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NAYEON

Se ahogo con su propia saliva, mirando con los ojos abiertos como platos al hombre a su lado. La risa la invadió, era ridícula la situación. El hombre le miro claramente extrañado, Nayeon fijo sus ojos en el rostro de el contrario. El nerviosismo la empezaba a invadir y la cara expectante de su casero no ayudaba demasiado. Era un hombre muy apuesto, pero, casarse así nada más? Era de locos.

— ¿Qué cosas dice? — el hombre apartó la mirada, empezando a mover el auto de nuevo. Conduciendo por las calles iluminadas de la ciudad, que tenía en la cabeza para proponerle algo así? Apenas y se conocían.

— Hablo de que, tú necesitas un lugar para quedarte y yo alguien que haga las tareas de casa. Si te casas conmigo, tendrás un techo gratis, comida y todo aquello que quieras. — la propuesta sonaba casi de sueño, pero no quería verse como una interesada. Jugo con sus dedos, mirando estos. Para evitar cualquier contacto visual con el hombre.

— Piensalo, te doy una semana. — el hombre dijo, la castaña subió su mirada. Mordiendo su labio y su cerebro maquinando una respuesta para aquel azabache. Su pregunta era, no sería extraño para todos sus familiares, amigos y conocidos el casarse con un hombre tan repentinamente y peor si se trata de el CEO de una mega corporación? Le confundía, hace tan solo unas horas pasaba de ella. Y justo en ese instante le pedía matrimonio.

Los minutos pasaron hasta llegar a su residencia, la castaña bajo como una bala del vehículo. Yendo hasta el apartamento, inserto la clave y corrio hasta su habitación. Cerrando de un fuerte portazo. No podía imaginarse en un altar con un hombre tan malditamente extraño y frío. Ella deseaba casarse con un hombre cálido. No con alguien tan vacío que ni siquiera a su gata le tiene nombre. Escucho los pasos en el pasillo, para luego escuchar una puerta cerrarse. Debió de haberse ido a su habitación, su estómago rugio y se escabullo hasta la cocina. No quería cruzarse con él. Cuando abrió la puerta de la nevera, se encontró con que únicamente quedaban 5 latas de cerveza. Gruñó y camino perezosa hasta la puerta del hombre. Tocando esta.

— A-ah, perdona molestarte.. Pero, no hay nada en el refrigerador y no me han pagado para ir a comprar algo ¿me prestas dinero? — en su campo de visión se instalo el grande y fuerte cuerpo de el azabache. Levanto su cabeza para mirarle, el hombre le extendió 3 billetes. Quedó casi maravillada, aunque no lo admitiese a Nayeon le gustaba el dinero y es que.. ¿A quien no? Los tomo y se fijo más en la vestimenta del hombre, su camiseta blanca y su corbata negra algo desaliñada, para cuando volvió a reaccionar tenía la puerta casi pegada a sus narices. Dejo salir un pequeño gritillo ¿Qué hacía pensando así de su casero?

Tomo su teléfono y pidió domicilio, debía de darse una cena deliciosa. Se sento en la sala, encendiendo la televisión. Mañana era su día libre, así que.. Lo más probable es que se quedase en casa.

JUNGKOOK

Se sentía algo/bastante avergonzado, la chica le había rechazado a su propuesta de matrimonio. Se dejo caer en la cama, bastante irritado, no sabía que hacer, se quedaba sin opciones. Su opción más probable que era su inquilina, le había rechazado de una forma indirecta. Le quedó bastante claro, cuando esta casi se lanza por la ventana cuando llegaron al estacionamiento de casa. Tomo su teléfono, mirando la foto de la joven mujer heredera de alimentos kang. ¿Debía ceder a las peticiones de su padre? No sabía que hacer, estaba perdido. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del timbre. Luego de unos minutos volvieron a timbrar, así hasta en cinco ocasiones, salió de la habitación. Encontrándose con el panorama de su mesa de café llena de comida, una castaña abriendo una caja de pollo y su gatita intentando tocar los fideos con sus patitas. Carraspeo, la castaña le miro y pudo notar el sonrojo subir hasta sus mejillas.

— Lo siento... Pedí mucho ¿No es así? ¿Quieres comer? — la situación le daba gracia, aunque se iba a negar. Su estómago no dijo lo mismo, siendo atraído como un imán hacia la cantidad de comida. Se sento en el suelo, tomando una cerveza y acercando un paquete de takoyaki. Podía notar la incomodidad de la chica.

— Lamento si mi propuesta fue muy extraña es solo que... Estoy muy desesperado, debo casarme pronto. — fijo su mirada en los ojos de la chica, notando como esta le escuchaba atentamente.

— Se que te incómodo, solo olvidalo y...  — fue interrumpido por la voz de la chica.

— Solo dame unos días para contestar ¿sí? — su corazón se acelero, no estaba del todo perdido. Únicamente pudo asentir ante las palabras de la chica. Se mantuvieron comiendo hasta que los dos estuvieron casi a punto de reventar. La castaña se levanto, tomando las sobras y guardandolas en bols.

— Puedes irte a descansar, yo limpiare. — la mujer le dedico una sonrisa, asintió, se reverencio hacia ella y se dirigió en camino hacia su habitación. En cuanto entro, se dejó caer en la cama. Si ella le daba el si, sus problemas podrían acabarse. Se recosto, dejándose abrazar por los brazos de morfeo.

[.....]

Habían pasado exactamente 4 días, desde aquel día de su vergonzosa propuesta y la esperanza de un si de la chica. Se levanto de su cama, yendo en dirección a la cocina. Notando un post-it pegado en la nevera. Se acercó a leer este "Fui a trabajar más temprano, pero quiero que nos veamos en el restaurante xxxx a las 7, debo decirte algo." frunció el ceño, tirando el papelito a la basura. Hizo su rutina y fue a trabajar como de costumbre, para cuando vio la hora. Eran las 6:30 de la tarde, tomo su abrigo y maletin, saliendo del edifico en dirección a su auto. Manejo unos minutos hasta dar con el restaurante. Fue recibido por un camarero, el cual lo guió hacia la azotea del restaurante. Viendo al fondo a la castaña mirando en dirección a la calle. Se sento en frente de esta.

— Hola.. — ella mostró sus dientes, en una sonrisa. Estuvieron hablando unos minutos hasta que llegó su cena. No quería presionarla, pero el plazo que le había dado su padre se estaba agotando. En cuanto iba a abrir su boca, la chica le interrumpió.

— Si nos llegasemos a casar, quisiera hacerlo en una especie de contrato. Con condiciones y cosas que los dos debemos cumplir. — el azabache asintió, estaba tan solo a unas palabras de que ella aceptase.

— Pero, no se si quiero hacerlo. — sintió como si bajase de una montaña rusa, bajo su mirada y asintió.

— No te preocupes, por ahora solo comamos ¿sí? — la cena siguió con un silencio sepulcral, era incómodo. En cuanto terminaron, se levantó, tomando su abrigo y maletin. Siendo seguido por la chica, fueron hasta su auto, empezaba a sentirse agobiado. Para cuando menos lo penso, se había adelantado más de lo debido. Dejando un poco atrás a la castaña.

— ¡Jungkook! — volteo, mirando a la chica. Siendo iluminada por la luz de la luna y sus cabellos ser desordenados por el viento. Estaban tan solo a unos metros de distancia, lo único que pudo escuchar después, fue la adrenalina apoderarse de su cuerpo.

— ¡Me quiero casar contigo! —

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¿Trato? ¡Trato! (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora