Seis: Lazos

466 73 27
                                    

A Lou le encantaba la compañía de Hazz. Nunca se aburría con él. Tal vez suene a exageración, pero es que la palabra "nunca" era la única que se asemejaba correctamente al sentimiento. Ha pasado con Harry los diez años que tiene de vida, y no puede recordar ni un solo momento en el que haya podido decir: "¡Estoy aburrido!", siempre había algo por hacer o algo por decir.

Al fin y al cabo eran niños, su imaginación es solo una fábrica que no hace más que trabajar y trabajar sin descanso. Lo cual está bien, porque eso es lo único de lo que deberían preocuparse los niños; de divertirse. Porque el tiempo se va y no vuelve más, porque el tiempo es un monstruo de la oscuridad que siempre está delante y no podemos alcanzar, porque el tiempo es velocista y nosotros no sabemos correr. Porque no nos devuelven la niñez y por eso hay que disfrutarla cuando es.

Pero de eso Lou no está preocupado, es más, él ni lo sabe; porque tiene a Harry y Harry lo tiene a él y mientras se tengan todo estará bien. Y reirán, y jugarán, y se querrán de la forma más inocente que hay. Porque honestamente, Lou piensa que la vida no sería tan genial como lo es si no estuviera Harry. De todas maneras jamás ha experimentado el hecho de estar sin Hazz porque él (junto con Gemma, tía Anne y tío Robin) siempre ha estado alrededor suyo, de su hermano y de sus padres. Así que realmente no es como si pudiera entrever que se siente estar solo o estar sólo con su hermano.

Era una promesa muda la de estar juntos, porque siempre uno iba a estar pululando en los días del otro (lo cual tanto Lou y Hazz, agradecían), siempre había una mañana de tomar el té, o tardes de tarta de manzana, o noches de películas, que unía a las dos familias. Y es que sería muy difícil romper lazos que se habían forjado desde el vientre, lazos que han crecido a la par de unas primeras palabras o primeros pasos. Lazos que no iban a hacer más que seguir afianzándose con el paso de los años.

.•*.•*.•*

Tres veces a la semana en las tardes, cuando tía Anne cruzaba al frente para llevar a Jamie y a Gemma a sus clases de ballet, Harry se quedaba con Lou.

Hacían tareas y escuchaban un poco de música luego veían alguna caricatura o jugaban con los muñecos de acción, pintaban sus uñas, practicaban con la tabla de skate, o leían un cuento. También salían al patio trasero en donde se encontraba el jardín de Johannah y extendían una sábana, se sentaban, tomaban un pequeño aperitivo y se recostaban a ver las nubes y a hablar infinito.

Lou no era fan del ballet como su hermano. Entraron juntos cuando recién cumplieron los seis años pero Louis se decantó de ello, no era muy bueno con su coordinación oído-pies/manos y de todas maneras prefería pintar o dibujar que bailar. Gemma sí que se quedó en ballet; tal vez al principio no le gustaba pero quería estar con Jamie ahí, así que pronto le tomó el gusto, o simplemente se acostumbró para estar juntos.

Pero eso funcionaba bien para Louis y Harry, que en ese momento estaban recostados en la sábana sobre el césped. Ya habían comido su usual sándwich de mostaza con miel y jamón, y ya se habían bebido el jugo de naranja que Johannah les había dejado. También ya habían tomado los besos en la cabeza que les dió anunciando que estaría en su habitación tejiendo.

Había sol pero no tanto para hacer calor o para quemar sus caritas. Sin embargo si tenían puestas sus gafas para sol. Estaban tomados de la mano mientras con la otra señalaban formas en las nubes y creaban historias que tengan como protagonistas esas formas que veían.

—Hoy en clase de ciencias naturales hablamos de las golondrinas—mencionó Lou. Ellos seguían sin ir en el mismo salón de clase.

—Oh, nosotros aún no vamos por las aves, cuéntame de ellas y así cuando lleguemos al tema podré alzar la mano primero—Harry se rió y Louis lo siguió.

—Son vertebrados. Y ponen huevos. Y migran—hizo una pausa y luego siguió hablando cuando vió que los ojos de Hazz eran expectantes.

—También eligen una pareja para toda la vida, son...monógamos, sí, eso—los dos se quedaron callados, el silencio era cómodo porque eran sólo niños, nada es incómodo a los diez años.

—¿Hazz?—él se giró sobre su costado cambiando de mano para tomarla.

—Dime, Lou—él también se giró para estar de la misma forma que Harry, también cambió su mano, pero nunca soltaron el agarre.

—Sé que dentro somos lobos, nos lo dicen en la escuela, pero yo creo que tú y yo somos golondrinas también—dijo Louis suave.

—¿Sí? ¿Por qué, Lou?

—Porque tú y yo vamos a estar juntos para siempre y un día vamos a volar lejos a nuestro hogar—sonrió.

Harry apretó más el agarre de su mano, sus conversaciones eran puras en todos los sentidos y ellos solo querían recordar eso para siempre.

—Lou, donde sea que estés va a estar mi hogar—le murmuró después de un momento.

Ese Harry de diez años no sabía que un día iba a aparecer con dos golondrinas tatuadas en su pecho. Ese Louis tampoco sabía que iba a derramar muchas lágrimas de felicidad mientras las toca.

Gotitas de miel | L.S. (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora