1. Leah y María

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-Por favor,¿Por qué no me creen? Han comprobado científicamente que han de existir -objetó mi amiga.

Atrapé entre mis cubiertos una rama de lechuga. La coloqué en mi boca y comencé a generar ruido al morderla. Leah levantó su mirada hacía mí.

-¿Tú que piensas, mi queridísima amiga? -me preguntó con un tono de voz seductor. Cogí un brócoli de mi ensalada y se lo lancé,haciendo que cayera entre sus senos.

Leah, carcajeó y me observó vengativa; -Me vengaré.

Le hice un ademán con mi mano y me centré nuevamente a mi ensalada de hojas verdes.

-Vamos dímelo. Kelsey,¿tú qué opinas? -me dijo María, una chica latina, la cual habrían hecho intercambio pero al fin y al cabo quedó en el instituto.

Le di pellizcos a mi ensalada y la dejé. Las observé a los dos, mirándome.

Me encogí de hombros resignada.

-No creo que científicamente se hayan comprobado,pero ¿qué sabemos? Cabría posibilidad de que existieran los vampiros.

-Aún seguiré en mi postura, no existen -dijo Leah en contra de María-, ya deja de ver ésas series,¿te das cuenta? Dañan tú cerebro -con sus dedos le dió un leve golpe en su cabeza y la latina se posicionó en forma de ataque.

Me atraganté con mi jugo y reprimí en risas.

El sonido del timbre dió. Finalización de clases. Viernes. Salida.

-¿Club nocturno? -me preguntó Leah,y chocó sus caderas con las mías.

-Sí -le sonreí ensanchando mi sonrisa.-,¿María?.

-Déjala, ella se quedará mirando series de vampiresas, vampiros o lo que sea. Estás maniática,amiga -le palmeó su hombro y María suspiró cansada.

-Ya basta, Leah. Tendré que quedarme -me sorprendió tal actitud de ella. Sonó tan fría,que hizo que me estremeciera.- Kels, hablamos luego -después le preguntaría, qué tal con ella.

Cuando vi que María ya no se encontraba, Leah alzó su voz.

-Está rara,¿no crees?

-No lo sé que le sucede, sólo después hablaré con ella. Ahora, club nocturno, allá vamos -choqué puños con mi amada y queridísima amiga, mientras salíamos del instituto.


Después de unas cuatro horas, estábamos frente una puerta plateada. Tenía luces que giraba fluorescentes,había un matón en la entrada. Cruzado de brazos y ésa expresión seria y escalofriante.

Pellizqué duramente el brazo de Leah y ella se lo sobó.

-Hay guardias,sólo tenemos dieciséis y no nos dejarán entrar -comencé a arrugar el borde de mi vestido negro que llevaba, éste medía cuatro dedos sobre el muslo.

-Déjame a mí,la maestra -se elogió por si misma y con pasos decididos,la divisé platicando con el matón. Ella fruncía el ceño en algunos momentos que después se convertían en carcajadas.

Me hizo un ademán para que me aproxime.

-Te lo dije,déjalo con la maestra -se reía complacida.

-¿Cómo lo engatusaste?

-Hábiles maniobras, amiga mía.

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