Johannah a los tres meses de gestación conoció a Anne que estaba de ocho, en la sala de espera del ginecólogo. La vió atareada con el cochecito de su pequeña alfa de tres años, y por supuesto, no dudó en acercarse y ayudarla.
La ayuda se convirtió en una pequeña charla acerca de qué marca de carriolas era mejor para los cachorros hoy en día y también en:
—Oh, estás muy cerca del parto, ¿qué va a ser?
Y en:
—Otro alfa.
Seguido de un:
—Oh, ¡huelo a dos cachorritos! ¿Ya sabes que serán?
Y entonces un:
—Hoy me entero.
Se habló de todo lo que se pudo hablar en los siguientes diecisiete minutos que Anne tuvo de espera antes de entrar a la consulta, no sin antes sonreírle y desearle que le vaya muy bien.
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Johannah ya estaba cerca de los ocho meses cuando la casa vacía de enfrente se ocupó por una familia que no logró reconocer hasta que, como es la tradición, ella se acercó con una tarta a darles la bienvenida.
Anne ocupa lugar en la puerta con ojos sorprendidos y una gran sonrisa al ver a la omega que había conocido en la consulta, ahora mucho más grande, con su estómago hinchado.
Recibe la tarta que huele delicioso y la invita a pasar, se sientan en el sofá del salón y comienzan a parlotear de lo increíble que es el destino y de que espera que sean buenas amigas porque es agradable tener a una omega con quien hablar sobre cachorros y cosas de hogar.
Anne presenta al nuevo alfa en su familia a Johannah, el pequeño Harry que está siendo muy bien cuidado por su hermana Gemma, cuando ambas entran a la habitación del cachorro.
Es un pequeño niño, sonrosado y lecheso, que duerme plácidamente en su cuna, sin darse cuenta de su alrededor e ignorando que su hermanita hace ruido con los juguetes que se ha traído sólo porque no quiere que su hermano esté solo.
Johannah sonríe enternecida a la imagen, y felicita a Anne por sus preciosos cachorros; retoman su conversación y Anne ya no se aguanta las ganas de decirle que está muy emocionada de que vaya a tener mellizos, le pregunta sobre si sabe si serán niños o niñas y ella le responde que su alfa y ella han decidido enterarse cuando nazcan. Pero le dice que ya les revelaron cuáles serán sus géneros y con una sonrisa le comenta que serán dos omegas.
Con abrazos y una despedida que lleva una promesa de tomar el té el día siguiente en la casa de Johannah, se retira; feliz de que sus cachorros al menos podrán tener amigos cercanos si es que ella y Anne se siguen llevando tan bien como lo ha sido el reflejo de esa tarde.
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Johannah da a luz a dos cachorritos mellizos. Un par de niños omegas. Entre lágrimas de felicidad y palabras de orgullo para su pareja, Mark sostiene a los dos bebés que se quejan bajito, susurrándoles cuanto los ama. Los bautizan como Louis y Jamie. Y ellos no pueden ser más felices.
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Anne visita a los pequeños Louis y Jamie cuando ellos tienen dos meses de estar en casa, y ya ha pasado el período de súper protección del alfa del hogar, como es normal.
Hay muchas sonrisas y felicitaciones de lo bonitos que son los cachorros para Johannah, que luego comienza hablar de lo caótico que es tener mellizos porque lloran a la vez. Anne da consejos y deja que su pequeña alfa olisquee a los mellizos cuando Johannah le aprueba la petición. Harry escondido en los brazos de Anne, ve todo con simpleza sin inmutarse de la curiosidad que emana su hermana por los dos cachorritos.
Pasan la tarde hablando y bebiendo té y al saberse tan fácil de estar rodeadas de ambas, se puede decir con certeza, que van a ser amigas por siempre.
Y por supuesto que en el destino está escrito también que sus cachorros van a estar juntos mucho más.
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Gotitas de miel | L.S. (omegaverse)
Storie breviEn las estrellas, en la arena y en todas las flores del mundo, su amor ya estaba escrito. En el pasado, en el presente y en el futuro, Harry y Louis, siempre se escribía junto.