Cinco: Sol

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Harry pensaba que la palabra amistad era muy pequeñita para abarcar todo lo que sentía por Lou. Claro que no sabía qué otra palabra utilizar porque el sólo tenía nueve años y aún no sabía que todos sus sentimientos se podían clasificar. Aunque él no quería clasificar nada porque no es como si los sentimientos que tenía por Lou eran materiales de dibujo que se pueden poner en gavetas. Eran más cosas.

Era verle a los ojos y sentir cosquillitas en la pancita; era compartir una malteada y quedarte viendo las pestañas de Lou un poco más de la cuenta; era estar en pijamadas y no dormirte hasta que Lou huela a tranquilidad; era tomarlo de la mano y que algo en su interior correteara frenético, y por supuesto era ver una película y que todo el mundo en la habitación desaparezca cuando Lou ponía su cabeza en tu hombro.

Harry quería cuidar a Lou siempre, toda la vida. Aún si Louis siempre trataba de hacer sus cosas solo porque quería ser el omega más fuerte de todos, aún diciendo eso, a veces (casi siempre) llamaba a Harry para cualquier cosa, porque estaba seguro que Harry lo ayudaría porque lo quería, no porque sintiera pena.

Porque era algo común que escuchaba en todas partes, que los omegas eran el género débil o que los omegas eran delicados, y sí, eran delicados, porque eran hermosos y perfectos (Harry siempre ponía como ejemplos principales a su mamá, a tía Johannah, a Jamie y por supuesto y en primer lugar a Lou) pero él no creía que un sinónimo de delicado podía ser débil, claro que no, había visto a su mamá cargar a su hermana que ahora estaba muy grande y también había visto a tía Johannah cargar a sus dos cachorros a la vez, y también veía como se encargaban de todos los quehaceres en la casa porque sus alfas estaban en el trabajo; pero otra vez, el sólo tenía nueve años y no estaba seguro sobre si lo que él pensara podría ser aceptado en el mundo de los adultos.

Pero de algo sí estaba muy seguro, que cuando Lou lo veía y decía su nombre con una sonrisa y un grande "¡te extrañé!" aunque sólo haya pasado un día de no verse, su corazón se sentía cálido, mucho más cálido que cuando salías al parque y el sol te daba directo en la cara. Mucho más cálido que abrigarte en noches heladas. Y es que esto era así: Harry creía que en su cielo pintado con crayolas, Lou siempre iba a ser el sol.

.•*.•*.•*

Harry se fracturó el brazo derecho.

Una mañana de vacaciones de verano, tía Anne se presentó en la puerta, con Harry y Gemma diciendo que vayan al parque y por un helado. Johannah tomó su bolso, unas galletas de avena y a sus dos cachorros para todos juntos, con gorras y camisas sin mangas por el calor, encaminarse al parque.

Gemma y Jamie se mantenían en el columpio hablando sobre algo de su grupo de ballet. Las mamás hablaban entretenidas sobre un programa de cocina orgánica. Harry y Louis jugaban en un árbol.

Harry era el caballero y Louis el príncipe que quería ser rescatado, pero primero, Hazz debía subir y bajar un árbol para llegar a él (idea que Lou no aprobó pero que Harry igual la llevó a cabo).

Y bueno sí, Hazz cayó del árbol fracturándose el brazo derecho. Pasaron en emergencias el resto de la tarde, y para el día siguiente, Harry ya tenía un yeso. Menos mal eran vacaciones de verano, porque sería imposible asistir a la escuela con su brazo de escritura fracturado. O no imposible, pero sí difícil.

Debía llevar el yeso todo el verano para su mala suerte, así que casi no salía de casa, al menos que cruzara al frente, pero ahora casi todas las reuniones familiares se hacían en su casa por él. "Y qué aburrido, ¡es verano!" Gritaba. Pero: "es tu culpa" siempre le respondía Lou.

De todas maneras no era tan malo, su mamá siempre estaba pendiente de él y Gemma le hacía muchos favores a cambio de nada. Jamie le hacía ricas galletas de chocolate para que se recupere y Louis iba todos los días a hacerle la tarea de verano a escondidas, también a veces se pintaban las uñas y otras solo veía como Lou dibujaba nuevas cosas en su yeso que ya estaba lleno de muchos dibujos y de frases como: "por ser un menso" o "gracias por ser mi caballero."

Esta vez estaban recostados en su habitación, con el ventilador al máximo porque hacía mucho calor, comiendo uvas y leyendo un cuento en voz alta. Todos estaban abajo en la piscina, como era normal en estos días con semejante clima.

—Lou, deberías bajar y meterte en la piscina también—interrumpió la lectura.

—No quiero—respondió comiéndose una uva.

—Pero el día está hermoso, deberías ir a meterte con Jamie y Gem...—lo volvió a interrumpir después de un rato.

—Hazz, hay gente tratando de leer, ¿podrías callarte?—lo miró, le rodó los ojos y continuó en la lectura.

—Es que no lo entiendo, estás aquí conmigo siempre y desperdicias el verano también, puedo bajar y verte si es lo que quieres—le dijo en un susurro desesperado.

—No quiero que sólo me veas, y no me voy a meter aunque bajes. Además te recuerdo que tenemos nueve años, hay muchos veranos más que puedo disfrutar, así que haz silencio y déjame terminar.

Harry se quedó callado esta vez, hizo una mueca pero no dijo más, comió más uvas y terminó de escuchar el cuento que Louis contaba. Cuando Lou al fin terminó, cerró el libro con un suspiro, lo dejó a un lado en la cama y se giró a ver a Harry que estaba rojo por el calor que hacía, incluso teniendo prendido el ventilador en la tercera velocidad.

—Entiende, Hazz—le dijo acercándose a dejarle un beso en la mejilla—. Yo siempre voy a estar en donde estés tú.

Gotitas de miel | L.S. (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora