veιɴтe.

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Cuando se llega al final de un camino, ¿qué es lo primero que se suele ver? Observas la luz, aquel calor que da satisfacción, supuestamente. Al ver una persona como yo, que se acostumbra a vivir con el dolor y sufrimiento comprimidos no solamente en su pecho, sino que en su cuerpo y espalda, notas que hay dos opciones: no siente nada en lo absoluto o comienza a llorar. ¿Por qué empieza a llorar? No quería salir de allí, de la oscuridad. Dentro se sentía bien, sentía satisfacción que se junta con aquella carga negativa en su interior. Al notar que su vida cambia por completo, se asusta demasiado y desea llorar. Nadie quiere el final de algo (el final de una amistad o de una relación), pero, aunque se diera la posibilidad de vivir una, hay que soportarla hasta el final. Si no logras o no puedes soportarla, entonces no eres lo suficientemente fuerte como lo esperabas o creías. Cuando no eres como crees o pensabas, te deprimes y te empiezas a sentir más inferior que los demás. Al sentirte inferior, te escondes de la sociedad y prefieres vivir tu propia realidad antes que todo. Dejas que la verdadera realidad te humille, te ignore y te desprecie, porque piensas que ya no vales la pena para ella ni para la vida. ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué no afrontamos las cosas como debe ser y lloramos con mucho dolor y mucho sufrimiento? Para personas como yo, eso es nuestro mecanismo de defensa: el llorar porque no aceptamos a la realidad misma como es, y, por eso, creamos otra alterna donde nosotros solos nos encontramos y nos aceptamos por cómo somos realmente. Aquel jardín que describí en mi escrito anterior es mi realidad alterna, donde el sufrimiento es el aire del lugar y el dolor es el cielo. Nadie puede dominar la realidad original por completo, y eso hace que pensemos que somos más inferiores que los demás (o algunos piensan así); otros, tratan de dominarla para sentirse mejor consigo mismo o sentirse mejores que las demás personas del entorno. Siendo sinceros, nadie soporta la realidad. Todos nos hundimos en un mundo más chico en cual podemos soportar y editarlo a nuestra forma, hasta huele como nosotros queremos. Allí es donde escondemos todo, hasta nuestras penas, dolores y sufrimientos. No importa cuánto lo niegues, escondes en ese lugar absolutamente todo y tú lo sabes. Niega tu realidad cuanto quieras, pero aquella carga negativa que llevas dentro no la puedes esconder por mucho tiempo. Cuando salga y combine con la realidad, verás que será lo peor que te haya pasado. Te sientes perdido, solo... Devastado. La última chispa de esperanza que había en tu interior, escondida en tu corazón, ya no valdrá la pena: se habrá esfumado para entonces. Y, ¿sabes que es lo mejor? Que te engañarás a ti mismo diciendo que 'deseas seguir viviendo', sabiendo que tus fuerzas son nulas y las ganas ya se han ido a -80. Sin importar qué, el desear seguir viviendo siempre será en vano.

eѕcrιтoѕ del corαzóɴ. | edwαrd o'ѕυllιvαɴ. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora