La habitación

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31━━━━━CAPÍTULO TREINTA Y UNO. LA HABITACIÓN. 

Volvimos al instituto un rato después de haber averiguado que Diego era el nuevo miembro de misión. No habíamos quedado para cotillear las pociones y frascos que había en la cabaña, pero la verdad es que nosotros no sabíamos nada sobre eso. El director se despidió de mí para ir a dormir a su despacho, y yo me dirigí a mi habitación. Cuando entré cerré la puerta y me tumbé en la cama, estaba muy cansada. De pronto se escuchó un ruido fuera. Me asomé a la ventana, pero el ruido procedía del pasillo. Salí fuera y vi una sombra moverse al final del corredor. La sombra retrocedió y vino hacía a mi. Cada vez la veía con más claridad. Cuando tan solo estaba a medio metro de mí, vi quien era. Mi mejor amiga desde la infancia. Detrás de esta venía otra niña, la cual antes iba a clase conmigo, pero no había tenido mucho trato con ella.

—¿Emma?—dijo Carla con una sonrisa inmensa, así se llamaba. 

—¡Carla!—exclamé y le di un abrazo, pero la otra chica la interrumpió.

—Ejem, ejem...—dijo—¡Apártate de ella! ¿No recuerdas que esta enferma? Te va a contagiar. 

—Paula, cállate—resulta que así se llamaba su acompañante. 

—Hola—le dije secamente, me había molestado lo que había dicho, y ella se tapó la nariz y la boca con la mano—Tranquila, no estoy enferma.

—Entonces...—dijeron al unísono y pensé que tenía que inventar una excusa. 

—Sí que estaba enferma, pero fui la primera en recuperarme y he venido aquí para recoger unas cosas. Sigo en revisión, pero ya  no contagio a nadie. Mis pruebas médicas lo corroboran, sí queréis os las muestro.

—No, no hace falta—me contestó Paula, mirándome con repugnancia.

—¿Y bueno, tu...vosotras que tal?—la pregunta le devolvió la sonrisa a Carla.

—Pues muy bien, creemos que este curso vamos a sacar notas excelentes—increpó mi amiga. 

—Claro, teniendo en cuenta que mi mejor amiga me ha ayudado—la cortó Paula y ambas se abrazaron. 

La expresión de mi cara cambió al momento y sentí mucha rabia en ese momento. Desde que llegué a Smasville Carla había sido como mi gemela, y ahora se iba con otra familia. Empecé a andar cada vez más deprisa hacía mi habitación sin apenas despedirme y me llamaron, pero no las escuché. 

Triste por lo ocurrido, me senté en el escritorio y comencé a ojear el libro de magia. No había nada nuevo, pero releí algunas páginas. Me ayudó a calmarme un poco del enfado y conseguí dormir. Un rato después me desperté, ya que una luz del exterior del cuarto me alumbraba los ojos. Yo había dejado la puerta cerrada, pero en este momento se encontraba entre abierta. Creía que era por el viento, pero al asomarme a cerrarla, vi que la luz venía de otra habitación. Justo de la de enfrente, que tenía la puerta entreabierta. Llamé dos veces. Nadie contestaba. Así que pasé dentro y no me podía creer lo que veía. 

—¿ALEXA?

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