Azul

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—Se necesita chofer

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—Se necesita chofer... Ni siquiera se conducir.— Me deje caer sobre la mesa importandome poco lo lamentable que me sentía.—¿Por qué es tan difícil esto?

—¿Por qué es tan difícil qué?

La voz de mi padre hizo que volteara a verlo, la corbata floja y el cabello desordenado eras sus características más notables. El hombre tomó asiento en una de las sillas del comedor, tomando uno de los tantos periódicos que estaban en la mesa.

—Conseguir trabajo.— Suspire pesadamente y acomode mi postura, subiendo los pies a la silla—No hay nada que me llame la atención.

Mi padre empezó a leer los anuncios en el papel. Era inútil, había pasado horas leyendo y siempre aparecían las mismas vacantes, mid pocas habilidades tampoco me permitían aplicar para ciertas labores.

—Lo tienes difícil, hijo.—Dejó caer el periódico en la mesa.—No sabes hacer ninguna de estas cosas.

El puchero en el rostro de mayor no me permitió saber si sentía verdadera lástima hacía mi o se estaba burlando de lo inútil que era para la sociedad. Sólo sabía jugar basket y pintar, sólo eso.

—Tampoco quiero trabajar en un minisuper, me voy a deprimir.— Recordé las veces que visitaba a TaeYong en su trabajo. No era muy bueno con el servicio al cliente y seguramente lo desperdirian por decirle a una madre con derechos que no era su problema lo que pasaba con su hijo.—No quiero ser un mantenido toda mi vida.

—A mi no me molesta, en realidad.— Se alzó de hombros a la vez que se ponía de pie, dio unos pasos hasta queda a mi lado, poniendo una mano en mi hombro.—Y creo que a tu madre tampoco.

Y así, me dejó solo en la incertidumbre que es ser un adulto.

Me quedé en mi lugar por un largo rato pensando en lo triste que sería tener 40 años y seguir viviendo en la casa de mis padres, teniendo que pedirle dinero a mi madre para salir a la calle. Un escalofrío recorrió mi espalda y moví mi cabeza a los lados para sacar cualquier pensamiento.

Busque mi teléfono en uno de mis bolsillos, tenía que buscar algo de apoyo moral en sus amigos.

Los mejores amigos y Jaehyun. 

«TaeYongnie ¿Puedes darme trabajo? Puedo ser tu asistente en el motel.»

 TYongie🥰✨

«No tenemos vacantes abiertas, Yuta. :((((»

El novio de Haruka🤢

«Es un negocio familiar, Yuta»

«¿No estabas en una cita con mi hermana?»

El novio de Haruka🤢

 «Efectivamente, pero esta durmiendo ahora.»

«🤢 »

Apagué el móvil y lo lancé a un lugar lejos de mi vista.

Definitivamente, mi vida era una desgracia.

(...)

Había decidido que podía quedarme en una mesa pensando en las desgracias de mi vida, tampoco quería pasar el resto del día llorando por mi ex, así que aquí estaba, recorriendo las calles en busca de esos característicos carteles donde las personas ofrecian servicios o buscaban alguno.

Lamentablemente, mi recorrido de dos horas se veía obligado a terminar porque mis pies empezaban a doler.

Esto había sido una mala idea.

La magnífica idea de conseguir un trabajo había nacido de mi necesidad de dejar pensar en mi pasado. El recuerdo de SunHee me atacaba cada vez que me encontraba distraído, pensar en ella me deprimia y por ende era incapaz de retener mis lágrimas.

Como en este momento.

Limpié el borde de mis ojos rápidamente antes de que alguna persona conocida pudiera pasar por aquí y encontrarme en esta situación tan deplorable. Vamos, Yuta, tu puedes.

No, no podía.

Me senté en la primera banca que encontré para calmar la sensación de pesadez que tenía encima, para serles sincero, era todo un desastre. Encontrarme con alguien muy parecida a ella (quería pensar que no era ella) había abierto muchas heridas que pensaba haber superado hace mucho tiempo.

Suspiré pesado, y cerré los ojos para masajear mi entrecejo. Tenía que dejar que esos pensamientos hicieran estragos con su persona, porqué dedicarse a llorar todos los días no sonaba bien dentro de su agenda.

Al abrir los ojos, di un vistazo a lo que había frente a mí. Un chico tenía una cantidad incontable de papeles en la mano, parecía tener la intención de entregarselos a las personas que pasaban pero arrepentia tan rápido se acercaban.

—Pobre chico.— Dije mientras seguía observandolo, no había entregado ni un solo volante.—No voy a ganar con esto, ni siquiera porqué lo voy a hacer.

Coloque mis manos a los lados para ponerme de pie, una vez hecho eso, caminé hasta el muchacho que lucía como un perro abandonado.

—Oye, ¿Necesitas ayuda?

El chico abrió los ojos en grande y pensó un poco antes de contestar. Cuando estuvo a punto de apuntarlo en la lista de cosas ridículas que había hecho en mi vida, el más bajo asintió y me entregó la mitad de los volantes.

—N-Necesito entregarlos.—En un hilo de voz me dio la orden, yo por mi parte, leía lo que estaba escrito en los papeles.—Gracias.

Una sonrisa se asomó en mis labios para empezar a entregar los volantes a las personas que pasaban.

Según lo que había escrito, había abierto un acuario en la ciudad, la idea me pareció fascinante, tal vez podría pasar un día de estos. Podría ser una manera de mantener mi miente ocupada durante unas horas al día

Sacudi mis manos cuando el último volante había sido entregado, el chico, por su parte también había terminado de repartir los suyos. Iba a despedirme del desconocido, pero parecía querer decirme algo. Mordia su labio inferior nervioso y juegeteaba con sus manos.

—Eh... Yo...— Las palabras que salieron de su boca fueron torpes, igual que sus gestos.—¿No te gustaría trabajar en el acuario?

Como si el mismísimo Dios se hubiera apiadado de mi triste vida, agradeci a esa fuerza mayor que nadie entendía y sonreí un poco antes de contestar a su pregunta.

—¿Lo dices en serio?— El muchacho asintió con una expresión seria.—Me encantaría, en realidad.

—¡Genial!— El chico rebusco en sus bolsillos, sacando su billetera mientras buscaba algo.—Creo que tenía una por aquí, ah, aquí está.

Me extendió una tarjeta donde decía el nombre y la dirección del acuario junto con un dibujo... Algo cuestionable.

—¿Puedo pasar mañana?— Pregunté mientras guardaba al tarjeta en uno de mis bolsillos.

Un asentamiento fue la respuesta que recibió de su parte.—Le diré a mi tío que te pasarás por el acuario.

Rápidamente sacó su celular para teclear algo en el. Pensaba que me iba a dar su número, pero así como llegó, desapareció de sus manos. Ignore un poco ese comportamiento y extendi mi mano para presentarme.

—Nakamoto Yuta, un gusto.

Y como si fuera un hábito, el chico me extendió su mano en forma de una tijera.

—Park Jisung.

¿En que me había metido?

Mono no Aware | Nakamoto Yuta|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora