6. Suposiciones

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-¡Kels aqui está tú comida!  -oí el grito de mamá y me paré de la silla del escritorio.

Bajé en dos las escaleras, y ella estaba ahí. Con un vestido rojo ceñido a su cintura,demostrando sus extravagantes curvas y unos tacos negros, haciéndole sus piernas aún más grandes.

-¿Saldrás? -le pregunté nerviosa.

-Sólo un rato, a las once llego. Portate bien,por favor -cogió su bolso de mano y sacó un pequeño labial rojo y se lo repasó con entusiasmo en sus labios finos.

Abrí los ojos pasmada.

Ella sonrió ante mi expresión y hizo un ademán con su mano, despidiéndose.


Me encontraba sola en el sillón de mi casa. Aburrida, suspiré cómo si fuese mi último suspiro de mi vida.

-A las once llego -recité furiosa las palabras de mi madre. Obviamente puras y increíbles mentiras cómo ella. Claramente no me molestaba que salga ella es adulta y sabe qué cosas hace, pero me molesta la idea que me mientan y en la cara. Podría decirme;  "No sé cuando llegaré pero cuídate". En éstos momentos estoy con un odio irracional hacía ella-,jodida mentirosa.

Oí un click en la puerta. Giré la cabeza con emoción,creyendo que sería ella pero descarté la idea cuándo se escuchaban gritos masculinos.

-Te mataré, maldito imbécil -me acerqué a la puerta y coloqué mi oreja en ella. Demasiado cliché y metida, pero era inevitable.

-Sólo inténtalo,no podrás -su voz arrogante me causó escalofríos.

Se estaban empujando contra mi puerta mientras peleaban.

Se oyó un silencio profundo, entonces decidí observar desde la cerradura. No había nadie.

¿¡Qué!?

Pero cuando quise apartar mi rostro, un ojo se interpuso allí. Era de un color increíblemente hermoso y enloquecedor. Azul zafiro.

Salí de ahí asustada,mi pecho subía y bajaba sobresaltado.

-Jodida mierda -dije por lo bajo alarmada.

Oí otro click fastidioso y perturbada me alejé de allí. Tapé mi rostro con mis manos y aguanté ésas prepotencias de llorar.

No, no lloraría. Me la he pasado llorando desde que he despertado del hospital y yo menos que menos era así.

-No me agradan las niñas que andan husmeando -la voz arrogante se hizo presente. Cerré mis ojos intentando despertar de ésta abrumadora pesadilla.

Su voz era ronca y grave, demasiado varonil. Con un toque de arrogancia y egocentrismo.

-Tampoco las que no responden cuando hablo. Incluyendo si no me miran directamente a los ojos -sentí una presencia delante mío.

Solamente son sombras inexistentes, estás soñando Kels,pensé absorta.

Resignada, saqué mis manos y observé ésa figura robusta de ojos zafiro, y tatuajes en sus brazos,mirándome cómo un espécimen.

Dirigí mi vista a sus labios carnosos y rosados, allí posaba sus manos gigantes e huesudas.

Me impresionó que semejante hombre que te causaba un gran susto, estaría usando unos pantalones ajustados en él, rasgados en sus rodillas.

Su camiseta también tenía rasgados, pero no porque era así, él peleaba con un sujeto y violentamente.

-Yo..no he.. -tartamudeé mientras estrangulaba mis dedos.

Él rió sin gracia.

Cosa que provocó que frunciera mi ceño con recelo. Está bien que intentara intimidarme,pero no dejaría que se burlase. Nadie. Nadie lo haría.

-¿Acaso,qué es gracioso? -le solté grosera. Su presencia en mi estancia comenzaba a colmar mi paciencia.

Él dejó de sonreír de forma grácil.

Su rostro cambió a una expresión de póquer. Sin nada.

-Me habían contado, pero creí que Aaron mentiría. Ése desgraciado demonio tenía razón -masculló. Colocó su dedo índice en su barbilla y la golpeó tres veces para después dejarla caer a su lado.

-No entiendo nada, vaya drogado o borracho te encuentras. Ahora vete -intenté cogerle de la muñeca pero el hizo un giro increíble con su mano. Ahora me encontraba sujeta de mis muñecas por un sujeto desconocido.

Sabrá qué cosa de hacerme,¿golpearme? ¿violarme?, pensé aterrada.

Comencé a moverme en un intento que me soltara y evitar una posible violación.

-Por favor. No,no, es algo que lo querré guardar hasta que esté lista, por favor no -unas cuantas lágrimas rodaron mi mejilla. Un sollozo ahogado se escapó de mis labios.

Él frunció el ceño con confusión.

-¡Kels, he llegado! -la voz de mi madre se escuchó en la puerta que hace minutos me encontraba.

Cuándo quise mirarle a los ojos azul zafiro, no había rostro, no había cuerpo, no había nada.

Me dejé caer en la pared, abrazándome las rodillas.

Exhausta y cansada.

¿Cómo es posible?

¿Habrá sido producto de mi imaginación?

BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora