Habían regresado a Madrid y la peor de las pruebas la tenía Isabella, enfrentar a su marido. Llevaba puesto una camisa de mangas largas y un pantalón cubriendo hasta los tobillos. Alejandro al verla se quedo algo descolocado.Quiso acercarse para besarla alegre de volverla a ver pero ella sutilmente lo evadió.
— ¿Cómo estás? ¿Donde has estado? ¡Me has tenido preocupado!
— Ya estoy aquí, ya estoy bien. Quiero ver a Daniel.
— Daniel está con mi madre, lo traerá en un rato.
— Bien, pues iré a descansar un rato.
Alejandro estaba confundido por la actitud de Isabella. No había podido siquiera tocarla, estaba fría distante y él temía tener alguna culpa en ello. Isabella subió rápidamente a la habitación y aseguró la puerta. Estaba temblando, no podía evitarlo y le dolía sentir ese miedo hasta con su propio esposo. No podía ver su cuerpo desnudo, el sexo ahora le daba asco y los hombres pavor. Odiaba ser mujer, y despertar lujuria en los hombres. Alejandro subió tras de ella y al darse cuenta que la puerta estaba con llave tocó un par de veces.
— Isabella, abre la puerta.
— Dame un segundo, me voy a duchar
— ¿Desde cuando cierras la puerta?
Isabella volvió a cubrirse y abriendo la puerta lo miró respondiendo seca.
— Desde hoy, necesito algo de privacidad.
Alejandro intentó besarla, acariciarla pero ella dañó un respingo lo impidió.
— Déjame sola, por favor.
— Bien, como quieras.
Enojado azotó la puerta y bajó nuevamente a la sala de estar frustrado y enojado. Necesitaba a su mujer, quería tocarla, besarla y ahora simplemente parecía que no podía hacerlo. Intentó darle una explicación lógica a ese comportamiento, quería creer que aún seguía afectada por lo de la bebé pero el afectado comenzaba a ser el. Mientras Isabella y Alejandro comenzaban una crisis matrimonial, para Marcos las cosas volvían a la normalidad. Ya estaba de regreso en la casa y era lo único que mantenía a Meredith contenta y con un motivo para ser mejor persona.
— No sabes lo completo que soy viéndote.
— A veces exageras, que lo sepas.
Tumbandola en la cama se suspendió sobre ella besando suavemente sus labios.
— Quiero hacerte el amor
— Aún estás en recuperación.
— Puedo hacerte el amor, te voy a enseñar
— Mañana me haces el amor. Ahora recuéstate y descansa. Haré algo de cenar.
Intentaba buscar cosas pequeñas como cocinar, tejer cualquier cosa incluso dormir para no pensar en aquella escena que había en la que había encontrado a Isabella y Anabel. Tocaron la puerta fuertemente y algo asustada fue a ver de quien se trataba y al abrirla Alejandro entró como alma que llevaba el demonio a la casa.
— ¿Quieres decirme qué coño sabes sobre lo que le pasa a Isabella?
— No se de que hablas
— No me toques los cojones Meredith. Se muy bien que sabes algo.
— ¿Que se supone que debería saber? Isabella y yo no somos íntimas amigas ni tenemos una relación estrecha de hermanas así que le preguntas a la menos indicada.
Alejandro a punto de perder la poca paciencia que le quedaba insistió.
— Desde que llegó contigo de ese supuesto viaje ha cambiado totalmente. No se deja tocar, mucho menos hacer el amor; parece otra persona. Tú debes saber algo.
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Inefable
RomanceMeredith ha logrado llevar al máximo su venganza y obsesión contra Isabella y Anabel. Parece que para ellas, no queda absolutamente nada que salvar. Isabella tras las rejas, su empresa esta a punto de perderla totalmente, Alejandro comienza a dudar...