Todo empezó a mediados de diciembre de 2019 cuando la población de Wuhan, China empezó a enfermar. En un principio, los médicos dijeron que se trataba de neumonía; pero más adelante descubrirían que se trataba de un virus nunca antes visto y lo titularían como el nuevo Coronavirus.
Los científicos realizaron gran variedad de análisis para determinar con qué enfermedad estaban tratando. Mientras llegaban a una conclusión, el virus fue nombrado 2019-nCoV.
Se decía que era una enfermedad provocada por animales, por lo que cerraron el mercado marino de Wuhan. Poco después de descubrir el virus la Organización Mundial de la Salud (OMS) divulgó su nombre en una asamblea: Covid-19.
El primer año fue un completo caos. La población estaba desorientada y no sabían qué hacer ni cómo actuar. La muerte empezó a cobrar vidas a causa del virus y este, a su vez, se propagó. El miedo difundió la existencia de un virus mortal y el pánico se instaló en cada continente. Primero fue Tailandia, luego Japón, Francia, Italia, África, Estados Unidos.
Los vuelos fueron cancelados y los aeropuertos cerrados, éste fue el inicio de la depresión económica más grande del mundo. Fábricas, comercios, instituciones. Todas, una a una, fueron cerradas.
Para cuando declararon al virus una pandemia mundial y entraron en alerta máxima, ya se había propagado en casi todo el planeta.
La cuarentena empezó con restricciones: nadie salía de no ser explícitamente necesario, y siempre y cuando se tomaran las medidas de higiene preventivas. Se establecieron toques de queda, restricciones en las compras, nada de contacto físico. Quien violara las normas impuestas por el gobierno sería severamente penalizado. Los centros médicos, farmacias y supermercados fueron los únicos establecimientos que sobrevivieron al barrido laboral.
Millones de desempleados dieron paso a saqueos y protestas. Las calles empezaron a arder. El mundo enloqueció.
Varios sucesos ocurrieron a partir del cierre del mercado. En resumen, USA colapsó cuando una red de hackers reveló los secretos de estado e Iran aprovechó su momento de debilidad para vengar la muerte de su ministro. Una vez colonizado el país, siguió Canadá y luego el resto de América.
El ejército iraní ganó fuerza y poder rápidamente. La Organización de las Naciones Unidas se reunió en una asamblea (con las naciones que no habían sido oprimidas por los árabes) y el comité llegó a un acuerdo con Irán, una tregua con Europa y Asia. Consistía en un alto al fuego mientras combatían al enemigo en común: el Coronavirus. O al menos eso pensaban hasta que se descubrió la verdad.
Tomó tiempo, ocurrió a mediados del año 2021, cuando la misma red de hackers que desveló los secretos de USA se unió a la inteligencia iraní y decidieron hackear los servidores de China. No les resultó nada fácil, toda la información estaba asegurada y encriptada por más de un millón de códigos. Cuando por fin lograron acceder a la red de China, lo que encontraron conmocionó al mundo entero.
Eran expedientes de experimentos médicos. Las fechas señalaron su origen a finales del 2017. Todos con el mismo resultado: muerte. Cruzaron enfermedades, animales con humanos, desde reptiles hasta mamíferos.
China buscaba hacer una purga, crear una enfermedad incluso mayor que la peste, el ébola, la lepra. Y vaya que lo consiguieron. Para estas fechas, ya había muerto la mitad de la población mundial. Nuestro futuro estaba en manos de adolescentes y niños que aún no sabian ni limpiarse el trasero.
Pero esto no fue lo que impactó a la humanidad. No, eso no.
Ellos tenían la vacuna. Toda China estaba vacunada. La tasa de mortalidad que se reflejaba en el país se reducía a indigentes y la clase media y baja.
Cuando esto salió a la luz, la verdadera guerra empezó.
La Armada de Irán, América, Europa y algunos países de Asia se unieron para atacar China. Pero éste último estaba aguardando el momento.
Cuando empezó la pandemia, China había sido el principal país en colaborar con suministros tanto médicos como alimentarios. En los recursos médicos enviaron antivirales que fueron suministrados mayormente a la clase élite. Los alimentos fueron distribuidos en la población de clase media-baja. Así fue como lograron derrocar al batallón que amenazaba con derrocarlos.
Resultó que los suministros contenían compuestos químicos casi imperceptibles ante cualquier prueba viral, invisibles para el mundo cuando lo que buscaban no estaba dentro de los elementos de la tabla periódica.
Con las armas cerca, el detonador nuclear fue accionado.
Los aviones cayeron en picada, los búnkers colapsaron unos contra otros. Asia empezó a arder y la población a morir.
Solo una décima parte de lo que quedaba de la humanidad sobrevivió.
Los que contra todo pronóstico, encontraron la salvación en las mutaciones.
Los químicos ingeridos no se accionaron, como ocurrió con el resto de la humanidad, sino que se fundieron con nuestro ADN. A diferencia del resto, la activicion del detonador nos salvó.
Lo que para ellos fue una muerte rápida e indolora, para nosotros fue una terrible descarga eléctrica que nos hizo desear haber muerto.
Y luego aparecieron los poderes.
No, no estoy delirando. Nos convertimos en una especie de película estadounidense de superhéroes. En la que los buenos fueron derrotados y los malos son nuestros creadores.
Estoy bastante segura de que su plan en un principio no era crear monstruos. Pero ya conocen el dicho, juega a ser Dios y mira como te sale el tiro por la culata.
Curioso, ¿verdad? Ahora nos tienen en un inmenso Laboratorio donde nos siguen haciendo pruebas como si fuéramos un conejillo de indias.
No logran explicar cómo o porqué sobrevivimos. No entienden las mutaciones que surgieron al activar el detonador. No tienen ni idea de qué hacer con nosotros.
Nos temen. Lo veo en su mirada; cuando se acercan a hacer más pruebas, cuando entramos en el comedor, cuando nos llevan a nuestras habitaciones. Nos mantienen vigilados la mayor parte del tiempo.
Mis únicos compañeros son un cuaderno y un lápiz. Esperando el día en que todo cambie.
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Galaxias Internas
RandomCada capítulo, un nuevo reto. Donde la creatividad no tiene escrúpulos y los límites no tienen barreras. La galaxias son tan inciertas como el futuro mismo, como nuestro interior, que creemos conocer pero no lo hacemos del todo...