Me bajo del auto y me dispongo a subir a las oficinas de mi abogado cuando miro hacia el lado y veo a Marcelo subiéndose a su auto, respiro profundo, me acomodo el vestido y subo echa una furia hasta mi destino.
Entro directo a la oficina de Bruno, la secretaria intenta detenerme, pero ya yo estoy dentro del despacho mirando a Bruno directo a los ojos con cara de pocos amigos.
― Lo siento señor Sierra, no la pude detener. ―dijo la secretaria nerviosa.
― Déjela, total teníamos cita ―dijo Bruno mirándome con cara seria―. Siéntate Macarena.
― ¿Qué has hablado exactamente con mi esposo?
― Sabes que no te lo puedo decir. ―me dijo con su respectiva expresión.
Bruno es el abogado común de Marcelo y mío desde que nos casamos, tiene unos 50 años, piel blanca, pelo castaño y barba de dos días, mide 1.85 aproximadamente, ojos marrones y expresión seria, de hecho, desde que lo conozco jamás lo he visto sonreír.
― Bruno, coño, que a ti te pago yo. ―dije furiosa.
― Macarena no puedo, como abogado tengo principios, además, la amistad con tu marido es de hace muchos años.
― Pues me busco otro abogado. ―dije levantándome de golpe.
― Maca ―Me doy la vuelta y por primera vez lo veo sonreír, es encantador, se lo que me va a pedir, pero necesito oírlo de su boca―. Te propongo un trato.
― Te escucho. ―dije volviendo a mi asiento.
― Yo te ofrezco ganar el juicio y sangrar a Marcelo todo lo que quieras ―dijo levantándose y poniéndose detrás de mí, yo estoy mirando al frente cuando siento que me toma por el pelo, el cual llevo suelto, me jala hacia abajo y obliga a mirar hacia arriba―, a cambio de que me dejes jugar contigo una noche. ―me dice al oído en un susurro.
― Vale. ―dije casi gimiendo―, pero si pierdes te despido. ―dije intentando zafarme.
― Créeme, no voy a perder. ―dice mientras vuelve a su puesto.
Luego de esa breve escena que me aseguró el triunfo en el juicio acordamos que yo me quedaría con la casa principal y todas las propiedades en las afueras, excepto el departamento en primera línea de playa, el cual se quedaría Marcelo. Yo me quedaría el Maserati, el Mercedes W164 y todos los servicios de chofer, y Marcelo se quedaría con su Ferrari rojo.
Usaríamos como excusa unos tales daños psicológicos, explotación e incumplimiento de los deberes maritales que me llevaron a caer en los brazos de otro hombre, vamos, que me iban a poner a mi como una víctima. También nos aseguraríamos de que el juez aceptara una vista con Bruno antes del juicio, consolidando mi papel de blanca paloma ante el letrado.
― Una cosilla más. ―dije a punto de irme.
― ¿Qué?
― Hasta el día antes del juicio tu eres el abogado de Marcelo ―dije casi en un susurro―, no quiero que tenga una sola oportunidad de ganar ese juicio.
― ¿No confías en mí? ―me dijo con una sonrisilla de suficiencia― ¿O tienes tantas ganas de follar conmigo que quieres garantizar todas las posibilidades?
― Las dos ―dije acercando mi boca a la suya, estábamos a un centímetro, yo lo miraba a los ojos y me mordía la boca, vacilé entre besarlo o no, pero antes de que me diera cuenta nuestros labios estaban unidos y nuestras lenguas jugueteaban dentro de nuestras bocas―. Mejor me voy, que si follamos ahora el trato pierde sentido. ―dije sonriendo al tiempo que limpiaba el pintalabios que se me había corrido.
― Mejor, porque si fuera por mi te rompía el culo en cuatro sobre el escritorio. ―me dijo sonriendo con malicia, y el simple hecho de escuchar esas palabras salir de su boca me mojó las bragas, apreté los muslos contrayendo así mi vagina, me mordí la boca, tomé mi bolso y me fui.
Una vez en casa subí a mi habitación dispuesta a tomar un baño, me preparé la tina repleta de burbujas y entré desnuda en el agua caliente, tomé el teléfono y llamé a Jairo:
― ¿Qué hay princesa? ―Estaba enganchada a ese hombre; a su sonrisa y a lo bien que follaba.
― Metida en la tina de agua caliente, con la vagina chorreando y ganas de follar. ―dije recorriendo mi cuerpo enjabonado con la mano que me quedaba libre.
― ¿Y por qué estás tan cachonda?
― Porque me voy a convertir en la putita de mi abogado. ―dije sonriendo.
― ¿Si?, y por qué no te conviertes también en mi putita, y me dejas comerte el coño al tiempo que te meto los dedos y te hago gemir de placer ―Yo empecé a gemir y poco a poco iba bajando las manos hasta mi vagina―. Y cuando ya no aguantes más me meto contigo en la tina y te obligo a comerme la polla hasta que te atragantes y empieces a sudar mientras yo te jalo por los rizos pelirrojos que se mojan con el agua de la bañera y te meto otra vez mi pene hasta el fondo ―Yo me meto dos dedos y gimo aún más alto―. Y luego te subes encima de mí y me empiezas a cabalgar hasta que ninguno de los dos pueda más y terminemos corriéndonos al unísono. ―Yo me meto dos dedos, luego tres y termino corriéndome, mezclando mis fluidos con el agua caliente de la bañera.
― ¿Por el sexo telefónico también cobras? ―dije jadeando entre risas.
― Si, a menos que la clienta me la haya puesto tan tiesa como me la pones tú. ―Podía sentir su sonrisa a través del auricular, lo cual provocó que yo también sonriera satisfecha.
― Pásate por casa y te la bajo. ―dije con mi característica voz de recién follada.
― Hoy tengo función, pero cuando salga voy a verte, te tengo una propuesta.
― No me voy a casar otra vez. ―dije riendo.
― Jajajaja vale. ―Y cuelga, mientras yo me quedo ahí intentando adivinar cuál será la propuesta de Jairo, pienso en lo tonta que soy al dejar a mi marido y mi vida de ensueño para meterme en un abismo de sexo y placer del que no se si podré escapar, pero también imagino lo horrible que sería rechazar la propuesta que me está dando la vida y terminar como una vieja amargada y frustrada que por no arriesgar desaprovechó muchos orgasmos increíbles.
Salgo del baño, me siento abrumada, tomo una bata de seda negra por la mitad de los muslos, me tomo dos aspirinas y me meto en la cama, al minuto me quedo rendida. Luego de unas horas siento unas manos recorriendo mi pelo, pienso que es Marcelo, pero al segundo descarto esa idea porque sé que es demasiado orgulloso como para dar su brazo a torcer, luego pienso en Jairo, pero me doy cuenta de que esas no son sus manos, el tacto es demasiado suave y cariñoso, por un momento me asusto y me giro rápidamente, me encuentro frente a frente con Caleb, sonriéndome, conozco esa cara, y sé que la conversación que está por surgir no me va a gustar.
― ¿Qué pasa? ―dije estirando la mano y tocando su suave mejilla.
― Emm... llevo días intentando decirte esto, pero nunca encuentro el momento, sé que quizás ahora no te parezca bien, pero es algo que llevo pensando un tiempo...
― Caleb, ¿dime qué pasa? ―dije con voz dulce sin dejarlo terminar la oración.
― Me voy con Dylan a los Estados Unidos.
― ¡¿Cómo?! ―No doy crédito a lo que estoy oyendo.
― Me voy con Dylan a los Estados Unidos ―repite―. Me matriculé en una universidad de sociología y quiero ir a probar suerte. ―me dice sonriendo.
― Pero yo te puedo matricular en la mejor universidad del país, ¿por qué ir tan lejos?
― Quiero independizarme mamá ―Hace una pausa y luego continua―. Sé que ahora quizás no es el mejor momento porque papá y tú se van a divorciar, pero lo llevo planeando desde hace mucho tiempo. ―Su voz tenía un deje de culpabilidad que me partió el corazón.
― Amor. ―dije acariciando su cabello con cariño, algo que le encanta desde pequeño― Es tu vida y no pretendo que te detengas por lo que pasa entre tu padre y yo. ―dije sonriendo.
― Eres la mejor. ―dice al tiempo que me abraza.
― ¿Cuándo sale el vuelo?
― Mañana a las 9am, pero me voy con mis amigos de copas y luego a dormir a casa de Dylan.
― Vale, entonces esto es un adiós. ―dije intentando ocultar mi tristeza.
― Si. ―dice y me abraza con fuerza.
― Vale, pues entonces cuando estés allá has una cuenta bancaria y me dices el número para transferirte 5 mil dólares todos los meses, pero por ahora llévate esto ―digo al tiempo que me levanto de la cama y relleno un cheque por 10 mil euros―. Toma y no lo malgastes.
― Te quiero ma'. ―dice dándome un beso en la mejilla y largándose a recoger sus cosas.
ESTÁS LEYENDO
Entre las sábanas de una princesa ✔️
ChickLitY vivieron felices para siempre... Alguna vez pensaste en qué pasó después de eso; ¿la princesa y el príncipe siguieron juntos?, ¿se fueron fieles?, ¿en realidad vivieron felices para siempre?... Demasiadas preguntas que yo les voy contestar, pero l...