Capítulo 6. Mi pequeña peli rosa

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Eran pasadas ya las diez de la mañana. Un cola-cao caliente y un cup cake de desayuno. Lo mismo de siempre. Una ducha de agua tibia que empaña los cristales del pequeño espejo del cuarto de baño. Jeans y camiseta blanca de tirantes. Había conseguido trabajo a tiempo parcial como ayudante de profesora en una guardería, los niños no eran su fuerte pero así se conseguía algunos ahorrillos para sus cosas.  

Nunca recibía correo postal exceptuando las facturas del agua y luz. Pero siempre miraba el buzón, quizá esperando encontrarse con una carta de su madre informándola de que había dejado su loca vida y había decidido volver con ella y actuar como una madre. Aunque eso, Sakura lo sabía, era prácticamente imposible. Introdujo la llave metálica en la cerradura. La giró. Sorpresa. Era un sobre, un sobre de color rosado, evidentemente no era ningún recibo de pago ni algo por el estilo. Era una carta... su padre. 

Bata blanca en mano, con pintadas ya de los dedos de los niños. ¿Por qué les hará tanta gracia la pintura de dedos? Se preguntaba. Las doce y media. Media hora más y podría volverse a casa. Esta semana podría resumirla en pocas palabras, era un desastre. Ino había estado ocupada acabando su nueva colección de vestidos. Trabajaba para un famosa tienda de la ciudad y ya hacía tiempo que deseaba enseñarle sus diseños a su jefa que por fin había accedido a verlos, por lo que la rubia había estado tan centrada en ello que apenas había hablado en toda la semana. En cuanto a Hinata, ella se había marchado toda la semana a casa de sus abuelos a las afueras de la ciudad de Kyoto y no vendria hasta la semana que viene. Por tanto sus "planes de chicas" se aplazaran. 

Aunque a decir verdad, y por extraño que pueda sonar, no era  a ellas a las que más echaba de menos. No. Sasuke. Había algo más de una semana que se había marchado con su hermano en un viaje a EE.UU. y la realidad es que lo echaba bastante de menos. Sí. Echaba de menos estar entre sus brazos, en su cama o en la de él, eso daba igual, solo quería sentirse protegida, y con él lo estaba. También era cierto que ni ella misma sabía en este punto, que relación tenía con Sasuke, era evidente que no era un noviazgo ya que lo suyo no pasaba de una cama entre cuatro paredes. Pero también era verdadero que lo suyo no era solo una simple amistada ni nada que se le pareciera.  

Las 21:00. La noche había caído. La pelirosa cenaba un sándwich de jamón y queso y una lata de Coca-Cola. Zapeando en los canales de televisor. Cada día la tele vale menos. Eran todos programas de concursos absurdos de: gana un vale de descuento en el centro comercial, o hacierta la ronda de diez preguntas y conseguirás un premio de 30.000 yens que podrás canjear un cualquier sitio de Tokio. Y la gente acudía allí, ilusionados, pensando en que aquella suma de dinero llegaría a ser de ellos. Que ilusos. Acabarían complicándoles la última pregunta del concurso y al final no se llevarían nada. Ocurría siempre. Cambió de canal. Película para viejas solteronas amargadas por su soledad. Mujer de más de treinta a la que todos los hombres la han engañado pero ella todavía no se rinde a quedarse sola aunque le fallen una y otra vez. Dejó el mando sobre el sofá. Se ilumina la pantalla de su nuevo aunque anticuado móvil. Suena Azu de melodía. No esperaba llamadas. Descuelga. Era él. 

-Sakura ¿cómo estás?  

-¿Sasuke?  

+-… ¿Qué pasa? 

-No sé... no esperaba que me llamases... 

Eres algo más que mi drogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora