doce.

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A veces no pienso lo que hago. Miro los cortes de mis brazos y pienso:


— Basta de errores.


Aún así, me los sigo haciendo. ¿Cómo puede ser que me sienta tan odiado? No logro salir de ese pozo oscuro con espinas que me dañan más, no encuentro la manera. Siempre vuelvo al inicio, es un círculo sin fin. Mi corazón palpita fuerte y el pecho me duele; para cuando me doy cuenta, una espina está incrustada en mi pecho y sangre recorre por mi suéter gris. ¿Por qué me hago tanto daño? ¿Por qué me lastimo a mí mismo? No lo entiendo, en lo absoluto. Siempre trato de salir, pero termino con la misma espina clavada en el pecho. Una y otra vez el corazón me palpita fuerte, para que, después, me duela esa zona con toda su fuerza. Hay muchas personas que juegan con mis sentimientos y se aprovechan para que el pecho me duela aún más; eso, sinceramente, es demasiado horrible: ellos no lo saben. Siempre me quedo viendo a la nada, pensando mientras espero a que se me pase el dolor. Esta cosa que siento nunca se me pasa, sigue allí: en el pecho y en el corazón. ¿Cómo haré para ser libre de una vez por todas? No tengo ni la más mínima idea. Sólo sé que... No puedo seguir así, ya no. A veces, cuando no hay esperanzas, se cometen muchísimos errores. Aquellas equivocaciones pueden ir de leves a peores, y eso depende solamente de ti. Ya no pueden seguir llenando todo el tiempo su vida de errores, sino no podrás seguir adelante.


Cuando, de pronto, has cometido demasiados, sólo te queda esperar. ¿Esperar a qué? No lo sé. Quizá vendrá alguna salvación o algo, aún no lo sé con claridad. El tiempo y el dolor se convierten en tus compañeros de cuarto, y tú estás en tu habitación escuchando música triste y melancólica. Observas al techo y miras la nada misma, ya no sabes ni qué mirar. No sientes nada, aprendes a convivir con el dolor y sufrimiento (además de contigo mismo como persona depresiva). No deseas cortarte, pero igualmente lo haces. No encuentras otra manera de quitar el dolor y la carga negativa que llevar dentro, más espinas de las paredes de aquel pozo te hacen daño por todo el cuerpo. Luego de tanto tiempo, encuentran a un sobreviviente: la persona que lee ésto. Y tú, querido lector o querida lectora, tengo una pregunta para ti. ¿Qué harías en estos precisos momentos con esta pobre víctima?

eѕcrιтoѕ del corαzóɴ. | edwαrd o'ѕυllιvαɴ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora