1. Comienzos

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Era un tanto complicado entrar al departamento que SeHun y BaekHyun compartían desde hacía muchos años. No porque estuviera desordenado u oliera mal, para nada. Es que el rosa... daba la impresión de que ese color iba a tragarse el departamento.

SeHun al principio no había dicho nada. Había logrado mantener la calma cuando, como por arte de magia, varios portarretratos aparecieron pintados de ese color, o una de sus prendas blancas se volvió sin razones aparentes, rosada. Pero con el tiempo, BaekHyun había comenzado a obsesionarse con ese color al punto de que su guardarropa era una paleta de rosas, las paredes de su cuarto eran rosa pastel al igual que su cabello, e incluso los panqueques que cocinaba terminaban siendo rosa gracias al colorante que este le colocaba.

Se podría hacer un paréntesis y añadir que SeHun jamás ha sido un entusiasta de los colores pastel y mucho menos el rosado, así que lamentablemente el pelinegro había llegado a su límite y por eso mismo tenía a su mejor amigo sentado casi a la fuerza en el sofá de la sala... el cual también se encontraba recubierto con una funda rosada.

Como hoy era el día en que lo iba a enfrentar, se había encargado de tomar algunas precauciones. La primera era que no había traído a ninguna chica a casa ese día para poder mantener el buen humor de BaekHyun, que se alteraba cuando se cruzaba con una desconocida en el pasillo de su hogar. La segunda, había sido no hablar ni una vez de la extraña obsesión que el chico tenía con el rosa, porque esas observaciones también lo ponían de mal humor.

Para ser sinceros, él nunca supo muy bien cómo afrontar a su amigo por ese tipo de situaciones. La mayoría de las cagadas se las solía mandar él, por lo que generalmente era SeHun quien se sentaba de esa forma en el sillón y no BaekHyun. Intentó rebuscar en sus recuerdos cómo era que su mejor amigo siempre lo retaba y qué palabras utilizaba; fue así como se armó un breve discurso mental.

—Esto tiene que parar ahora, BaekHyun. —Fase uno: una breve advertencia.

El pelirosa se hizo el desentendido y miró sus uñas perfectamente recortadas, ignorando a SeHun. Él sabía de qué iba el tema, últimamente SeHun se la pasaba con un humor de perros dentro del departamento y él lo atribuía a su rosa-fobia.

Cosa de heteros, pensaba BaekHyun.

—Oye, te estoy hablando. —Fase dos: llamar la atención.

—Y yo estoy escuchando, no soy idiota. —La diferencia entre ellos dos, era que BaekHyun inventó aquellas fases.

SeHun hizo una mueca. Le hubiera gustado golpearlo con uno de los almohadones del sofá, pero prefirió aguantar sus ganas porque eso no estaba incluido en ninguna fase. Optó, en cambio, por simplemente mirar a su compañero de piso, para no desatar la tercera guerra mundial en el living de su casa.

—Escucha, Baek. —Fase tres: acusador comprensivo. Se acuclilló delante de su amigo y se sostuvo de sus flacas rodillas para no perder el equilibrio—. Sabes que nunca durante estos años he objetado algo en contra de tus gustos, ni siquiera cuando te pusiste de novio con Park. Y sé que adoras el rosa, pero está comenzando a convertirse en una obsesión. No podemos tener todo el departamento de ese color.

—¿Y por qué no? —cuestionó el pelirosa, escéptico.

—¡Porque a mí me gustan otros colores, y este lugar es de los dos! —Fase cuatro: mandar la comprensión al carajo.

Bueno, puede que esa fase se la hubiera inventado SeHun sobre la hora.

—Entonces dividamos el lugar a la mitad y tú pintas tu parte como quieras —sugirió BaekHyun llegando ya a la fase cinco: negociación, esta vez mirándolo a los ojos y dedicándole a SeHun una sonrisa satisfecha por la ocurrencia.

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