticos que estaba dando en el mismo pasto. John lo miraba con curiosidad, aún no sabiendo a qué se refería; no es normal que alguien te pregunte cómo matarías.— Lo lamento, pero no entiendo.
— Sus mascotas, sus mascotas exóticas. No me sorprendería que tuviera una boa venenosa— ya en ese tiempo el ruloso estaba en su propio mundo, hablando solo— Oh... ¡el plato de leche!
Watson tomó aquello como una despedida, y una indirecta que ya era de que se vaya. Dejó la taza, se limpió su traje, y fue rumbo al salón.
— ¿Cómo te llamas?— el rubio movió sus talones, recordandose que había hablado de su maldito accidente con alguien que ni se sabía su nombte.
— John, John Watson.
— Un gusto, Watson— sonrió Sherlock mirandole a los ojos— Disfruta la fiesta.
— Oh, no, mejor no— dijo John cuando ya se sintió muy lejos del patio; sin embargo, escuchó una carcajada profunda justo atrás de él. Y sonrió.
. . .
Al día siguente, justo al despertar, su ama de casa le trajo en su cama una carta liviana con solo una nota dentro. De forma casi anónima, llevandose pues, solo un "S.H".
La abrió con sus propias manos.«Grooweng Street 101 — 3:30 p.m
Si no se te da una fiesta, se te dará un buen misterio, John. »Watson se asustó un poco los primeros segundos, después de juntar los cables en su cabeza dormida, distinguió de quién era y rió silenciosamente. Era un Holmes, dios, Sherlock Holmes. Watson era un idiota.
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; 12 M e s e s
AcakRelatos sobre el fandom Johnlock y Rosstrange, por los escritos dados. El libro del "reto" estará en mi lista de lectura. T e r m i n a d o 🦎💕