Con sus manos casi temblando buscaba entre sus cosas ese regalo. Ese algo para que logre destruirse por completo. Destruirse, pero para volver a construirse solo (O eso quería).
Pero, dios, jamás sintió tanta soledad y odio así mismo como cuando empuñó ese pequeño anillo.
No era capaz de aguantar su llanto hasta ese momento; porque lo ocultó por tanto tiempo que cuando explotó ya no pudo parar.
Lo extrañaba tanto...
Si contara las noches en que deseaba regresar a la ciudad y verlo. Disculparse, besarlo. Besarlo mucho. Hablar con él, solo unos segundos, que, por favor, lo espere.
Pero era imposible.
Porque sería imposible.Recordaba, entonces, la primera vez que lo vió. Sentía que lo conocía, y a la vez no. Sentía que quería quedarse con él para siempre. Promesa suya, que, ahora, no ha cumplido.
Cada minuto que pasaba, ese significativo y maldito anillo le recordaba qué perdió.
Recordaba, también, su primera salida juntos. Jamás volverá a escuchar alguna de sus frase sarcásticas, ni de sus carcajadas medias silenciadas. Porque Everett no le gusta reir en público; y que bien, porque esa sonrisa explendida la podía ver unicamente él. Fue en un lugar exagerado para su billetera, pero aún así, Stephen siempre ha sido un lujoso. Oh, y cuando caminaron por un parque en medio de la noche; Everett no dejaba de quejarse que no pagó su cuenta, que tenía su propio sueldo, uno muy bueno.
Extrañaría eso. En serio que lo haría.
Si pudiera... Si pudiera abrir un portal y traerse a Ross junto a él. Le enseñaría qué puede hacer ahora, que aunque sea un mago con el poder de controlar el tiempo no es nada sin él.
Que retiraba todo lo que dijo antes, y que, por dios, le diga que lo ama una vez más. Una último te amo, estaría bien.
Tal vez el agente le diga algo como: ¡Eres un payaso! moviendo sus brazos exageradamente. Como lo solía hacer cuando Stranque hacía alguna locura, o trataba mal a sus compañeros de trabajo.
No entendía, cómo un pequeño hombre serio se fijó en él. Si, en realidad, era un payaso estúpido.Observó ese anillo en mano.
¿Lo recordará? Quería pensar que sí.
Necesitaba pensar que sí, y que lo esperaría.
Ese maldito anillo, llamado maldito solo por Strange. Porque Everett no lo usó. Porque en esa reunión se lo iba a dar; y pasó lo que pasó.
Ya no podía controlar los temblores de sus manos en ese momento. ¿Era tan debil y así quería salvar a algún ser humano? ¿Valia la pena?
Un gran pulso en su pecho, dificultad en respirar.
El anillo no estaba mal, solo él.
Trataba de buscar una razón, una salida, si en realidad quería estar ahí. Si en realidad quería estar solo. Reglas de esos superhéroes famosos, al parecer.
No quería cumplir nada, ya no. Quería regresar a casa.
Pero también quería sus manos de vuelta, porque eran importantes en su vida; al igual que podría salvar vidas. No volvería a ser cirujano, y es algo que trataba de aceptar.Recordaba, su primera noche juntos.
Fue totalmente raro. Porque parecían un par de adolescentes descubriendose así mismos, conversando más que otra cosa. Pensando que, enserio se necesitan el uno al otro.
Recordaba, de forma clara, al agente.
Lo recuerda tan bien; que le daba miedo dejar de hacerlo.
Olvidarse de algunos detalles, hasta que ya no quede nada. Olvidar que odia el café, pero lo necesita, dejar de lado la hora exacta en la que los ojos de Ross abrían, como un reloj; despertandolo. Tal vez olvidar era lo mejor.
Se desvaneció en su cama, dejó el anillo a un costado, mañana tenía otro libro a leer; y ya era madrugada.Decir que no soñó con él era una total mentira. Wong lo notó. Hace mucho, desde que llegó. No sabía muy bien la razón, pero aún así, ver que Stephen no había dormido bien, le preocupaba.
— ¿Estás bien?— dijo su compañero— No es necesario que me respondas, digo, no somos mejores amigos o algo así, pero-
Strange susurró un no y no hubieron más preguntas.
De igual manera, poco a poco Wong lo supo, y le guardó muchísima pena.
Pero todo aquello lo eligió Stephen, no había paso atrás.
Así, hasta que se lo volvió a encontrar. No se vieron mutuamente, cada uno sabía quién estaba allí. Pero no estaban listos para hablar nada, su orgullo y el tiempo ganaba.
No estaba muy cambiado, seguía igual, mismo peinado, aún obsesionado con el trabajo.
Y eso, exactamente eso, le hizo comprender que no estaba bien recordarlo. Que lo ama, sí, pero qué se le podía hacer.
Los dos se desearon lo mejor esa tarde.
No más.
Y el anillo, guardado en un cajón con llave, bien escondido.No sé que hice aA ;_;
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; 12 M e s e s
AcakRelatos sobre el fandom Johnlock y Rosstrange, por los escritos dados. El libro del "reto" estará en mi lista de lectura. T e r m i n a d o 🦎💕