La verdad

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Al día siguiente fui a ver a Sandra y a Esther que se encontraban atadas en la sala. Había dormido en una de las habitaciones de invitados, era muy cómoda.

—Buenos días—pasé a la sala y cerré la puerta. Luego, ordené a los guardias que salieran.

—Te puedo cambiar el trato, ¿sabes?—me dijo Sandra.

—Mmm—respondí—¿Cuántas veces te voy a decir que no quiero hacer tratos contigo?

—Los guardias son suyos—anunció Esther.

—Ya no, ahora El Benco me hace caso a mí.

—¡Pero los guardias no te protegerán!

—Da igual cariño—Sandra habló—Les arrebataremos lo que es nuestro.

De repente, uno de los guardias abrió la puerta y me llamó. Salí afuera y Diego tenía cara de asustado.

—Pero, ¿qué pasa ahora?

—Hay un ejército ahí fuera—dijo el soldado.

—¿Un ejército?

—Sí—exclamó Diego—Y están armados.

Sin pensármelo dos veces, abrí la puerta y efectivamente era cierto. Todos los soldados se pusieron en posición, pero alguien les exclamó que pararan. Era el Jefe de Magia.

—¡Emma!—gritó dirigiéndose a mí.

—Hola, director—le contesté avergonzada.

—¿Estáis bien?—preguntó—¿Os raptaron?

—¡Claro que no!

Al escuchar esas palabras el director me miró confundido. Le invité a pasar y le contamos losucedido. Después de echarnos la charla del siglo, nos felicitó por nuestra hazaña y nos dijo que por fin esta isla sería parte de Smasville otra vez. 

—Pensaba que habíais muerto.

—De verdad que siento todo esto, no quería armar todo este lío...

—No te disculpes, ha sido culpa mía, yo la obligué—mintió mi amigo.

—Eso no es verdad...

—Sé perfectamente que fue plan tuyo, Emma—rió el director—Y os lo agradezco a los dos por igual, pero no lo volváis a hacer, os estuvimos buscando cómo locos.

—Antes que nada, una pregunta: ¿qué haremos con Sandra?—intervine yo—La mataremos, ¿verdad?

—Sí—para mi sorpresa contestó el Jefe—Pero antes tengo que aclarar unos cuantos asuntos pendientes

—¿Cómo cuales?—dijo Diego.

—Veréis...hace mucho tiempo, Sandra y yo éramos amigos y todo estaba en orden—comenzó a hablar—Hasta que un día ella me traicionó, no le gustaba mi manera de pensar.

—¿Y qué pasó?

—Los dos dirigíamos Smasville y yo tomé una decisión—todos nos mirábamos incrédulos—Una decisión para protegeros, a todos, pero a ella no le gustaba y decidió crear su propia organización: El Benco—calló por unos segundos—Primero todo estaba bien, hasta que los antiguos habitantes de esta isla querían saber la "verdad".

—Y, ¿cuál es la verdad?—se sumó un soldado—¿Por qué ella no la sabía?

—Bueno, esa es otra historia, ahora, dejadme hablar con ella.


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