Capítulo VI- La Savia Venenosa del Árbol-Dios te dé la Paz Maldito!

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CAPITULO VI: LA SAVIA VENENOSA DEL ÁRBOL EL CABALLERO DE LA LUNA SANGRIENTA - אלוהים לעזאזל שלום! (Dios te dé la paz, maldito!)

Finalmente el momento ha llegado; las horas han pasado desde el "paseo del mapache" hecho por Jonas Buckingham, quien luego de ello,  aprovechó para volver a su casa y antes de efectuar la misión "dormir" un poco en el estanque de sangre y quedar a punto y en plenitud de capacidades mentales y físicas.

Luego, tomó un baño largo y a consciencia; debía, estar plenamente concentrado y a punto...no en vano, iba a ejecutar una aciaga y por demás nada agradable labor, que, ante la ley humana y ante los ojos del creador era un delito y un pecado: eliminar personas.

En muchos casos, no obstante, no había ni siquiera un asomo de culpa o pecado alguno; la razón de ello estaba en el hecho de que sus misiones, luego de haber sido reclutado por parte del hoy Gran Maestro Clement Oldsper, de quien supo luego se trataba de Cayo Draco Longinus, el centurión romano que lanceteó a Cristo en la cruz en el Gólgota, era la de eliminar, permanentemente, a esbirros pertenecientes a una antigua y nefanda raza, los reptilianos, así como a sus aliados humanos en los diferentes círculos del poder.

Y, si bien, eran seres humanos los aliados de los reptilianos, sus muertes no eran para nada, en su concepto, algo por lo cual sentirse siquiera culpable: se trataba de escorias, de traidores, de bastardos que, por intereses meramente personales en un gran porcentaje de casos, estaban dispuestos a traicionarlo todo, a acabarlo todo e incluso hasta vender y prostituir a sus propias madres, sus hijos, su especie, a cambio de nimios beneficios, que los reptilianos les daban.

Sin embargo, pese al paso de los siglos, y de haber ejecutado, con calma, pertinaz y constante frialdad y con suma dedicación a cientos, quizás miles de aliados, asociados y cómplices de los reptilianos, Jonas Buckingham, no era del todo un hombre feliz, y en su concepto, pese a ser inmortal, nunca lo sería; no se trataba de que no pudiese disfrutar de los mal llamados "placeres mundanos" porque de eso había hecho uso y quizás demasiado e incluso con un abuso que sobrepasaba todo lo racionalmente posible: en tantos siglos de existencia, había perdido la cuenta de cuántas mujeres habían pasado por su cama, cuanto licor había bebido y cuanto desperdiciado, cuantos excesos había hecho en noches llenas de perdición,vicio y oscuridad y cuantas víctimas había dejado su labor como ejecutor.

Puesto que, pese a ser un antiguo noble inglés, un cruzado cabal en todo el sentido de la palabra, y un hombre que había roto hacía mucho, pero mucho tiempo la barrera de lo creíble para entrar en el brumoso y quizás fantasioso mundo de lo legendario, que se suponía ya luego de tanta sangre derramada no tendría ni un atisbo de conciencia, o siquiera algo medianamente parecido o similar a ello, aún luego de siglos de existencia, todavía algo le carcomía por dentro y le hacía recordar que, pese a su inmundicia de siglos, aún poseía conciencia: lo hecho en sus últimos días como un ser humano común y silvestre, un ser humano "normal".

Por tanto, parado en su baño, tomando una amplia y helada ducha, enteramente desnudo, con los ojos cerrados, Sir Jonas Buckingham, noble del imperio británico y antiguo cruzado, cada vez que estaba alistando su cuerpo, su mente y sus sentidos para ejecutar una misión de asesinato, pasaba por un ritual sumamente doloroso...sumamente íntimo y sumamente emocional...

Recordaba su mas grande dolor, sus más grandes pecados, y su más grande culpa que le llevó luego a volverse un ejecutor de Dios...culpa que surgió en sus días como templario al servicio de la Corona Inglesa.

Flashback de Sir Jonas Buckingham.
San Juan de Acre, Ciudadela Templaria, Reino Cristiano de Jerusalén. 06 de Abril de 1291.

Los soldados musulmanes marcharon sin cesar...primero varios hermanos mios los detectaron el día 05, acercándose a la Puerta de Maupas, cerca de Montmusart; según el criterio de nuestros hermanos ubicados en las murallas de la parte norte de la ciudad, eran "cientos como los grandos de arena del árido desierto, puesto que no pueden contarse y podían verse hasta donde alcanzaba la vista"....

LA FORJA DEL DESTINO -I Parte: Fuegos y PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora