Lo Que Nadie Dice

Instinto de Auror

Desde que era una novata, Tina Goldstein vio a Percival Graves como un héroe, para ella era su ídolo y deseaba llegar a ser tan buena como él. No buscaba realmente el puesto de directora de la MACUSA. En lo absoluto. Solo quería llegar a ese nivel de conocimientos, llegar a intuir tan fácilmente la culpabilidad de alguien como lo hacía Graves.

Por ello –y al igual que la mayoría de los aurores en la MACUSA –se sentía terriblemente culpable por no haber notado cuando Grindelwald lo había suplantado. La presidenta le había solicitado a Graves que se tomara un descanso luego de su secuestro, que no debía exigirse de más, pero tan terco como era, se negó rotundamente. Tina se empeñó en hacer su trabajo un doscientos porciento mejor que los demás para aliviar la culpa que se clavaba en su pecho como aguijones venenosos.

Tina era intuitiva, pueden llamarlo sexto sentido femenino o incluso de auror, a ella no solía escapársele nada a su alrededor. Ese instinto podría mantenerla viva en un duelo de varitas o en ataques inesperados. Pero fue hasta año y medio después de lo acontecido por Grindelwald y que su jefe volvió al trabajo que se dio cuenta de ciertos patrones de conducta en su amigo inglés y su jefe.

El día en que se dio cuenta de que algo raro pasaba fue durante un caso llevado a plena vista de los no-maj. Newt era imprudente y parecía no importarle en lo absoluto que existían leyes, así que ella lo seguía con el único fin de proteger a su amigo y posibles repercusiones a futuro por su imprudencia. Había rumores de que las cañerías de Times Square habían sido obstruidas afectando los negocios de la zona, pero cuando Newt vio los registros cedidos por el gobierno del estado se dio cuenta de que no era solo eso, las cañerías parecían prácticamente desintegradas junto con los cimientos bajo la cuadra con riesgo de provocar el hundimiento de varios edificios. El mago se percató de que posiblemente fuese un Bundimun, un hongo de muchos ojos que excretaba un extraño líquido que pudría cimientos de casas enteras.

No fue considerado tan grave para el resto de sus compañeros, pero Tina y Newt sabía de lo peligroso que sería el que continuara expandiéndose el hongo. Incluso la sub-división de plagas hizo a un lado ese caso, por lo que ambos amigos decidieron hacer algo aún bajo la negativa del director Graves.

-Esta vez sí perderé mi empleo –dijo Tina con aflicción.

-Muchos muggles podrían perder sus hogares si no hacemos algo –Tina exhaló frustrada, consciente de que Newt estaba en lo correcto.

Siguieron por las cañerías hasta ubicar el nido del hongo.

Más tarde volvieron a la MACUSA con parte de su ropa deshecha debido al ácido que soltaba la bestia, y con algo de líquido verde dejándolos empapados obtenido cuando Newt invocó agua de su varita para diluir los ataques de la criatura. Al menos podía decir que debido a ello estaba completamente limpia.

Sus compañeros se burlaron cínicamente en sus caras por su aspecto. Pero aún peor, Graves llegó ondeando su gabardina haciendo callar a sus compañeros y bajar la mirada.

-¿Se puede saber qué mierda hicieron? –preguntó conteniendo la cólera en su voz por saberse desobedecido.

-Fuimos a limpiar al Bundimun –dijo Tina con la mirada gacha.

-Nos atacó y tuve que diluir el ácido con un aquamenti para que no nos hiriera. Por eso terminamos así –dijo con voz insegura el pelirrojo. Tina apenas vio de reojo como Graves se quitaba la gabardina y la pasaba por los hombros de Newt cubriéndolo del frio.

-Auror Goldstein, quiero que haga un reporte sobre esta situación. Señor Scamander, por favor acompáñeme a mi oficina –tanto Tina como Newt sintieron un escalofrío recorrerles. El director no estaba nada feliz con esto, pero aun así se mostró paciente con el inglés guiándolo a su oficina con una mano posada en su cintura baja mientras su gabardina lo protegía del frío.

Tina se sintió contrariada pero lo ignoró de momento. Debía escribir un informe para irse a casa.

Un par de meses después, Queenie había llevado el almuerzo a su oficina donde provisionalmente también trabajaba Newt, por lo que decidieron tomarse un momento para comer mientras seguían revisando algunos reportes y mandarlos a la sección que correspondiera, dándole directamente a Newt los relacionados con tráfico o abuso de criaturas mágicas. Queenie se ofreció a ir por café y té para acompañar el almuerzo mientras Tina iba al archivo de la agencia por testimonios de algunas víctimas para su caso.

Consiguió rápidamente los escritos con un accio para regresar luego a su escritorio.

Ya estando cerca se percató de la presencia de su jefe quien conversaba con Newt. No alcanzaba a escuchar su conversación pero sí se dio cuenta del momento en que Percival Graves se acercó a Newt levantando su mano para alcanzar sus labios y frotar su pulgar con la comisura de estos limpiando los restos de migajas en su piel. Newt no parecía incómodo con la cercanía, cosa extraña debido a sus nulas habilidades para socializar, sin embargo lo que más la sorprendió fue el mirar claro en las pupilas de su jefe, dilatadas como si estuviera viendo un manantial en pleno desierto.

Newt pasó su lengua por sus labios quitando el resto de pan de ellos rozando con su lengua el pulgar de Percival –accidentalmente –que aun descansaba cerca de su boca.

Un grito estrangulado salió de la boca de Tina soltando a la vez los documentos que llevaba emitiendo un golpe sordo contra el piso. Percival se separó del magizoologo con premura, casi como si le quemara el contacto de un segundo a otro. El auror salió del lugar sin emitir palabra. Fue entonces que Tina lo supo, entendió ciertas palabras que repetía su hermana sobre Newt y sobre Graves. La mano de Percival en la cintura baja de Newt, sus sonrisas sutiles, los suspiros de Newt cuando divagaba viendo por los pasillos. Newt parecía cómodo hasta cierto punto con Percival y Percival se veía feliz al lado de Newt.

Algo hizo click en su cabeza.

-¡Por Mercy Lewis! –exclamó cuando se encontró sola con Newt.

-Traje té y café –anunció su hermana recién llegando.

Ok, quizá Tina no tenía tan agudizado su instinto de auror.

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Caoc Hatsune