Torpe y Ciego

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Seraphina no había sido elegida como presidenta de la MACUSA solo porque sí. Ella había sido elegida porque era fuerte, era decidida e inteligente, era diligente y pericial en todos los asuntos que eran de su conocimiento; por lo tanto si ella se esforzaba tanto, exigía lo mismo de sus aurores o incluso de cualquiera que ocupara un cargo en tan importante organización.

Si un eslabón estuviera fuera de su lugar ella no lo toleraría, la MACUSA protegía a todo el mundo mágico estadounidense de situaciones de riesgo, no podían darse el lujo de fallar. La situación dada hace unos años la había desmotivado, la había hecho replantearse si debería conservar su puesto pero el aliento de su subordinado y amigo Percival Graves la hizo desistir de cualquier idea fatalista.

Percival y ella se conocían desde Ilvermorny siendo ella de la casa Horned Serpent no se esperaba que ella fuera amiga de alguien de la casa Wampus, ella solía ser muy cerrada a hacer amigos pero él consiguió llamar suficiente su atención. Habían sido un buen equipo en la escuela y luego entrando a la academia de aurores en Estados Unidos. Por ello no podía permitir que el rendimiento de su querido amigo bajara tan exponencialmente por una tontería como si fuera un adolescente.

Seraphina no era tonta –por algo su casa en Ilvermorny –había notado como Percival mantenía su rictus y concentración en el trabajo hasta que aparecía el señor Scamander en su campo de visión. La primera impresión que le había dado a la dama conocer al inglés fue que era muy torpe y tímido, a niveles no tan saludables. Luego de la situación de Grindelwald su perspectiva cambió un poco. Pero solo un poco.

Le estaba agradecida por salvarlos a la exposición de los no-maj, pero ella no era tan paciente para tolerar a un fénix cruzar el vestíbulo, o escarbatos corriendo por los pasillos, y mucho menos ver a su mejor amigo perder completamente el sentido solo con una sonrisa del magizoólogo.

-Graves –le llamó por segunda vez aunque sabía que no la escuchaba, esa mañana habían traído a la MACUSA a una cría de bola de fuego chino. Todos retrocedieron hasta que Newt pudo acariciar su hocico siendo bien recibido por la criatura. Percival no había dejado de mirar embelesado la sonrisa de Newt al recibir uno que otro golpecito del hocico del dragón.

A ella no le importaría si no interfiriera con su trabajo. Comenzaba a olvidar las cosas, se llegaba a tropezar apenas veía a Newt.

¡Por Mercy Lewis! Que ella podía aguantar esos desplantes de cursilería como cuando le preguntó en medio de una junta interrumpiéndola de decirle los desastres que habían provocado magos tenebrosos diciendo: ¿Sabías que la familia de Newt cuida hipogrifos? ¿Crees que debería regalarle uno?

Seraphina solo suspiraba ante esto.

Estaba cansada porque Graves perdía completamente el temple cuando se trataba de Newt. Lo había visto al borde del colapso cuando el inglés terminó en el hospital un par de veces.

Pero eso no era lo peor.

Lo peor era notar lo ciego que estaba. Si bien el señor Scamander era torpe por naturaleza, cuando estaba cerca de Percy se multiplicaba por diez.

Percy al menos tropezaba con los muebles, Scamander solía tropezarse con sus propios pies en el instante que lo veía, había notado un leve estremecimiento en el pelirrojo cuando su amigo decía su nombre de pila, se tensaba más y esquivaba la mirada casi siempre que se encontraba con las pupilas de Graves ¡Era terriblemente obvio!

Ella creía imposible el nivel de ceguera de su amigo, a Scamander no lo conocía suficiente para juzgarlo.

Harta de todo, finalmente decidió hacerle frente a Percy. Porque lo quería, porque era su amigo y porque le había dejado el doble de trabajo por su incompetencia.

Lo Que Nadie DiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora