CAPÍTULO #9: ES HORA DE BAJAR DEL BARCO

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Su dulce voz entra por mis oídos y retumba en mi cabeza, yo abro los ojos y la miro, mientras mi vista se acomoda a la luz puedo ver su silueta esclarecerse y tomar la forma de diosa que tiene.

― ¿Has dormido en el suelo? ―La situación le hace mucha gracia, se nota que no puede sentir el dolor que tengo en todo el cuerpo.

―Si ―Miro hacia la puerta abierta de mi habitación y agrego―. Y al parecer por tu culpa.

― Anda entremos, Jairo se tiene que ir a ensayar y vamos a poder estar solas. ―Sus labios se pegan a los míos y yo no puedo evitar sonreír.

.      .     .


Mientras me baño y me deshago de la mala suerte escucho a Cayetana pedir el desayuno a la habitación.

― ¿Y cómo te fue la noche? ―Me pregunta mientras yo salgo del baño secando mi pelo con la toalla.

― Horrible ―dije abriendo los ojos más de lo normal―. Primero, en el juego de las habitaciones me tocó follar con mi exmarido ―La veo abrir los ojos y continuo―, porque sí, está en este barco, y no me pude enterar de una forma menos traumática ―Cayetana comienza a reír y yo sigo con mi discurso―. Y para colmo, después de no follar con mi exmarido, y por suerte recuperar un ápice de nuestra buena relación, terminé en la misma habitación con Aarón Becker ―Su mueca es de risa y compasión a la vez―. Horrible, pero rápido. ―Y me comienzo a reír de mis propias desgracias.

― Te compadezco, el chico es bastante... penoso... Hace unos meses coincidimos con él y la que era su chica para ese entonces en una fiesta swinger, y bueno, ya sabes, la pasé horrible. ―Comienza a reírse.

― Y lo peor de todo es que el chico piensa que es la gran cosa.

― Si.

― Pobrecillo.

El desayuno llegó y nosotras nos pasamos más de dos horas compadeciéndonos de las desgracias de nuestro anfitrión en este barco. Luego de eso nos fuimos a la piscina, estábamos tomando el sol entre risas, la tensión sexual se podía cortar con un cuchillo, pero todo el rollo se fue a la mierda cuando un hombre alto, de piel bronceada, ojos color miel, dentadura blanca y complexión atlética se nos acercó:

― Cayetana. ―Otro que la conocía, y por su sonrisa, puedo asegurar que la conocía bastante a fondo.

― H-hola Alex. ―La diosa rubia estaba nerviosa.

― ¿Y tu amiga quién es? ―Me lanzó una sonrisa pícara que a mí me derritió por dentro.

― Macarena. ―Me levanté de golpe y le di un beso en cada mejilla.

― ¿Te gustaría cenar conmigo princesa?

― No, no le gustaría Alex. ―Las mejillas de Cayetana estaban coloradas, se veía realmente molesta.

― ¿Caye qué pasa? ―La miré desconcertada.

― Nada Macarena, que este hombre no es de fiar. ―Me había tomado por la mano, joder que rara la escena, yo parecía la leona en celo y ellos los jefes de la manada pelándose por decidir quién me copula.

― A las 8pm te espero en la cubierta principal. ―Me dio un beso en la mejilla y se fue. Yo estaba decidida a ir, esta era la última noche en el barco, ya mañana en la mañana volveríamos a casa, así que tenía que disfrutar.

― Maca no vayas. ―Cayetana me tomó por los hombros y me sacudió con fuerza.

― ¿Por qué?

― Ese hombre es un facha.

― Cayetana sé cuidarme sola. ―digo dándole un dulce beso en los labios.

.      .      .


El resto del día me la pasé pensando en la escena de la piscina, en lo que había dicho Cayetana y en que como soy terca iba a ir igual.

Jairo sigue ensayando, yo estoy en la habitación arreglándome para ir a cenar con Alex. Llevo un vestido negro con algunos brillantitos súper sutiles, el vestido termina a medio muslo, es ajustado, con tirantes súper finos y escote en forma de barca, lo combino todo con unos tacones negros de punta fina y un colgante sencillo de plata, labios rojos y el pelo recogido en un moño alto.

Estoy a punto de salir cuando Jairo cruza el umbral de la puerta, me mira de arriba abajo y dice con una sonrisa:

― ¿A dónde vas?

― A cenar con un tal Alex.

― ¿Alex? ―Pone cara de confusión y agrega― ¿Cómo es?

― Pues alto, bronceado, de ojos color miel, fuerte... pfff... qué se yo... guapo.

― Maca ese hombre no es de fiar. ―Ya me tenían un poco cansada con lo mismo.

― Solo voy a follar y pasar un buen rato, no me voy a casar con él. ―Le doy un beso en la boca y me alejo.

Mientras camino hacia cubierta pienso en qué tendrá ese hombre que todos dicen lo mismo, es excitante pensar que voy de cabeza hacia la boca del lobo. En mi mente soy como un corderito que no sabe lo que le espera o que lo sabe, pero le da igual.

― ¿Qué tal princesa? ―me dice tomando mi cintura y atrayéndome hacia su gran cuerpo de 1.87 aproximadamente.

― Bien. ―Me giro y lo miro con una sonrisa, de cerca es aún más guapo, esos ojos me hipnotizan y en ellos puedo ver el deseo.

― ¿Nos sentamos?

― Si. ―Caminamos hacia una mesa, todo el sitio estaba desierto y se me hacía raro porque las noches anteriores siempre estaba muy concurrido.

― Macarena Casafont.

― ¿Cómo sabes mi apellido?

― Eres bastante conocida, me parece increíble tu trabajo y todo lo que has logrado, además de que eres muy bella. ―Yo no puedo evitar sonrojarme, nunca he sabido manejarme bien ante los halagos.

― ¿Y por qué Cayetana dijo lo de que no eres de fiar? ―Mal intento por cambiar de tema.

― No le hagas caso, fue mi esposa y la cosa no terminó precisamente bien ―Lo conseguí, la atención se desvió hacia él―. Ella es muy dominante y odia que se acerquen a lo que considera suyo ―Eso fue lo que supuse, pero si lo pienso bien prefiero a un gran hombre, que, a la diosa rubia, aunque esta me guste demasiado―. ¿Qué vas a pedir?

― Emm... unos ñoquis con queso gorgonzola y para tomar un vino tinto gran reserva. ―dije cerrando la carta y apartándola.

― Confío en usted señora Casafont, voy a pedir lo mismo. ―Esto tiene dos explicaciones; quiere empatizar conmigo o es un nuevo rico, pero cuál de las dos sea me importa menos.

Comenzamos a cenar, los ñoquis están deliciosos y el vino aún mejor, la conversación es increíble, pero se me hace raro que Alex no se me insinúe en ningún momento.

Estamos en los postres cuando decido que es mejor que me lance yo porque si no la cena del cobarde va a durar eternamente.

― ¿Y vienes solo?

― Si.

― ¿No tienes novia?

― No, si la tuviera no estaría cenando contigo, soy un hombre muy fiel ―Vaya por dios, me tocó el único estrecho del barco―. Y de seguro te sientes incómoda porque no me he lanzado, pero una mujer como tú impone mucho. ―Y me sonríe, vaya labia, ni Marcelo hace 20 años intentado convencerme de que la edad no importaba cuando había amor.

Yo me levanto de golpe, voy hacia él y me le subo encima a horcajadas, comienzo a besarlo y siento como sus manos suben por debajo de mi vestido hasta llegar a mi vagina, comienza a rozarme con cuidado y yo gimo al sentir como su erección va creciendo por momentos.

― Vamos a tu habitación. ―le digo ansiosa al oído.

Nos levantamos de un tirón, vamos hacia el cuarto casi corriendo, deteniéndonos de vez en cuando por los pasillos para desahogar todo el fuego contenido. Mis bragas están empapadas y su erección se hace evidente por debajo del pantalón. En una de nuestras fogosas distracciones somos interrumpidos por Jairo, quien mira a Alex con cara de pocos amigos.

― Esa es mi chica. ―le espeta a Alex, yo estoy que no me lo creo, ¿de dónde este imbécil sacó que yo soy su chica?

― ¿Qué dices? ―le susurro, pero él hace como si yo no existiera.

― Pues parece que no estás haciendo bien tu trabajo, porque si no, no me explico que prefiera venir conmigo.

― Mira, te voy a decir algo imbécil ―Lo agarró del cuello y lo pegó a la pared―. La chica viene conmigo y no voy a dejar que caiga en tu juego. ―Y como si yo tuviera 15 años me tomó del brazo y me arrastró hacia la habitación.

― ¡¿Tú eres gilipolla?! ―le grito apenas entrar.

― ¡Te digo que es un mal tipo y tú vas y te lo follas!

― ¡Jairo métete algo en la cabeza; no eres ni mi padre, ni mi novio!

― Pero quiero protegerte.

― ¿De qué?

― De que la cagues Maca.

― Jairo ya la he cagado bastante.

― Perfecto, cágala, pero cuando yo no esté presente. ―Y sin más salió de la habitación. Yo no sabía si detenerlo o no, pero verdaderamente el cuerpo se me había cortado, aunque las ganas de follarme a Alex ahora eran más grandes. Necesitaba comprobar que tan malo podía llegar a ser.

NOTA DE AUTORA
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Ayyy Macarena, Macarena, te estas metiendo en un lío.
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¿Que tendrá ese Alex que nadie lo quiere cerca de Maca?
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¿Por que Alex se sabía el apellido de Maca?
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¿A quien más le da mala espina Alex?
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Prepárense mis amores que esto se va a descontrolar, las locuras a Maca le van a empezar a pasar factura.

Entre las sábanas de una princesa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora