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Lobo estuvo todo el día recopilando información y observando. En el torreón nordeste había una pequeña puerta. Tanto la cocina del primer piso, como el comedor principal en el segundo se encontraban pegados a esa torre, por lo que intuyó que esa parte estaba destinada totalmente al servicio. Durante el día había visto al conde entrar con algunos invitados a la planta de abajo para luego acceder al torreón sudeste y no salir de allí en unas cuantas horas. Luego volvió a ver aparecer a todos en la planta de arriba. Pensó que quizás en ese torreón el conde tendría sus despachos o salas de conferencia, por lo que sería extraño que en esa parte guardaran cosas valiosas, siendo una zona de tanto paso. Le faltaban investigar los dos torreones restantes. Uno de ellos sólo era accesible desde la planta de abajo, ya que comunicaba con el jardín interior y el balcón no llegaba hasta esa torre. El cuarto torreón era el que, para el joven, tenía todas las papeletas de ganador. En esa ala estaba el despacho donde había cogido el pergamino y el carbón. Quizás fuera el despacho personal del conde, situado justo encima de una biblioteca, seguramente para su uso personal también. En la última planta se encontraba el dormitorio principal. No sería de extrañar que esa torre fuera el lugar escogido para guardar las posesiones más valiosas. Tenía sentido que el señor del castillo quisiera tener sus cosas de valor cerca.

Lobo se sentía bastante optimista con los resultados de su investigación. Había bosquejado un plano casi completo del castillo y está seguro que lo que estaba buscando estaba en el torreón del noroeste.

A la mañana siguiente, muy temprano, tan temprano que todavía no había salido el sol, vio algo inesperado: un carruaje de caballos se acercaba al castillo. Era un coche cerrado que mostraba una banderilla de color rojo carmesí y blanco, con un sol de ocho puntas dibujados en el. En cuanto llegó a la puerta principal, se detuvo y salieron de el dos hombre ataviados con túnicas del mismo color que la bandera. Desde donde estaba Lobo no podía ver el recorrido de los hombres por el interior del castillo, así que pasó con extremada agilidad de una rama a otra para encontrar una posición favorable. Por fin pudo ver al conde ofreciéndoles asiento en la oficina de la primera planta. Estuvieron un rato hablando, al terminar, los dos hombres se levantaron para dirigirse a la puerta metálica del torreón noroeste. Ya no había forma de que Lobo pudiera ver por dónde se movían o que hacian, pero tenía sus sospechas de lo que estaba pasando. Al cabo de un rato, los vio deambulando por la tercera planta, en una de las habitaciones. Entonces se fijó en que llevaban consigo grandes macutos que dejaron sobre la cama. Intuyó que esa era una habitación de invitados donde permanecerían durante un tiempo. Las cosas no podían haberse puesto peor, ya que sabía que esos hombre pertenecían a Wäiss Liicht (blanca luz), una orden de hechiceros de luz, especializados en protección. Su presencia allí solo podía significar que, además de la seguridad de los guardias, también se iba a colocar escudos mágicos y otras protecciones de índole sobrenatural.

Lobo no se lo pensó dos veces y puso rumbo de nuevo a Karmaland. Apenas quedaba dos días para que llegase lady Valentina y debía encontrar aún la forma de entrar al castillo y saltarse las defensas mágicas. Por desgracias, no nació con el don de las artes sobrenaturales, y aunque podía haber aprendido algunos hechizos básicos mediante rituales y diversos artefactos, nunca se interesó por eso. Ahora se arrepentía enormemente.

Cuando llegó a la ciudad fue a la posada a descansar un poco, ya que había pasado toda la noche anterior en vela.
Necesitaba dormir, y además, su siguiente paso no podía darlo a plena luz del día, así que quitó el traje y se acostó.

Al salir la noche volvió a salir: se colocó el traje y se cubrió la cara con la mascara y la capucha y se dirigió bine armado hacia el mercado negro situado en los barrios bajos de la ciudad, ese lugar oscuro donde los maleantes se reunían para intercambiar productos de dudosa legalidad. Al cabo de un rato andando por los callejones, la apariencia de la ciudad cambio de una manera casi drástica.
Las casas medias, con sus tabernas no muy ostentosas y sus tiendas familiares de mercaderes dieron paso a casas semiderruidas, comercios cerrados con las ventanas rotas y montones de suciedad y ratas por todas partes. Era como si de repente hubiese viajado a otra ciudad mucho más pobre y siniestra. Al mismo tiempo la soledad de las calles previas se fue llenando de presencias que se asomaban por las esquinas y luego desaparecían. Hombres y mujeres con el rostro cubierto de paseaban sin levantar la cabeza, borrachos y vagabundos dormitaba en el suelo, y muchos individuos extraños que no le quitaban el ojo de encima a Lobo. Al cabo de un rato decidió acercarse a un hombre encapuchado que estaba apoyado en una pared.

- ¿Tienes mercancía sobrenatural? - le preguntó Lobo, susurrando.

El hombre se limitó a hacer un gesto seco con la cabeza y le indico que siguiera recto por el callejón. Lobo siguió el camino indicado hasta encontrarse con un anciano sentado en el suelo, se acercó a él y le hizo la misma pregunta.

- ¿Que necesitas exactamente? - le preguntó el hombre con la voz quebrada.

- Necesito talismanes para saltarme unas protecciones mágicas.

- ¿Protecciones de que tipo? - volvió a preguntar, con paciencia.

No había caído en la cuenta. La verdad es que no sabía que tipo de defensa iban a desplegar en el castillo. Lobo pensó de pronto que, quizás, que continuar con el plan era demasiado arriesgado. El anciano noto el silencio del chico y comenzó a hablar.

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983 plantas!!!

Os dejo con la curiosidad de que le dijo el abu a nuestro Lobo 👀👀

Espero que les guste y si llevo tres capítulos seguidos hahahaha no se acostumbren :')

Voten y compartan!!

Besos ene o siempre sucio~

- Boo 💜

Lobo Nocturno y El Huevo De Dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora