Capítulo 27: Amantes

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—Se me hace bastante injusto el que nos hayan hecho hacer la fila para la comida solos y ustedes se hayan quedado descansando aquí tranquilos

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—Se me hace bastante injusto el que nos hayan hecho hacer la fila para la comida solos y ustedes se hayan quedado descansando aquí tranquilos. Siempre creí que los requiems eran un poco salvajes, pero no había visto guardianes con hambre, eso sí es verdaderamente traumático.—Comentó Sebastián.

Luego de comer, comenzaron a planear la estrategia para el día siguiente. El escondite de Cristob era una cueva no muy lejos de donde se encontraban, aprovecharían la noche para que algunos requiems y guardianas del aire fueran a inspeccionar la cueva y sus alrededores desde lejos, para entrar de la mejor manera. Una guardiana de figura ágil y con un firme recogido en su cabello, se ofreció para ir, junto a ella también iba a ir una sílfide, esta era parecida a un hada, pero a diferencia por ejemplo de Venus, sus alas eran como de libélula y su aspecto más jovial y delicado, su cabello era azul intenso al igual que sus ojos, Eliza todavía no se acostumbraba totalmente a la belleza de este mágico mundo. Además, un espíritu de un celeste traslúcido y con figura parecida a la de un humano, pero mucho más borroso, las acompañaría y como estarían en el aire, podría volverlas “invisibles".

—Gracias por ayudar a mi hermana,—habló Eliza emocionada —y a mí, muchas gracias.

—Trin paí mai ain inirin airin ai paiquin.—Dijo la sílfide con una voz de campanilla, tomándole las manos.

—Dice que es todo un honor para ella poder ayudar a una pequeña.—Dijo la guardiana del aire— las sílfides pueden entender los idiomas humanos si se dan el tiempo de aprenderlo, pero por la forma de sus cuerdas vocales no pueden emitir los mismos sonidos, a por cierto, me llamo Caeli.

—¿Hablas sílfide?—Preguntó una de las guardianas.

—Claramente, no solo soy una cara bonita.—Respondió Caeli jugando.

—Gracias Caeli, por ayudarme, muchas gracias, se que probablemente no lo haces por mi, si no que para luchar contra Cristobl, pero aún así, en verdad gracias.

—Para eso estamos los guardianes.

Luna le había suplicado a Venus que se ausentaran un rato del lugar, le había visto muy estresada por la lucha que acontecería día siguiente, así que le llevó a la orilla del islote a nadar a la luz de la luna. Las(y los) hadas y las sirenas(y tritones) por naturaleza eran enemigos, sus elementales, aire y agua eran contrarios al igual que la luz y la oscuridad.

Muchos años antes de estos acontecimientos, Luna y Venus se conocieron. Las sirenas no podían volar, y según esta lógica las hadas no podían nadar, o al menos no debían, Venus sabía esto pero siempre le atrajo el agua, los ríos y mares, quería saber que se sentía estar sumergida en una laguna y estar con sus alas empapadas, no sabía que podía pasar si lo hacía, según sabia ninguna lo habla intentado antes.

Un día de acercó demasiado a la orilla de la laguna cercana a la de la tribu, se dijo a sí misma que solo metería la punta del pie, pero eso era solo engañarse, porque en cuanto sintió esa sensación sobrevoló la laguna y se lanzó en picada, el agua era increíble. Tantas sensaciones se mezclaron que no se dio cuenta de la profundidad de la laguna, estaba cayendo y no sabía cómo salir a flote, batió sus alas, movió los brazos desesperada pero nada servía si no sabía nadar, era su fin.

Magia y Fuerza (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora