Siete: "Tú y yo"

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Harry cree necesitar un nuevo cerebro porque el que tiene está demasiado lleno de Louis.

Okay, tal vez está exagerando un poco y la cosa no es tan como él lo piensa, pero se acerca. Porque lo único que puede hacer durante las veinticuatro horas es, definitivamente, pensar en Louis. Y eso podría ser normal en él o estar totalmente bien, sólo si no estuviera interfiriendo en su cotidianidad.

Y estos son algunos (muy poquitos) ejemplos que puede dar: en clases a veces se quedaba viendo demasiado tiempo el cielo a través de su ventana sólo porque le recuerdan a los bonitos ojos de Lou. En la mesa mientras cena con sus padres y hablan de su día, se desvía de su tema principal para hablar sobre el colorido suéter que llevaba hoy Lou. Cuando veía televisión con su hermana y ella comenzaba a hablar de Jamie, él enseguida también recordaba todos los logros que ha tenido Lou y la interrumpía con su monólogo. Con sus amigos cuando hablaban de videojuegos, él sólo divagaba en qué nuevo truco podía practicar con Lou en el skate. Y con su madre cuando la acompañaba al centro comercial, se quedaba viendo demasiado tiempo los colores de los esmaltes para poder escoger uno que les combine perfecto a él y a Lou.

Lou, Lou, Lou. Todo tiene que ver con él.

Pero, oh, Harry no puede estar más que agradecido de que su mente esté llena de recuerdos del omega más bonito que alguna vez ha visto (o que ha visto toda su vida). Jamás se enojaría cuando está leyendo un texto en la escuela y sus pensamientos van a la bonita voz de Louis leyendo. O cuando trata de pintar el Océano Pacífico en los mapas que le mandaron de tarea y su garabato se ve casi igual a los ojos de Louis cuando se va quedando dormido. O cuando los niños en su salón de clases hacen bromas pesadas y él se enoja porque odia ese tipo de groserías y él sólo se calma cuando reproduce en su cabeza el olor a chocolate con canela de Lou. O cuando está en su habitación y toma un algodón para sacar el poquito esmalte que hay en sus uñas y se queda demasiado tiempo tocándolo porque si cierra muy bien los ojos puede imaginarse apretando la mano de Lou.

Y vaya, Harry tiene sólo doce años pero él está seguro de lo que le pasa. Podría jurar que sabe qué le está pasando.

.•*.•*.•*

Todos los días Lou y Hazz caminan de la escuela a casa juntos.

El camino no es tan largo y es la excusa perfecta para comer un helado antes de que llegue la cena. Al principio del año, ni Anne ni Johannah estaban de acuerdo de que sus cachorros caminen solos, pero al ver que quedaban sólo los dos porque Gemma ya era lo suficientemente grande para llevar a Jamie después de la escuela a las clases de ballet, no les quedó de otra que aceptar la propuesta, no sin antes escuchar unos cuantos "mamá, tenemos doce años" o "tía, puedo cuidar bien de Lou."

Todos los días Lou y Hazz comen un delicioso cono de helado.

Cuando sonaba el timbre que anunciaba el final de clases, Harry siempre estaba parado fuera del salón de Louis que quedaba diagonal al suyo. Veía a todos los niños y niñas salir correteando y luego al final, en el marco de la puerta, todo se iluminaba. Veía a Lou sonreír como si no lo hubiera visto en semanas y luego corría a darle un beso en la mejilla, a veces si algún otro compañero los veía les hacían mofas de besos, pero se callaban corriendo fuera de su vista cuando Harry gruñía un poco. Entonces uno le preguntaría al otro "¿cómo estás?" Y el otro le respondería "ahora mejor" y se tomarían de las manos para salir de la escuela hablando de todo lo que había sucedido en el día. Luego, tres cuadras más adelante pararían a comprar dos conos de helado de diferente sabor, porque el objetivo es comer dos sabores de helado diferente, y saldrían de la tienda, igual tomados de la mano y con un cono de helado.

Todos los días Lou y Hazz caminan de la escuela a casa juntos, comen un delicioso helado y se toman de la mano.

Y este era uno de esos días.

El sol les pegaba gentilmente en sus cuerpos vivaces. Llevaban bermudas y camisas estampadas. Olían a vinagre con canela, sal y chocolate cuando se tomaban de las manos y sus boquitas estaban pegajosas por el helado.

—¿Hazz? Hoy me preguntaron cosas—dijo mordiendo un pedacito del cono.

—¿Ah sí? ¿Qué cosas, Lou?—lo vió morder otro pedacito de cono que al final se le cayó al piso.

—Me preguntaron sobre nosotros—dice riendo y negando, viendo hacia el piso.

—¿Qué de nosotros, Lou?—le acerca su cono para que muerda del suyo.

—Si tú y yo nos besamos—mordió el cono y siguió viendo al frente, como si no hubiera dicho eso. A Harry parecía salírsele los ojos de la cara.

—¿Q-que si nos b-besamos?—tosió un poco porque el bocado que se pasó se le fue mal. Lou lo vió con una expresión divertida, pero le palmeó la espalda.

—Sí, ya sabes, las niñas con las que me junto hablaban sobre sus primeros besos y bla, bla, bla, y me preguntaron porqué estaba tan callado y yo dije que no había dado mi primer beso y ellas me preguntaron por ti, sobre porqué tú y yo no nos hemos besado.

Harry estaba tan rojo, que parecía una pequeña cereza. Lou solo sonreía como siempre.

—¿Y q-qué dijiste?

—Que nuestro momento va a ser especial, porque lo que tú y yo somos es especial, también les dije que sus besos no contaban porque no habían sido primeros besos de amor, tuviste que haber visto sus caras de envidia, Hazz—se rió—luego preguntaron sobre si las máquinas del tiempo existen—se rió más y luego cesó—el punto es que, va a ser así. Tú y yo nos besaremos cuando sea el momento indicado, ni un minuto atrás ni un minuto adelante, nuestros lobos nos dirán cuando.

Harry tenía la cara tan caliente del sonrojo llegados a este punto y Louis solo estaba ahí, caminando tan feliz, con el apretón en la mano afianzado y brillando más que el sol.

—Sí, Lou, lo que dices es cierto. Tú y yo tendremos nuestro momento especial.

Y después de eso se acabaron sus helados y caminaron el resto del camino. Llegaron a su vecindario. Harry siempre dejaba a Louis en su puerta y luego él cruzaba a la suya. Hoy era igual y estaban fuera de la casa de Louis.

—Hazz—comenzó a hablar cuando se soltaron de las manos—siento si lo que dije te incomodó, sólo quería contarte, yo no tengo prisa y sé que tú tampoco, somos niños, no hay que pensar en besos y romances, además tú y yo pensamos en nuestras cosas que son más especiales, como ese nuevo truco que hay que seguir practicando—sonrió y le puso una mano en su hombro—todo lo que hacemos tú y yo es cien veces mejor que un beso de primera vez, no te estreses, te puedo oler...

Harry bajo el toque en su hombro y oliendo la diversión en el aroma de Lou, se relajó. Louis tenía razón.

—Está bien, Lou—dijo sonriendo un poquito—tú y yo somos especiales.

Y con eso, Louis se acercó tirándole del hombro y le dió un grande y sonoro beso en la mejilla para luego abrir su puerta e irse.

Harry se quedó parado ahí, con su mano en la mejilla en donde había recibido el beso (y miles más de Lou en todo su vida) y se concentró en pensar en lo suave que siempre es Louis al darle un beso. Los suavecitos labios de Lou. Lou siempre es suave.

Después de eso, sólo comenzó a pensar en cómo haría de su momento especial, perfecto.

🧃🍪

Gracias a todas las personas que leen, tengo ganas de agradecer en cada capítulo, ay, han sido muy lindas conmigo.

Este capítulo parecerá algo largo pero en realidad quiero pedir disculpas porque es algo flojo :( ayer me olvidé de actualizar y quería hacer algo hoy.

Les mando un besito, y por favor no se sienten. Paradas hasta el final, jaja, nada que ver pero bueeeno. ¡Gracias!

Gotitas de miel | L.S. (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora