5. Sacrificio.

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"Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida."
Pablo Neruda.

Londres, Inglaterra.
Agosto de 1939

—¡Descansen!

Un grito que para cualquiera podía ser neutral pero para ellos significaba la gloria.
Los 50 suicidios y los 50 saltos de tijera complementados con 50 lagartijas lograban agotarlos.

Añoraban el descanso que les permitía caminar o correr -dependiendo de que tan desesperados estén- hacia el agua, eran 15 minutos donde todos aprovechaban para respirar sabiendo que luego deberían repetir cada ejercicio.

Caminaba a la asquerosa canilla llena de moho pero que le daba tanta felicidad, necesitaba agua y sentarse pero su alegría fue poca cuando vió la fila que formaban sus compañeros para tomar agua, iban rápido pero sentía que la necesitaba ya mismo y que no podría aguantar.

Delante de él, los calurosos uniformes verdes, llenos de tierra se movían tan desesperados como él, pero cierto enorme cuerpo rompió la perfecta línea recta, y se dirigió hacia él.

—Buenas tardes señor ¿como lo trata este día de sol con interminables suicidios?

—¿podes dejar de hablar como si fueras el capitán cuando da un discurso frente a todos y finge ser una persona decente?

—Disculpa, quería un poco de diversión.

—¿diversión? Edward ni siquiera puedo respirar y hablar correctamente, justo ahora solo quiero sentarme en la sombra y no levantarme jamás y no entiendo como podes haber tenido el descaro de desperdiciar tu oportunidad al casi haber llegado a la canilla y venir hasta acá atrás. Estás loco.

—De remate, eso seguro— rió su compañero—Pero quería aprovechar el tiempo para charlar, puedo aguantar un poco más sin agua.

—¿estás diciendo que preferiste venir a hablar conmigo antes de tomar agua?

—Yo no salió de mi boca, vos lo entendiste.

—Odio que des tantas vueltas ¿podrías ser más claro?— dijo fingiendo frustración.

—Lamento informar que no mi amigo, ahora... anda a sentarte allá— señaló una pared un poco apartada —del lado que el capitán no puede ver.

—No gracias, quiero mi agua.

—No seas terco, yo voy a llevarte el agua.

—No tenes cantimplora.

—James tiene y dijo que me la prestaría, él ya tomó, esta por allá— señaló al rubio que tomaba agua.

—Dios santísimo siento que se me seca la boca.

—Anda dale, deja de discutir.

Sin entender por qué su amigo se quedaba al rayo del sol para esperar agua que ya podría estar tomando y sin tampoco entender por qué le pedía que se siente bajo la pared más escondida se vio a sí mismo sentado y esperando.

A Través del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora