"La luna ya no brilla" [GiyuuShino]

Mariposa Monarca

Junto a la puerta de la habitación, con un ágil movimiento, Giyuu sostuvo la brillante mariposa entre sus manos.

— Necesito que me lo devuelvas — dijo en el momento que, tras haberlo traccionado en vano, se percató que la mujer tenía el cinto del adorno enrollado en uno de sus dedos.

— Y yo necesito subir de rango, así ambos ganamos ¿No cree, Tomioka-sama? — le rebatió ella, aprovechando la cercanía de sus manos para acortar la distancia entre ambos.

 Él no entendía cual era la manía de la mujer con su persona, puesto que simplemente se pasaba por aquel lugar para ahogar sus lamentos en botellas de sake.
 En ello Tomioka Giyuu no había cambiado mucho, continuaba mirándose en menos sin darse cuenta que para el sexo opuesto, era alguien considerablemente atractivo.

La verdad, ni siquiera era algo de importancia, puesto que Giyuu no pensaba en mirar a ninguna otra chica que no fuera aquella que durante prácticamente toda su vida le había robado el corazón.

— Bastará con que digas que nos acostamos — suspiró frunciendo el ceño —ahora devuélvelo —.

Dar tirones no servía de nada —  Moo~ ¿Acaso no temes romperlo? — preguntó burlona la mujer que no planeaba soltarlo — Claro que podríamos simplemente decirlo, pero aquello va contra mis principios, sería patético si alguien descubriera la verdad —.

«Romperlo...»

No, no podía perder o descuidar el único recuerdo que mantenía consigo de su amada hashira. La situación se estaba dando vuelta.

No podía resistirse.

Giyuu soltó la mariposa y dejó caer sus brazos mientras apartaba la mirada, lo cual le dio a entender a la cortesana que este se disponía totalmente en sus manos a merced de sus planes.

— Así me gusta... — seductoramente se acercó a él por completo y comenzó a quitarle su haori. Tomioka cerraba sus ojos llenos de culpa, sentía repudio por aquella mujer, asco, al igual que por él mismo.

Se preguntaba si Kochou le podría perdonar por ello.

«Gomen, Shinobu... De seguro me dirás que soy un imbécil por apegarme tanto a un objeto material, pero no lo entenderías... Es lo único que me confirma que exististe en esta vida»

Sentía como su haori caía al piso y su chaqueta comenzaba a ser desabotonada por las suaves manos de la sancha.

Pero también sintió como esta se detenía al momento que la puerta tras él se deslizaba, abriéndose completamente.

— ¿Qué estas haciendo mocosa? ¡Suéltalo! — le gritó a la niña que entró corriendo y se colgó de su mano que tenía el pequeño accesorio.

Tomioka abrió sus ojos y quedó desconcertado frente a la escena. La pequeña Nozomi sostenía con todas sus fuerzas a la mujer a la vez que intentaba arrebatarle la mariposa.