CAPÍTULO #11: COMPROMISO O MUERTE

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― Aguanta por favor. ―dije entre sollozos mientras acariciaba la cabeza de Jairo, quien se desangraba sobre el sofá del salón de la gran sala de estar, a donde "tan amablemente" nos condujeron nuestros hospederos.

― Viste lo que has provocado. ―dijo Alex acariciando mi cabeza con fingido aprecio.

― Suéltame ―dije revolviéndome―. ¡¿No piensas hacer nada?, este hombre se te muere y parece no importarte! ―Chillo.

― Y no me importa. ―dice con una sonrisa macabra.

― Eres un cabrón ―Me paro de golpe y lo tomo por las solapas de la camisa acercando su boca a la mía―. Me importa una mierda el dinero, quédatelo, pero sálvalo por favor. ―Las lágrimas bajan sin freno por mis mejillas.

― Joder, Macarena Casafont pidiendo por favor. ―Su sarcasmo era increíble, si pudiera lo ahorcaba en este instante, pero no podía permitir que Jairo muriera por intentar solucionar mis imprudencias.

― Ayúdalo y hago lo que quieras. ―Sabía que esas palabras me iban a costar caro, pero Jairo lo vale, además de que se lo debo.

― Ya nos estamos entendiendo... Llamen al médico. ―le dijo con voz firme a uno de sus guardias.

.        .        .

Estoy sentada en el sofá de la sala, llevo horas aquí, estoy impaciente y esperando a que el médico aparezca y me diga que pasa con Jairo. Alex tampoco está, de seguro está pensando que pedirme, aunque puede hacer lo que quiera porque tendré que aceptar, a menos que Jairo muera, pero rezo con todas mis fuerzas para que eso no pase.

El doctor Ramírez, de quien se el nombre porque me ha mostrado su identificación en cuanto ha llegado, entra en la sala seguido de Alex y uno de sus hombres, me mira a los ojos y dice:

― El chico está fuera de peligro.

― Gracias. ―Yo sonrío y siento como el alma me vuelve al cuerpo.

― No te alegres, le hemos inducido un coma y si no aceptas mi propuesta lo desconectamos y ya sabes lo que pasa. ―dice Alex cortando de cuajo mi felicidad.

― ¿Cuáles son tus condiciones?

― Aquí están. ―dijo teniéndome un folio amarillo, lo abrí y luego de un montón de palabrería encontré lo importante y comencé a leer:

Mediante el presente contrato se establecen las siguientes cláusulas:

- Cláusula #1: No hablar bajo ninguna circunstancia de lo sucedido el 10 de abril del 2018.

- Cláusula #2: No denunciar, pedir o robar el dinero extraído, aunque este será devuelto en caso de aceptar el contrato (véase clausula #3)

- Cláusula #3: Ambas partes contraerán matrimonio en término de gananciales, pero en caso de divorcio solo una parte recibirá la mitad de los mismos.

• En caso de incumplimiento de contrato la parte en cuestión se verá obligada a traspasar todos sus bienes a la otra parte.

― ¿Aceptas? ―me dijo cuando vio que había llegado al final de las hojas.

― Si. ―dije después de tomar una gran bocanada de aire.

― Increíble, nunca esperé eso de ti.

― Eso demuestra que tú eres una mierda y que te importa un carajo que la gente a tu alrededor muera con tal de proteger tu dinero.

― Igual que tu ―Su odio hacia mí se podía oler―. Te recuerdo que intentaste matarme.

― Y ahora me voy a casar contigo ―dije fingiendo una sonrisa―. Qué ironía ―Me acerqué al doctor, tomé el bolígrafo de su bolsillo y firmé con desgana―. Toma. ―Se lo tendí a Alex.

― Buena elección. ―Intentó besarme, pero yo me aparté con rapidez.

― No me queda de otra.

― Si te queda. ―dijo insinuando que dejara morir a Jairo.

― Vete a la mierda.

― De la mano contigo. ―Y sin más salió de la habitación con el médico detrás, dejándome sola en la estancia, con el odio creciendo por momentos en mi interior.

Luego de unos 20 minutos entró a la habitación uno de sus hombres, concretamente el que me había detenido antes de ahorcar a mi futuro esposo. Era un hombre alto, trigueño de piel, cabello negro, ojos oscuros, facciones fuertes y una pinta de matón increíble. El chico se quedó parado en el umbral de la puerta, me miro inexpresivo y con voz grave dijo:

― Sígueme.

Salimos de la habitación y caminamos hasta un despacho, ahí me esperaba Alex, sentado frente a un buró de madera brillante, yo me sentía como en una entrevista de trabajo, y aunque nunca he ido a una pienso que se sientan así. Las manos me sudaban y me era imposible sostenerle la mirada a mi verdugo.

― Macarena Casafont en posición de sumisa ―Odiaba escuchar mi nombre salir de su boca, y pensar que días antes eso me parecía los más excitante del mundo―. Increíble ser el hombre que logra eso. ―me dijo con una sonrisa socarrona que hizo que me hirviera la sangre.

― No te confíes ―dije recuperando mi posición de líder de la manada―. Porque si nos casamos ―dije acercándome, podía ver el miedo en los ojos de mi interlocutor, él sabía perfectamente de lo que yo era capaz y eso me encantaba, amaba tener a los hombres a mis pies y aunque esta no era la situación yo haría todo lo posible por virar el carro a mi favor― tendremos que compartir cama, y no creo que tus hombres te cuiden mientras duermes ―Le lancé una mirada furtiva a los hombres que custodiaban la estancia previendo que yo no intentara nada raro―. Quizás en tus investigaciones no descubriste que tengo una fantasía ―Me acerqué aún más, estábamos a un centímetro, mi mano tocaba su entrepierna y mi nariz lo olfateaba de manera animal, como si de una presa se tratara―; follarme a un hombre y justo antes del orgasmo, mientras me hace sexo oral, ahogarlo con mis piernas.

― Tienes mucho que aprender, y yo te voy a enseñar a dejar de ser tan fiera. ―dijo recomponiéndose e intentando volver a tomar las riendas de la conversación.

― Perro viejo no aprende trucos. ―dije cruzándome de brazos.

― Créeme, lo harás. ―Y su boca a un centímetro de la mía otra vez.

Alex y yo llegamos a un acuerdo, él haría una transferencia como muestra de "paz", dejando en su sitio todo el dinero que se llevó, y yo por mi parte me quedaría tranquila y no intentaría hacer nada fuera de lo normal. También prometió ocuparse de que Jairo mejorara, aunque yo no creí y busqué una segunda y tercera opinión, y al parecer, muy a mi pesar, si estaban cumpliendo lo prometido, y digo a mi pesar porque eso indicaba que como mujer de negocios yo también tendría que cumplir mis promesas.

.        .        .

En el transcurso de las dos semanas siguientes fui cada día a ver a Jairo, él mejoraba por momentos, las atenciones del equipo médico eran excelentes, pero a pesar de eso yo me sentía culpable.

En cuanto Jairo estuvo consciente y preparado para escucharme yo le expliqué todo, todo cuanto podía, él parecía no entender y a cada segundo me repetía:

― Tú no te mereces esto Maca ―Me agarra la mano y entrelaza sus dedos con los míos―. No me hubiera importado m...

― ¡Cállate! ―Alzo la voz― ¿Cómo vas a decir eso?... Esto es el resultado de mis decisiones y no voy a permitir que nadie pague por ello. ―Le di un beso dulce en la frente, parecía una madre que quiere a su hijo, aunque debo reconocerlo, el día que vi a Jairo sangrando en el suelo, debatiéndose por protegerme entre la vida y la muerte, mi deseo sexual se evaporó y comencé a verlo con los mismos ojos que veía a Caleb. Creo que en ese momento la Macarena que soy y que me gusta ser regresó, aunque para mi gusto un poco tarde, y ahora esta tiene que pagar los platos rotos de la Anti-Macarena, quien se apoderó de mí por unos meses, y como toda una cobarde desertora se evaporó en cuanto la cosa se puso fea.

NOTA DE AUTORA
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Amores esto ya está llegando a su fin 😢... pero tranquis, aún queda mucho por pasar
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Adelanto
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Maca se nos casa...o al menos eso parece 😅

Entre las sábanas de una princesa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora